domingo, 24 de abril de 2011

CADENAS Y ESLABONES





Y BAJO EL SOL DORADO TRANSFORMADO EN AGUACERO

Para Milagros.
                                                                        
Soy un viejo río
que el mar no ha visto/
y cuando me vea/
 ya no seré yo
ni seré río.

Pero he de regresar/
nube trashumante
brotada de la mar/
y bajo el sol dorado
transformado en aguacero/
volveré a nacer en otro río
para trazar otro sendero
en cuyo cauce/ mi sangre
en interminable viaje/
correrá, correrá/
a través del tiempo
y de los siglos.






EN EL VIENTO TU ALIENTO...

En el viento tu aliento
en una hoja el tiempo;

en un ruiseñor tu mirada
 en una rama la llama;

fuego que renace
brillo que ilumina.

¿Para qué volver a la tristeza
en gozo o pena, cuando
aún llevo en la memoria
la ternura de tus manos,
tus labios heridos
en la lejanía,
la sombra del olvido
y el amor perdido?

¿A dónde va el dolor
y las promesas de amor
y las calles perdidas?




DE LLUVIAS, NOCHES Y SILENCIOS

Me gusta la lluvia,
las nubes negras y
el plúmbeo cielo,
el viento frío
que da en el rostro
cuando las fibras matutinas
 - livianas, saltarinas-
triscan en la acera.

Me gusta beberme
la noche a cucharadas,
sentir el zurear de las palomas
en un alero de cielo,
cantar con los grillos,
una canción de cuna,
tumbarme en la arena mojada
de una playa solitaria
y oír el eco del silencio
en una noche de luna.




IRREPARABLEMENTE EL TIEMPO

Piedra gris y dura
bañada por la sal
del verano.

Condenado a polvo
estoy bajo la tierra,
roca eterna.

¿Resistirá tu cuerpo
al esplendor del tiempo
o serás sólo arenilla
de mis huesos?

En el recuerdo quedara…
un hombre que camina
y una roca que se orilla.






RENUNCIA

No te acerques a
mi rostro
que ciego está de amor.

Acércate a mi corazón
donde aun resplandece
el sol.

No te acerques
a mi alma
que ya la quebró el amor.

Acércate a mis desdichas
y líbrala de los tormentos
que tanto le ha dado el dolor.




BAJANDO DE LA NUBE

La espere en la sombra,
bajo el árbol, escuchando
al grillo y la cigarra,
ansioso, enamorado,
sintiendo frió;
perdida la ilusión,
mi mano en puño
masco su rabia...

Ya no viene, como siempre
el otra vez que martillea,
llanto en la penumbra,
la luna que huye,
desilusión, tristeza, rabia,
nada alumbra mi esperanza,
la aurora que me turba
se avecina,
y el nunca más, que me golpea.




AMARTE ES ALGO MÁS, QUE SÓLO AMARTE

Despertar por la mañana
con tus ojos en sueños,
tu cuerpo entra la espuma,
tus manos engarzadas
a mis sueños adheridas;
y saber que vivo, que respiro,
y que puedo ser río, lago, arroyo,
cascada que baja o humo
que se eleva en la
tarde amoratada
de cielo sin estrellas
huérfano de luna.

(¿Para quien la verde hierba,
la flor azul, la sombra de la tarde
triste y polvorienta?

¿En donde he de buscar
 mi juventud primera,
 mi ingenua juventud
 sin río, sin riberas?)

Amarte es algo más, que sólo amarte.

Es dormirse en la paz
de un sueño que navega,
la dulce armonía
posada entre tus senos
en la paz sublime
de la rueda eterna,
en que la aurora espera
cercana y siniestra.




SOLERA

Si no me olvidas
no podrás volver a amarme;
si no has llorado,
no podrás llorarme
cuando muera,
ni tampoco amarme
al recordarme,
pues, toda la ternura
que el amor nos brinda,
debe empezar a madurar
 en la flor de la amargura.





                  FAREWELL

Cómo decir amor
a un barco que se pierde
en horizonte;
a un pañuelo que se agita;
al polvo en torbellino
que borrando va tus pasos...

barco que naufraga,
pañuelo que amarilla,
polvo que enceguece mis pupilas.





LOS VERSOS AJENOS Y LOS MÍOS

                        El dulce despertar
en libros vastos,
abriendo fueron
los senderos de mi vida.

En las floridas ramas
de poemas, en velos
blancos se forjaron los amores.

No sólo fue ilusión
también fue lágrimas.
el alma ilusionada
le dio a su corazón
el verso que acaricia
la rima que encandila
la métrica precisa
del canto que titila.

Y yo, que era poeta,
seguí cantando mis canciones
con voz solemne y escondida pena.
Canté a las flores,
canté a la aurora,
a los viejos amores y a los nuevos.
Canté a mi madre y sus
misterios, a su dolor
de flor abandonada,
a las hojas del otoño
y a los fríos inviernos
de mañana.




CUANTO MISTERIO...

“Y yo quisiera morir, al caer de
una tarde, bajo un claro cielo,
con una bella frase en los labios,
por una buena causa”.
“Cyrano de Bergerac”
ROSTAND

Cuánto misterio
encierra tu existencia,
cuánta verdad
hay en tu edad.

¡Qué hay de aquel tormento
que a las almas moribundas,
en un último momento
infliges, muerte amiga!

¡Qué llegas escondida!,
  ¡que acabas con la vida!,
    ¡que vienes sola, eternamente,
      como una ola
      que a la playa arriba,
      en luna o sol
      a la deriva!

Muerte, ven, ven a mí,
yo sé de una posada
a tu duro caminar.
Allí podrás comer,
calmar tu sed,
sentir el gozo de un amigo
que a tus pasos
ha de andar,
tras el duro trajinar
por esta vida
de tristezas y dobleces.



  LAS PENAS SON PROFUNDAS...

I
Las penas son profundas
y la vida leve,
y las horas hermosas
se dispersan con el viento,
ese viento que ruge
en aroma de sal, espuma o alga,
todo el,
sonrojado en la mar
en que el amor lo toca.
II
Horas de amor,
rocío sobre la hierba
que en la hoja se evapora
dejando una sonrisa
donde hubo lagrimas.


III
Vacío y solitario
yace el corazón,
fugitivo del amor
que lo va siguiendo
para colmarlo de nuevo
de vanas ilusiones
y rojo fuego.

RONDA
Aquel loco sueño
tuyo y mío.
Aquel sueño.
                      
Aquel corazón de ensueño
solo nuestro.
Aquel corazón.

Y ese niño pequeño,
tuyo y mío.
Aquel niño.


                    OTRA VEZ...
Otra vez tu cuerpo,
y el invierno en tu piel
y la nieve en tus manos.

Otra vez tu cuerpo,
y el frío en tus labios
por caminos perdidos
entre aromas extraños.

Vuelves de nuevo, corazón de nada,
sin sangre en la frente,
sin rubor en los labios,
sin mañanas, sin sueños...
amor sin nombres,
amor sin moradas.




SON ESOS ROSTROS EN QUE LA VIDA PASA


Nessun Maggior dole
che ricordarsi del tempo felice
nella miseria.
Comedia, Infierno, CANTO V
V. 121 – 123
DANTE



Cada rostro es un recuerdo,
una emoción, una calle que sube,
una calle que baja; una flor
que se abre, una hoja que cae,
el verdear de un limonero
en cada promesa de amor.


Cada voz es un recuerdo
como una nube que llega
como una nube que va.
Un dibujo caprichoso
de nuevas sensaciones,
que en el cielo se muestran
como ángeles buenos,
en rosados crepúsculos,
en auroras de fuego.


Mis años, un suspiro
encerrado en una botella
que las olas llevan
que las olas traen.

Una barca hacia un confín
de sombras se va llevando la vida,
las ilusiones perdidas,
los besos de mi madre
y el azul de sus ojos.


Cada nombre es un recuerdo,
un ser que se confunde
en rostros nuevos
en nuevos nombres.


Cada gesto es un recuerdo,
una estrella conocida,
un olvido fugitivo
en la luz de la memoria.


Memoria triste, potro desbocado
donde cabalga un bien perdido;
tras de mi vida vas,
tras de mi vida vienes,
y ¡ay! del que creía
               perderte en el olvido.





      DESEO

Un aura virginal sobre la frente /
un haz de luz en esperanza fértil /
un florecer de horas felices.

Quiero soñar en la ribera
de aquel río infantil
calmo y ligero.

Desasir al alma como se
suelta el viento
entre el follaje /
sentir entre mis venas
el tiempo transcurrido /
y ser yo mismo quien revele
la dulce primavera de mi vida.





         LEJANÍA

La vida nos aleja más allá
de las horas infantiles, y más
allá nos acerca a la negrura
de la incertidumbre de la muerte.
Los sueños siguen siendo sueños
mientras los juegos se van
distanciando de la vida que
llevamos. Dejamos el canto de los
pájaros, el aroma del jardín de
infancia, el llanto fácil
que humedecía nuestros ojos.
Los seres que amamos en el frío
abandono de la loza que cierra
los cuerpos polvorientos.
Y la flor que yace sobre la tierra
húmeda ya no será flor
sino paz de moribundos.





            JOB

Y aunque el cuerpo me haya abandonado
y mi alma hecha trizas
se disuelva en la negrura de la tierra
quedará en el aire la fuerza

de una luz que no se extingue.





NOCHE CERRADA

Estoy solo, como suele estar
la luna entre estrellas dormidas
en profundo sueño.


Estoy solo, como la arena
en los inviernos, como las olas
cuando se ausentan los navíos
y el viento sopla inútilmente
en el vacío.


Ni sombras, ni velas, ni faros,
ni brisas, solo la certeza
de estar solo. Sólo, el silencio
es una sombra de agua sola,
sin pájaros, ni cantos, ni plumajes.


La luz, ausente de la noche
como si el amor hubiera muerto

para siempre.






ESE MES QUE VIENE TRISTE

Para Jorge Bacacorzo
y Flor Días.


¿Te acuerdas Jorge, de Chicata?
Del obrero que blanqueaba
las mañanas con su voz,
el que tenía ilusiones,
el que creía en el fiel de la justicia y
en la hermandad entre los hombres,
el que decía que Jesús era bueno
y el catecismo una forma de olvidar los hombres malos,
el que creía en la cruz del cura
y en la misa de domingo,
el que soñó como Augusto García
que la escuela hacia más buenos
a los hombres,
el que cortó el pan para sus hijos,
la mañana fatal de su destino,
el que trajo la leche tempranera
para niños que bebieron esperanzas,
el que vio caer su sangre
mientras se perdía su vida
en negruras fantasmales,
el que vio su cuerpo velado
entre velas de cebo
y tragos de cañazo,
el que fue y el que será
carne chamuscada
entre tus versos

en las eras de junio.






JUNTOS TODAVÍA

Estás en el nido aún
rodeada de árboles guardianes.
Alberto Valcárcel.  

No sé qué debo decirte;
si existen las palabras
debo buscarlas en tus labios,
en los fugaces haces de tus ojos,
en las nubes pasajeras
que veíamos pasar
descubriendo nuestros cuerpos.

Ya la noche nos dirá
donde acaban los linderos del amor,
y no sabremos de quién era esa voz
que sabias nuestros nombres de memoria.
Se habrá deshecho el tiempo
en nuestras manos y los días
que traían las mañanas.

Estamos solos, como hojas
sin otoños y sin pájaros.
Pero hemos de volver de
entre los muertos
como quien se despierta
de un largo sueño,
aunque seamos sombras
recogiendo huellas

del frío al fuego.





  COLPA
Para Santiago Brito,
allá, en San Luis,
donde las mañanas
son un despertar de Dios.

En el vasto campo
verde de ensueño,
juega con el aire
la hierba agreste.
El celaje matutino,
alto y límpido,
semeja una seda
de primoroso tul.
Desde la alta loma
el agua serpentea,
ruidosa, apacible,
como un niño mecido
en su delicada cuna.
La tierra rezuma
las tiernas semillas,
donde la papa,
reina entre los brotes,
va asomando asustadiza,
fragante, refinada, extasiada.
Desde un altozano
miro a Santiago
batallando con los bueyes,
cortando con su arado
la tierra generosa
donde ha de colocar
la semilla de la papa.
La tarde desciende
y todo es quietud.
 A mis ojos se revela
la grandeza de esta tierra,
de esa forma de vivir
del hombre que suda,
del hombre que trabaja
de sol a sombra,
del hombre que extasiado
mira al cielo y sonríe,
porque la sierra,
embebida en vida,
es el milagro
de un Dios misterioso
hecho de roca, tierra,

agua y viento.


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