domingo, 1 de noviembre de 2015

DARDOS Y EXTRAVÍOS





Para Alejandro Guerra
y Angélica Domínguez,
lluvia fresca
eternizada
en mi corazón.




MOMENTOS


Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.
Vallejo.



PRIMER MOMENTO
Nací como nacen todos,
llorando.
Vine como todos
vinieron,
desnudo, desprovisto,
mamando el néctar
de un seno doliente,
mojando mis labios
en la leche caliente
de un mundo extraño.

Del agua a la tierra,
del confín sin aire
al verde que florece,
al azul que humedece
a la luz que ilumina,
vino el cuerpo llorante
a decir su palabra,
a sembrar sus raíces
en un mundo sin historia,
sin pasado, sin memoria.





SEGUNDO MOMENTO
De la casa quedan
solo restos.
Un jardín de espejismos
con sus geranios marchitos,
con sus dientes de león,
con su nisperal frondoso
que daba tantas sombras,
tantos frutos,
tantas vagas alegrías
y otras tantas.

Ya las calles tienen otros rostros,
otros hombres que caminan,
otras voces que se cuentan
sus andanzas y sus cuitas,
otros nombres que las nombran.

Ya no hay risas de niños
ni rodillas sucias;
no pegas ni escondidas
ni la lata chancada
cortando el aire
ni el palito que trisca.
El trompo ya no gira,
los hoyos sin canicas,
la cuerda que no salta,
los yaces que no brincan,
el tejo dormitando en la vereda
entre números perdidos
entre el tiempo y la memoria.



TERCER MOMENTO
Sueño soy de aquella
mujer que duerme
en ese lecho;
sueño fue también
ella en otro tiempo.

Sueños somos de
seres que se repiten
a sí mismos, en tiempos
diferentes, en lechos diferentes,
bajo lunas que se muestran
solo a tientas, entre
sombras temerosas
de amar y ser amadas.

De la vida que pasa
queda muy poco…
casi nada





LAS VELAS


A la memoria de don
Alejandro Guerra,
hombre de fuego
y cera.



Ese era su nombre,
con esa seña debe
reposar en la tierra
húmeda protegido del
sol inclemente del verano.
Aferrado al frío
que la muerte ofrece
a los llamados a su reino
de sombras y tinieblas,
hay de descansar sus huesos,
sus bondades,
su voz serena
que aliviaba tempestades.

Alejandro era su nombre,
Guerra su apellido;
marca de ignominia
para quien fue luz
entre los hombres,
nieve entre los fuegos,
calma entre tribulaciones.

La cera de las velas
lagrimea,
la llama de sus manos
fulgura entre la bruma
en que la noche
serpentea en su locura.
La pita engrosa
entre colores,
la leña arde,
lenta, casquivana,
fulgurante,
como una nube
que emerge de la tierra
quemándose entre bosques.

Las velas duermen, Alejandro,
y de esos años solo quedan
mis recuerdos guardados
con recelo y gratitud.
Que la piedra dura,
insepulta, guarde esos recuerdos
como un tesoro inapreciable,

buen amigo.





LA MALA VOZ

Su voz tronaba entre las
paredes,
amenazante,
grotesca, humillante.
Era su voz cortando
el aire,
una pesadilla cotidiana,
inesperada, pero frecuente;
martillo y yunque
moldeando al hierro,
rompiendo sueños,
rasgando corazones,
el hombre gruñón
donde las hadas huían
espantadas,
desesperadas,
aferradas a un perdón
divino de un Dios
que dormía la borrachera
de su gloria en algún
lugar lejano.
Pobre Padre,
hombre sin corazón
perdido en las tinieblas
de una niñez sin nombre;
un mendigo mendigando
un abrazo, un beso,
una caricia,
una carta de presentación
a mil preguntas.

Atrás los reproches
y las dudas,
atrás las sombras
oscureciendo los recuerdos;
todo en el trasto
ahora que la cruz
duerme sobre tu pecho
en sueño eterno.

Reposo al alma
que responder no puede
a sus tribulaciones.
  


VIDA Y TIEMPO

Hablar de mi madre
es hablar de rosas y geranios,
de fruta fresca, de primaveras
en mariposas coloridas,
del nisperal de la casa
natal donde mamá alumbró
ríos que perduran.

Hablar de nosotros
es verme entre las sombras
de un perdido espejo;
reflejo de mi infancia
entre ojos sorprendidos;
es correr entre la hierba
anhelando nubes
y lluvias vespertinas.

Hablar de nosotros
es hablar de Dickens y Salgari,
es soñar como sueñan
los niños entre
mantas y edredones.
Es hablar de vida y tiempo
¡oh!, niñez, visiones, pasajeras.
¡oh! niñez de tiernas alegrías.
¡oh! de cielo y astros,
de ángeles volando
en dulces sueños.



POESÍA

La voz me llegó
en los ojos de una niña,
en su andar danzarino,
en sus labios, en sus manos
de alabastro, en sus dientes
marmoleños, en su vestido
rosa de domingos,
en la sombra marmórea
de la blanca luna de San Juan.

Música del alma,
latir de un joven sauce
reverdecido en primavera.
Pentagrama deshojado
en el aire fue su amor.
Posada en la arena
de una noche clara
dormitó su voz
un silencio, una estrella
fugitiva que ondula
entre las ramas
llamándome a gritos
desde tiempos
innombrables fue su amor.
Esa voz que a pesar
de todos mis recuerdos
dormía en mi memoria

y escribí sobre sus ojos,
sobre esa voz infantil
que sangra en el espíritu.

Pero ella está ahora lejos,
sin rostro, sin voz,
sin piel que me recuerde
que está vivo
aquel amor
que es poesía.

  
NORIA

Primero tú
y tu palabra
clara y precisa,
flecha clavada
en el corazón.

Primero tú
con tu hablar
pausado,
certeza de tu voz
para decir te amo.

Primero tú
mirándome
a los ojos
con ese azul
de mar cansino;
en cada ola
un te amo,
en cada espuma
un te quiero.
  


ÉXTASIS SUPREMO

Tu boca
tu sonrisa
tu mirada
perdida
entre la brisa
de un mar de claridad
en que se ahoga
mi voz
de amor
de sueño
de eternidad.



PRIMER RUMOR

Rodeada de voces
familiares
sientes mi presencia.

Quisieras huir
y perderte
entre el viento
que silba salvaje
y la noche cerrada
que ofrenda
su misterio.

Pero algo te detiene
y cierras los ojos
a ese sentimiento
que te acosa.

Latir desconocido,
flor bella
que perturba tu sueño
es amor.



EDÉN

Un libro
música de cámara
un trozo de queso
y una copa de vino.

Sin ruido al oído
navego entre los cielos,
dejo atrás amor
llevo solo olvido.




MOSAICO AMOROSO
Si solo por amor
tomas tú el amor,
y le das la seriedad
que la seriedad requiere,
sabrás que el amor lo tiene
quien quiere tenerlo en serio;
sin embargo, y es bueno
decirlo ya que hablamos en serio,
que es el amor, juego peligroso,
(y todo juego es solo juego
donde no vale el hablar)
entre dos seres que se enfrentan
en este lance, temerosos,
de perder en vez de ganar.



SE ME AHOGA LA VOZ
Se me ahoga la voz
cuando te veo.

Pájaro perdido
en los confines del tiempo
tu cuerpo y el mío.

Blancas tus mejillas
bajo tus ojos grises;
canción de cuna en tu boca
para mis tardes tristes.

Se me ahoga la voz
cuando te veo.

Flor que duerme en tus manos:
pálida, perdida,
polen virginal
en una flor dolorida.

Quiero arrojar de mi alma
ésta, tu negra pena;
esa que llora en silencio
como una aureola en el cielo.

Como una vela dormida
vago en la noche incierta.



LA VEJEZ
Es el tiempo que pasa/
el que arruga la piel
y seca la memoria/
el que marca la frente
sin escritura que testimonie
que fuimos voces/ aliento/
corazón que late/ hombre que
camina, ama y ríe./
Somos polvo que piensa/
barro que respira/
algo más que carne
que caliente el lecho
donde el cuerpo goza./
Esa es la vejez/ luz que
muere en cada día
cargada de sombra/
de oscuridad, de lejanía.



DILUVIO
Yo soy de los que sueño
siempre con mis muertos,
con aquellos que duermen
entre nieblas y olvidos,
aquellos que recorren
caminos perdidos entre
campos de recuerdos,
de amores, de tantos
sinsabores que la muerte
no priva ni desdeña.
¿Por dónde irán esos senderos
misteriosos donde huelgan
los dioses, los rezos,
los pinos verdes, la
verde hierba y las encinas?
¿Todo estará triste en ese
mundo oscurecido, en esa
tierra sombría donde los ojos
ciegan y la voz es muda?
agua, fuego, luz, sombra,
viento, lluvia, trueno, …
solo palabras sin sentido
donde no existen pasos ni
el latido de una vida
que nos traiga una paloma
con laurel al pico.



SOMBRAS DE LAS VENTANAS CON FLOR

I
¿Dónde está el amor
y su dulzura,
dónde el lirio
y su blancura?
¿Dónde el soñado jardín
en que se juntan las almas,
dónde el aroma del lirio
y la fragancia del jazmín?

¿Dónde la lluvia,
el rocío, el sol
con su brillo de ardor
y de amarillo?


II
Por donde mi pensamiento
camina, nada o vuela,
se abre tu mirada
en un hilo de luz
que todo lo embellece,
que todo lo trasunta
en paz y amor.

Que tranquilidad ésta,
que acaricia y serena
el alma con un candor
de ángel infinito.


III
Y partirás como una pena
somnolienta, desvelada rosa
de un confín lejano.  

Clamaré a tu puerta
en la mañana,
regaré el jardín
en la alborada,
y en la tenue luz
de mi recuerdo,
dejaré en su duelo
la rosa en tu ventana.


IV
Llegan de a poco.
Tu risa, tu mirada,
el nácar níveo
de tus manos.

Llegan lento
Tu boca, el iris verde
de tu luz, tu voz
irrepetible bañada de rocío.

Llegaron, sí, llegaron…
y se fueron lejanos
como una brisa presurosa.


V
Del árbol cae el fruto
que hace eco en tu pecho,
como un sonoro sistro
que anuncia un cortejo.

De luna está tu cuerpo,
de oro tus cabellos,
de plata fina
tus piececitos blancos.


VI
Mis sueños duermen
en una flor enamorada.
Zumbido incesante
y laborioso, corona su faena
de música ligera.

Danza, promesas de amor
que se derraman
entre pétalos de magia.

Cautiva de su amor,
duerme la flor bajo
el canto suave
de la luna blanca.


VII
Igual que la espuma en el mar,
duerme una alegría en mi alma.

Es Mamá que ríe,
en fuego, en cielo raso,
en río de aguas claras
corriente abajo.


VIII
Tú y yo,
dos almas de plata
llenando las calles de llanto.

Las calles abiertas a nuestro paso,
dos muertos
caminando lentamente
con el corazón en la mano.

Ya no voces, sino silencio.
Quebrado de mañanas
Quedó el cristal de los sueños.


IX
Esa doble vida
de dormir y soñar,
vivir para morir,
vivir para olvidar.

Amar en la vigilia
para olvidar dormido,
vano querer a quien se olvida
cerrando los ojos a la vida.


X    
Pluma que se eleva
como una nube ligera,
trino alado, canto del viento;
cruza a ras del cielo,
sobre el bravío mar,
en dulce oración
mi pensamiento.


XI
Como árbol solitario
mi corazón cruje
solo y triste.

Bajo la luna duerme
en un sombrío rincón,
-  quieto y mudo -
esperando a la aurora
con sus nuevas tristezas.


XII
Te busco entre las hojas,
entre nidos de pájaros
e hilos de plata,
que presurosa teje
la araña alada.

En la rama más alta
reposas tus ojos,
como dos verdes luceros
en la noche calma.


XIII
Llegaste entre risas
de aurora,
y tocaste a mi corazón
en el aura vespertina.

De blanco lirio
se vistieron los días,
como luz de mañana.
Se posaron tus besos
sobre mi alma.

¡Qué vana oración
la de esos días!


XIV
Dijiste siempre,
y mi voz dijo siempre.

¿Es verdad tanta mentira
que resulta imposible
llegar a la verdad?

Dijiste una verdad
que era mentira,
y fiel a esa mentira
viví sin la verdad.


XV
Mi tristeza
lo abarcaba todo,
 y llorabas tú
junto a mi lado.

Por la noche, con tristeza,
la luna llora
bajo un panal de estrellas.


XVI
Jardín, florido,
pleno de verdor en primavera,
con una gota dulce
de esperanza.

El sol entibia la mañana.
El agua entre la hierba,
pasea como un velero ciego
entre las hojas secas.

En el follaje denso,
el amarillo sol, posa y pasa
entre las sombras granas
la suave luz de su remanso.


XVII
Ya no seré yo. He muerto.
Mi confianza, otrora,
firme, constante, leal,
quebrada como frágil rama,
navega a la deriva, sin prisa,
en un monótono venir
de olas, espuma y brisas.

Perdida y confusa,
anda y desanda
esta vieja pena,
muerta a la alegría,
muerta a la vida.


XVIII
¿Dejar pasar la vida,
breve o lejana, sin vivirla?

Es barro inútil
el que respira día a día.

Por cada hora que pasa,
la tierra, sin duda,
se acumula a cada paso
resentida.


XIX
Tus ojos azules, Madre,
eternos de luz y lágrimas,
toman del rocío matutino
lo humano y lo divino.

Vida que transcurre
allá en lo eterno,
es el dulce canto
que escucharás dormida.


XX
Yo solo pienso
dentro de su recuerdo.

¿Qué tienes tú?...
Solo su vago sueño.

Yo soy el que ha vivido
sujeto a su pensamiento,
déjenme vivir llorando
déjenme con mi lamento.


XXI
Hice un castillo de sueños
con granos de arena de plata,
yo la saqué de la playa,
vestida de algas y nácar.

La espuma
bañaba su cuerpo,
de sal y cristales de luna,
yo la encontré tiritando
en rizas y ondas de agua.

La noche
cubierta de niebla,
caía con lluvia salina,
ella se fue con la brisa,
bañada de aura marina.


XXII
El tiempo se ha llevado
mi corazón a jirones.
¿Qué ha quedado
de esos fugaces tirones?

Ha salido en mi velero,
audaz pescador de ilusiones,
red vacía, llanto nuevo.
¿Dónde habrá nuevos luceros?


XXIII
Pintan de amarillo
las montañas,
la nieve corona
su blanca aureola…
y tú, muda, siempre.

Trina una pajarillo,
trisca otro en alegría,
también el grillo grilla
de emoción, echado en el
azul de una mañana.
Y tú, nada, siempre, nada.

En cielo oscuro
diamantado, juega
la luna con el mar
en blanca espuma,
y todo alrededor es alegría.

Y tú, muda, siempre…
como si algo en la desnuda
vida hubiera muerto.



TU MIRADA. ¡QUÉ TRISTE!
Tu mirada. ¡Qué triste
Llega tarde con la primavera,
entre flores y trinos
con la primera mañana.

Llega sola, embriagada de aromas
y manos entre espinas,
entre nubes que besan
las perdidas ilusiones
de un amor que no descansa.

Llegas, amante desvelada,
posado en tu regazo la mortaja.

Llegas siempre, como un rezo,
como un clavel en el mar,
como un jacinto en el desierto
marchito por un beso.



PEQUEÑO PÁJARO DORMIDO
Pequeño pájaro dormido,
aún revolotea en mi corazón
tu amor perdido, es esa,
mi niñez forjada en aire y fuego.

(dador de música, dador de amor,
trina el dolor en tu pico piador)

Tú volarás en dos inmensidades,
donde las lunas suben y los soles bajan,
donde vive lo imposible hecho posible,
por la gracia sola de tu amor perdido.

(dador de música, dador de amor,
trina el dolor en tu pico piador)

Vuela otra vez, pájaro perdido,
cántele a las flores sus colores,
a los ciegos tus aromas,
al sordo la música
de tus mullidas alas.

(dador de música, dador de amor,
trina el dolor en tu pico piador)

Embriágame de amor, alas de canto,
silba entre las hojas de álamos ocultos,
recuérdame que vivo y que aún no he muerto.
¡Oh! trino melódico perdido entre la bruma,
pájaro señero de mi vieja cuna.

(dador de música, dador de amor,
trina el dolor en tu pico piador)

¿Escucharé tu canto en el balcón
que mira el mar nostálgico,
ese mar de azul y grana
de sol en su cristal de infinitud?

(dador de música, dador de amor,
trina el dolor en tu pico piador)



HOY ME HARÉ LA IDEA
Hoy me haré la idea
de que nada ha cambiado,
que el trino de los mirlos
sigue despertando tu asombro,
que tu cabello conserva
la fragancia de tu enjuague, matutino
que los niños que acaricias
siguen teniendo la sonrisa
de la fotografía
que llevas celosamente
en tu cartera esa que muestras
a las amigas con la ternura
propia de las noches primeras.

Hoy diré que estas de vacaciones,
que te sientes indispuesta,
que estás en parciales
y que tienes la premura
propia de los adolescentes
cuando el tiempo golpea
los sueños y araña las ilusiones.

Hoy me haré la idea
que las cosas tristes
son flores que vuelan,
leves y ligeras
como tus palabras.



ES LA MEMORIA QUE NO DUERME
Mi memoria duerme en tus ojos/
en el fuego de tus cabellos/
en tus manos con las caricias
perdidas/ en tu boca/ en palabras
de amor que el tiempo
ha envejecido.

Yo no soy un hombre sin historias; /
soy el aire que golpea al tiempo
en su vejez y su pasado, /
la luz que ha buscado tu aliento
entre las sombras.

No le pidas olvido
a quien tiene días que contar
y cuentas que saldar.

Piedras llevo aún
a todos los lugares
donde arde el fuego

de tu amor perdido.



         SIEMPRE
Siempre la ilusión de ese Puerto
que no llega,
siempre ese vacío entre las manos
aunque la tierra luzca sus bondades,
siempre ese siempre que parece
agonizar en las palabras,
siempre mi pan diario agriando
mis mañanas,
siempre el rostro de mi madre
vagando en los adioses
de mis sueños,
siempre este siempre que no
     deja de ser siempre.




EN POCAS PALABRAS
Un camino
una calle
una casa vacía.
Fin de la historia.


UNA FÁBULA
Un corazón que se rompe.
El tiempo perdido
en palabras inútiles.


RUTINA
El amor
es eso que hacemos
cuando perdemos
el sueño.



l