domingo, 26 de diciembre de 2010

ECOS DE LA MEMORIA





Para Milagros Mora, a su amistad tan
llena de tiernísimo cariño, estos “Ecos
de la Memoria” que vienen del pasado
con la nostalgia de un niño que navega
hacia el inmenso mar.





AMO LA FLOR QUE ME SEDUCE...


Para Milagros


Amo la flor que me seduce
con su olor /
la hierba que verdea /
el musgo de la roca /
la mano que humedece con rocío
mi tristeza /.

Amo el vuelo zigzagueante
de la asclepsia /
el zumbido de la abeja
laboriosa y
el torpe andar de un viejo
escarabajo/.

Amo la palabra que brota
de Vallejo /
La nube fugitiva
el cielo azul /
el gualda de la tarde
cuando el sol se alisa
con el mar /.

Amo el lecho en que duermo /
mi copa de vino /
los caprichos de Milagros /
la oscura soledad de mí
silencio /.

Amo todo eso
las pocas veces
en que amo.



      QUIZÁ A SOLAS SOY ALGUIÉN
A quien temer... si estoy solo.
Ni una sola sombra me acompaña;
mudo permanezco, sin nadie
a quien hablar, son nadie
a quien seguir en las horas
en que siento que me siguen.

A quien temer... so estoy solo.
Este temer que guarda la soledad
al hombre solo.
soledad, oscuro espejo
en que un grillo canta
cuando el cielo se estrella
en la noche que fulgura.

¿Por qué temer a aquellos pasos
en que la vieja muerte ronda
en cada esquina de la casa
solitaria donde duermo, como,
bebo y fumo?

A quien temer... si estoy solo.
no, solo no, mientras tú,
infinita compañera de
filuda guadaña y negro capuz
sigas a mi lado...
Paciente, fiel, oportuna,
firme en tu destino
que también es mío.


NADA NOS UNE, NADA NOS ATA
Te esperé, todo en vano.
La lluvia humedece la mañana;
el viento arrecia mojando
mi rostro, mi esperanza,
       ahogando mi tristeza,
sofocando la angustia
que atraviesa mi ser...
y en un alarido fúnebre
se pasa en mi garganta.

Te esperé, espera vana.
ya no se humedece la mañana
ni la lluvia moja mi esperanza.

No has venido, eso es todo...
yace mi amor en huesa fría.


ARS VIVENDI

¿Qué animo crees que puedo tener
postrado en un horrendo país, en
medio de los sármatas y de los getas?
Tristias – Libro III
VV (5 – 6)
OVIDIO.

La poesía está en la flor,
en su aroma, su  belleza, su color;
en la tenue luz que reverbera,
en la garúa, en una sucia acera
donde el  hombre camina,
sufre y llora su tristeza.

Poesía es naturaleza que nace
y muere día a día, es dolor
de mujer que ve una sombra
que se esfuma.

Poesía...
soldadito de plomo, héroe anónimo
de mil batallas donde la mano
 de un niño decide quién vive
o quién muere.

Poesía, es eso y mucho más
que dibuja el tiempo en un papel;
la memoria y la vida;
es bregar con las palabras
de un whisky que aroma en la garganta;
es cigarro que se quema
en la tortura ciega de una
noche en vela.



ÁRBOL VIEJO

Para mamá
cantar quiero al nisperal
en que cobija la solitaria
infancia de mi vida/
las tiernas voces de sus
verdes hojas/hijos  son
aquí en mi poesía.

Eres la primavera,
la creación primera
que Dios puso en mi camino
para que mi alma se encendiera
de un tierno olor divino.

Eres verde, eres copa
que al cielo apunta,
eres tronco, rama,
flor que flirtea con el viento,
hoja que se hondea
devolviendo al alma
vaga sombra en lontananza.

Entre tus hojas lanceoladas
embreña el aire sus latidos,
y el lenguaje de los dioses
se apaga entre tus ramas,
cual un atisbo dulce
de trino de alborada.

El broquel  que cubre mi
memoria altiva
me hace impenetrable
a las puyas del olvido,
de ahí que en mi retina aun perduren
tus hojas caedizas, tus ramas espumosas,
tus flores blancas y el vello níveo
de tus partes tiernas.

¿Quién no doblegó
al amor su voluntad,
o no vio, al igual que en un espejo,
la verdad de su alma
alentado por tu umbría?

Eres la alegría de los pájaros,
signo de pureza entre los hombres,
rodeados por las líneas del amor
en tu corteza se han escrito
 muchos nombres.

¿Qué quedo de ti,
nisperal que a mi infancia
tantos dulces diste?

¿Qué de tus hojas aserradas,
de tu cielo ceniciento,
del perfume de las flores de tu aliento?

¿Qué de ti, quedó tan preso
en mi recuerdo como una
fuerte luz difusa y rumorosa?

Como un fruto que se llena de su savia,
así mi vida se lleno de tu prestancia,
de tu frío, de tu bondad,
de tu agridulce fruto vespertino.

Por eso siempre en la tristeza
que golpea mi corazón a cada instante,
no quedo desolado al recordarte
porque tu vives eternamente en mi recuerdo.


                 TODA UNA VIDA...
Toda una vida, niebla disipada,
estéril sin tu amor, yace dormida.

Toda una vida, vacía y sin sentido,
venablo que perdido en la floresta
corta el aire de un ciervo herido.

Vano, el amor, a media tarde
suele sollozar en la bóveda
azulada de mis ojos.

Como una nube infantil
que escapa de un sombrero
en sortilegio,
así, mi vida, suave y silenciosa,
se esfumó como un fantasma
del regazo soñoliento
de tu boca.


              PARADOJA
Adiós, primavera,
diosa de la caza, tú,
Diana, eres mi otoño,
solitario y silencioso,
un motivo de alegría
en esta vida que se esfuma.

Te amo,
aun cuando las flores
que trae la primavera
dañen sin piedad
mi corazón ya sin sentido.

¿Qué es tu voz en las frías
mañanas de mi invierno?

Un hálito de Dios
que da paz a mi tristeza,
un suspiro que recuerda
que aun hay vida
en el camino que resta.
eso eres tú, Diana enamorada,
diosa de la caza que das vida.


                  UNA PREGUNTA
“Desde los oscuros abismos
clamo tu nombre, Señor”.

-      ¿Dónde está el verano?, preguntó
    un golondrino a su  madre.

-      No sé, hijo, pero... se lo preguntaré
a tu padre.

                    ***

¿Dónde se ha ido el verano?,
preguntó la golondrina.

El macho la miró fijamente. En sus
pupilas había un torbellino de
incertidumbres.

Miró desde lo alto de los acantilados
hacia un bosque, antes umbroso, y vio
a unos hombres talando algunos árboles...
a unos niños quemar hojas
secas, ramas marchitas... vio humo
negro elevarse en espiral hacia el
cielo... vio al mar tragarse unas
embarcaciones, encabutado, fangoso
...Vio la nieve desvanecerse como
suelen desvanecerse las esperanzas.
vio tantas cosas inexplicables tomar
forma humana.

El macho mostro su cuello
erguido y su mirada se elevó como
buscando una respuesta en el firmamento.

La hembra vio su pico negro, corto y
alesnado; su cuerpo blanquinegro
rígido como una granada a punto
de estallar; vio su cola larga y
horquillada.

                       ***

-      Pregúntale a dios, hijo, dijo la hembra.

El golondrino permaneció callado, buscando
el calor de una respuesta en el cuerpo
de la madre.


LUZ DE VIDA

A Luz Valdivia Fernández Maldonado
In Memoriam.

Hay una luz que centellea,
una llama eterna que vive,
relumbra y resplandece;
y aun cuando anochece
su llama incandescente
camino hacia la eternidad prosigue.

Eres tú,   Luz, tierra en que las  mieses
crecen, fortalecen sus fibras y florecen,
agua cristalina en que las aves beben
e l sueño dulce en que un niño
se adormece.

Polvo es el cuerpo en que las llamas
se avivan como estrellas que en el cielo
fulguran; vela que adormecida
por el aura nocturnal,  tintinea

Así de lenta es la vida, Luz,
así  de sumisa es la llamada de dios:
sabia, dulce, serena, sublime en
la voz en que la mirada columbra
        en un instante la creación infinita….


          RETRATO DE INFANCIA
Soy un rio que vuelve,
que la mirada vuelve
hacia los años en que
la vida se contempla
en el vidrial reflejo
de una imagen,
de un cuerpo,
de un rostro
que cambia de facciones
día a día sin remedio.

Y yo me  miro en ese rio
que viene con más vida,
y yo me veo en esas aguas
de un narciso en su caída.

Soy un rio que vuelve
a ver sus muertos.
Un fango tibio
que el agua siempre arrastra
en una luminosa desnudez
que embriaga mis sentidos.

Me llamo rio o tiempo
sin que importe el sustantivo;
todo guarda la memoria:
la remembranza en que huye
del presente la alegría,
ese recordar de dos mitades
que parte la sonrisa.

Yo he llorado, madre,
entre penas y congojas,
en ese rio, que viene,
en ese rio que va,
en ese rio que baja
en la calma augusta de la tarde.



ESA DURA LLAMA EN QUE TODO SE ABRASA
                  Tú no te has ido, estas aquí,
permanece tu voz, tu dulce aliento,
rosa que en el alba, juega con el viento,
llevando nuestro amor, amor herido.

Tú es estás aquí, tú no te has ido,
estás callada, sola en tu silencio, pensativa,
yo soy el trueno, el  rayo que ilumina
tu mano que acaricia, tu mano sensitiva.

¿Por qué has de irte, pequeña mía,
si eres el mar, la lluvia escurridiza,
la esencia de mi vida, sentido de mis lares,
aroma de las Vegas que viene con la brisa?
Tú no te irás, aunque a mi cuerpo
abrase la dura llama que todo lo calcina,
nostálgico de amor te llevaré conmigo,
y juntos viviremos otra vida.


        OTRA VEZ LA MAÑANA...
Otra vez la mañana
en que despertarás
de vida llena en alegría.

Otro día como tantas veces
también yo habré despertado
con mi alforja lista
buscando aquel camino
donde se corta la vida;
solitaria senda donde
veré llagar la lluvia
para seguir al sol.

Y al ver el día,
vacio y sin respuesta,
entenderás por que la vida
es un andar sin rumbo
tras una estrella, tras una
rama en que se quiebran
los otoños donde suelen
solazarse las tristezas
y seguirás soñando
en el vagar de una nube fugitiva,
en una brisa vespertina,
en una flor tornasolada,
en esa tarde, en que el tenue
parpadeo de un sereno fuego
sobre el calmo atardecer del mar,
te traerá mi voz.


ALTOS Y BAJOS Y OTROS MOMENTOS MÁS

Para Ernesto y Clelia
IN MEMORIAM.


Hay días, Ernesto en que quisiera
besar los sueños de mi madre...
pero hay otros
en que quisiera pegarme
un tiro en la cabeza.
Hay momentos en que todo
me sabe a indiferencia.

Hay días en que leo un verso
de Vallejo y me emociono...
pero hay otros
en que hurgo en las tinieblas
buscando una quietud que no me llega.
Hay momentos en que todo
no es negro, ni blanco, ni gris.

Hay momentos en que Clelia
me devuelve un aroma de eucaliptos
pero hay otros
en que sólo son momentos donde
la nada se disipa y un vacio
se posa en tu sombrero.


ECOS DE LA MEMORIA

A Ernesto Cornejo Bouroncle


I
Allí permanecen, majestuosos,
orgullosos a la sombra de
una gloria ya perdida,
envejecidos en los cálidos
veranos que se ensañan en
 sus hojas , sus ramas,
bebiéndose la savia y
 marchitando sus raíces
anunciando la llegada
de un final inevitable.


II
Cautivo entre horas muertas
están los eucaliptos;
un aroma pasajero,
rostro de ángel,
celestial mirada que se
eleva sobre unos espejuelos
me devuelve tu ternura…
abuelo, Ernesto, a las puertas
del Paraíso he dejado
tus viejos acertijos.

El decreto de Dios fuera quebrado
se pasase el Leteo, y tal sustento
gustase, sin su parte haber pagado
 de contrición, de llanto y de lamento.
                                     
                 
III
Y en esos enigmas vespertinos
de letras y meditaciones,
el té se blanquea por la tarde
con ese Pan de Tropa en rebanadas
 tan puntuales como este recuerdo
de niñez, cargado de alegrías
y nostalgias olvidadas
que remecen viejos ánimos.


IV
Aferrado a ese recuerdo por
algunos instantes siento ceder
las voces de la memoria
y dejo esas voces muertas
en la prisa y asfixiante
cotidianidad de este día
en que los eucaliptos van
quedando atrás, muy atrás,
inevitablemente atrás,
como una leve resurrección
 inmersa en un encuentro fascinante
por mí desconocido.



               PUNTO
Llega la noche.
El cielo se estrella.
Un grillo canta. Ausente
otra vez el fuego de tu llama.
Noche. Un corazón que late
sin eco. Solitario. Guijarro
en el desierto. Abandonado.
No hay una mano que salude
al amor o lo despida.
Incertidumbre. Desolación.
Desamor. Triunfa la tristeza.
Muerte sobre la vida.
Vida bajo la muerte.
Punto.
                 
                     ABRIL
Llegó en abril, celeste y tierna
como una nube en arrebol,
como una suave hierba
entre ventiscas del verano.

Llegó en abril, entre los leves
pasos de los meses invernales;
fijó en las ramas un eco de silencios,
las hojas desmembradas
trazaron su camino,
entre caídas de sueños
y sombras del destino.

Llegó en abril, dulce y verde
como briznas en la yedra.
Lirios blancos en tus dientes lisos.

Llegó en abril, voluble, ligera
como la nube que escondía
esta liviana tristeza.


       ESCALERA AL CIELO
Un sueño
   una visión
     una semilla
       una planta
         un árbol
             un pájaro en la copa
             un viento fuerte
             una nube que pasa
                una pluma que vuela
   un trino que
                     anuncia
                  un sueño que
                  llega a las manos
                    de Dios.


                  HOMBRE A LA DERIVA
A Maricruz Piccardo,
Roma, cimitero Laurentino,
In Memorian.
Solo se quedó un día,
isla a la deriva
en medio de la nada,
sin gaviotas, sin musgo,
sin olas a quien saludar.

Nadie preguntó por él.
Tristes fueron sus madrugadas,
sus plenilunios, la sombra
delgada de sus manos;
nadie pisó la arena
donde una tumba esperaba.

Nadie asomó su mirada
sobre esos castillos fugaces
que el mar se llevaba.

Sus labios quemados
en ardiente sal,
también se cerraron
como luz de sol.

Sólo lo veló la luna,
vestida de tules blancos
donde dormía la vida.

Solos quedaron sus huesos
guardados por tenues sollozos,
lo cárdeno sobre la muerte
ha carcomido sus ojos.

La muerte sobre la vida
vibró como un arco de sueño,
y ya no hubo tiempo,
ni agua, ni luz,
ni aire, ni tierra,
ni nada.


           NOCTURNO
Ese alguien
que entra por mi ventana
cuando sueño.

Ese alguien que camina,
ama, ríe, llora
y habla de mil cosas.

Ese alguien de mil rostros
que desanda por caminos 
misteriosos,
entra por mi ventana
cuando duermo.

Ese alguien que es calor,
frio, viento, deseos,
sensaciones, aromas,
huye de mi ventana
cuando yo despierto
llevándose mis sueños.





ARTE POÉTICA
Palabra, pluma al viento
que en río cristalino
el agua arrastra
en musical sereno.
Perdiéndose, en silencio,
el alma mía en estas
tristes horas, navega,
presurosa, en agua
por la noche ennegrecida.

Cual mar de arena
de rizas dunas lentas,
también el alma se solaza
en la tristeza de aquesta
solitaria tarde de llanezas.

He de calmar con miel de sueños
la negra noche que me espera;
adiós, sueño querido,
sueño que aguijas mis recuerdos,
sueño de amor, de amor perdido,
estela negra de mis pasos idos.





LLANTO PRIMERO

Para Martha Ubillús Chávez

Fue el primer llanto, tan puro,
que me dejé caer
como una hoja sin destino.
Fue llanto del viento,
del que va y viene
como el río que
regresa con el tiempo.

Fue un llanto tan tierno
que ella, conmovida,
me pidió que no llorara,
 que todo era cosa de niños.

Y yo dejé de llorar
y sonreí al verla irse
por la calle aquella
de mi llorar primero...

Sonriente, dulce, tierna
como una mano que se

eleva al viento.




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