domingo, 24 de octubre de 2010

Séptima Parte: CANTO AL AMOR

Amores fallecidos

La muerte es el más alto
premio de la vida.

                       John Keats

El temor a la muerte es
peor que la muerte misma.

                       Publio Cyro

Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de morir
entre pájaros y árboles.

                       Javier Heraud


A LAS  EXEQUIAS DE DOÑA MARIANA JOSEFA DE AUSTRIA

José de Antequera y  Castro
Peruano

Cuando difunta admiro, ¡oh fiel señora!,
de tu regio esplendor la luz primera,
¿qué esperanza la flor tendrá en su esfera,
sabiendo que también muere la aurora?

Desengaño a la vida le atesora
ese espejo que mustio reverbera,
cuya eclipsada luna es más severa
para quien si la ve no se mejora.

Descansa en paz; pues tu virtud me avisa
la corona mejor que te declara
el que allá en las estrellas te eterniza;

que a mí para seguirte me prepara
el religioso saco en su ceniza
del fin postrero la verdad más clara.


LA CASA DESIERTA

José Santos Chocano

Peruano

¿Esta noche? -¡Esta noche!- Fue la última cita
No recuerdo ya ahora por qué suerte maldita
esa noche no pude concurrir. Me figuro
qué nerviosa estaría sondeando lo obscuro
por mirar si venía. ¡Con qué rabia el pañuelo
mordería y los ojos clavaria en el cielo!
¡Que de siglos, Dios santo, me esperó! ¿Quién alcanza
a medir cuánto tiempo cabe en una esperanza?
         En la noche siguiente,
         me paseé vanamente
por su calle, miraba sus cerrados balcones;
y pensaba que el muro de la casa paterna
separaba para siempre nuestros dos corazones.
Esa noche fue trágica; esa noche fue eterna...
Y otra noche, y otra noche, y otra noche, el paseo
por su calle fue inútil!. Me incendiaba el deseo,
me cegaba la angustia de pedirle perdones
y poner en contacto nuestros dos corazones;
pero siempre miraba los balcones cerrados,
y las puertas vetustas de herrumbrosos candados...
Comprendí que la hermosa desdeñaba mis penas:
sin tener ya el refugio de mis horas serenas
         en alegres derroches
         malgasté veinte noches;
pero todo fue inútil, porque mi alma sentía
el afán de que, al cabo, tal mujer fuese mía.
         Y volví nuevamente
a pasear por su calle. Pero, quise aquel día
decidirme ya a todo: como nunca, impaciente,
         golpeé entonces su puerta;
y escuché sólo el eco de una casa desierta...
...Los vecinos dijéronme: -¡Hace un mes que vivía!...
¡Treinta noches estuve, siento horror todavía,
treinta noches haciéndole el amor a una muerta!


LA NOSTALGIA ME HA TRAÍDO

Guillermo Delgado
Peruano

La nostalgia me ha traído
         ahora que  ya eres
                   muerte
                            hedor
                                      polvo
                                               olvido


Y yo tan sólo
         para ti
                   silencio
                            ausencia
                                      nada


SONETO DEL IMPOSIBLE OLVIDO

Ileana Espinel
Ecuatoriana

¿En cuál región inhóspita me entrega
la sombra errante su fulgor herido?
¿En este corazón enlutecido
o en este mar de la pupila ciega?

¡Ah, si soñara el vértigo que llega
desde el pasado, con su Edén perdido,
a rescatar del imposible olvido
este sollozo que mi sangre anega!

Lágrima dulce que de mí resbalas,
aíslame en la noche de tus alas
para vivir el día en que me inmolo;

mientras –ajeno a mi mortal ternura-
esa maravillosa criatura
duerme en los brazos de la Muerte. Solo.


A LA MUERTE DE DOÑA MARÍA BÁRBARA DE PORTUGAL

Basilio García Ciudad
Peruano

Es guerra, es llanto, es susto y es fatiga
lo que vida por todos es llamada;
muerte es la vida así considerada,
vida es la muerte que este mal mitiga.

Es guerra por tener quien la persiga;
es llanto porque es ley nunca violada;
es susto porque hay duda en la jornada,
y es fatiga el engaño en que se obliga.

Si ésta es vida, no lloren los reales,
cuando el juicio es su mérito no yerra,
libre Bárbara está de tantos males.

Pues, volviendo a la tierra lo que es tierra,
vive exenta, en delicias inmortales,
de susto, de fatiga, llanto y guerra.


TRAGEDIA SIMPLE

Carlos Alberto Leumann
Argentino

         Tenían quince años; con delirio
se soñaban los dos. Ella escondía
jugando su ternura, y él temía
decirle ni en secreto su martirio.

         Y volvían al pueblo cuando Sirio
con su flecha de plata al cielo hería,
y se pasaba un día y otro día
y ella se puso blanca como un lirio.

         Murió en un sueño... Y él  con paso tardo
buscándola en la fúnebre pradera
halló su tumba entre el crecido cardo.

         Allí tuvo una lúgubre quimera,
y, el alma herida de punzante dardo,
le confesó su amor por primera vez.


LA NIÑA DE GUATEMALA

José Martí

Cubano

         Quiero a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala
la que se murió de amor.

         Eran de lirio los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda.

         ...Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió casado;
ella se murió de amor.

         Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.

         ...Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer;
ella se murió de amor.

         Como de bronce candente
al beso de despedida
era su frente --- ¡la frente
que más he amado en mi vida!

         ... Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor:
dicen que murió de frío
yo sé que murió de amor.

         Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos;
besé su mano afilada,
besé sus zapatos  blancos.

         Callado, al obscurecer,
me llamó el enterrador.
¡Nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!


LOS SONETOS DE LA MUERTE

Gabriela Mistral
Chilena

                        I

         Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

         Te acostaré  en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

         Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos .

         Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos.

                            II

         Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por dónde van los hombres, contentos de vivir...

         Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente...
¡y después hablaremos por una eternidad.

         Sólo entonces sabrás el por qué, no madura
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.

         Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
sabrás que en nuestra alianza signos de rastro había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir...

                            III

         Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él...

         Y yo dije al Señor: “Por las sendas mortales
le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!

         ¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor”

         Se detuvo la barca rosa de su vivir...
¿Qué no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!


GRATIA PLENA

Amado Nervo
Mexicano

         Todo en ella encantaba, todo en ella atraía;
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia como el Avemaría:
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

         Ingenua como el agua, diáfana como el día
rubia y nevada como margarita sin par,
al influjo de su alma celeste, amanecía...
Era llena de gracia como el Avemaría:
quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar.

         Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar,
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría:
Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar.


         ¡Cuánto, cuánto la quise! Por diez años fue mía;
¡pero flores tan bellas nunca pueden durar!
Era llena de gracia como el Avemaría:
y a la Fuente de Gracia, de donde procedía
se volvió... ¡como gota que se vuelve a la mar!.


¡MUERTA!
Amado Nervo
Mexicano

         En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos.
asir quieren su imagen con ilusorio afán.
¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos!
¡Oh Padre de los vivos, a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a dónde van!

         Muy vasta, muy distante, muy honda, sí, muy honda,
¡pero muy honda! Debe ser ¡ay!  la negra onda
en que navega su alma como un tímido albor,
para que aquella madre tan buena no responda
ni se estremezca al grito de mi infinito amor.

         Glacial, sin duda, es esa zona que hiende. Fría,
¡oh, sí!, muy fría, ¡pero muy fría!, debe estar,
para que no la mueva la voz de mi agonía,
para que todo el fuego de la ternura mía
su corazón piadoso no llegue a deshelar.

         Acaso en una playa remota y desolada
enfrente de un océano sin límites, que está
convulso a todas horas, mi ausente idolatrada
los torvos horizontes escruta con mirada
febril, buscando un barco de luz que no vendrá.

         ¡Quién sabe por qué abismos hostiles y encubiertos
sus blancas alas trémulas al vuelo tenderán!
¡Quién sabe por qué espacios brumosos y desiertos!
¡Oh, Padre de los vivos!, ¿a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a dónde van?

         Tal vez en un planeta bañado de penumbra
sin fin, que un sol opaco, ya casi extinto, alumbra,
cuitada peregrina, mirando en rededor
ilógicos aspectos de seres y de cosas,
absurdas perspectivas, creaciones misteriosas,
que causan extrañeza sutil y vago horror.

         Acaso está muy sola. Tal vez mientras yo pienso
en ella, está muy triste; quizá con miedo esté.
Tal vez se abre a sus ojos algún arcano inmenso.
¡Quién sabe lo que siente, quién sabe lo que ve!

         Quizá me grita: “!Hijo!”. buscando en mi un escudo,
(¡mi celo tantas veces en vida te amparó!),
y advierte con espanto que todo se halla mudo,
que hay algo en las tinieblas fatídico y sañudo,
que nadie la protege ni le respondo yo.

         ¡Oh, Dios! ¡Me quiso mucho, sus brazos siempre abiertos
como un gran nido, tuvo para mi loco afán!
Guiad hacia la Vida sus pobres pies inciertos...
¡Piedad para mi muerta! ¡Piedad para los muertos!
¿A dónde van los muertos, Señor, a dónde van?


A UNA VIUDA

Manuel Ascencio Segura
Peruano

Muy temprano de apagó
la antorcha de tu himeneo,
         ¡ay señora!
Parece que se citó
la muerte con el deseo
         a una hora.

Aun la guirnalda de flores
ceñía tu frente hermosa,
         y el abrego
sopló con tales rigores
que puso en lugar de rosa
         crespón negro.

De noche, jardín florido
de delicias conyugales
         se engalana:
luego tumba del olvido,
de fantasmas sepulcrales
         la mañana.

Ayer manto virginal,
luego corona de esposa
         te ceñías,
y hoy, al albor matinal,
ya de toca luctuosa
         te cubrías.

Grito de muerte retumba
en la bóveda sonora
         que se abriera.
Aléjate de esa tumba,
y tu juventud, señora,
         que no muera.

De la vida en el desierto
solitario peregrino
         sin amor,
es como sombra de un muerto
que aparece en el camino
         con terror.

Aun le queda en lozanía
al rosal que hiriera el rayo
         mucha rosa.
Aún tienes señora mía.
después del abril el mayo
         de la hermosa.


Torna, pues,  a coger flores,
para otro día nupcial
         más dichoso,
y presidían los amores
el tálamo conyugal
         delicioso.

Ya de dos la unión sagrada
tu segunda primavera
         solícita,
la segunda más preciada
y también que la primera
         más bonita.

¿Qué es una perla sin dueño?
¿Qué es solitario diamante
         aunque hermoso?
¿Qué es la vida sin el sueño?
¿Qué es la bella sin amante,
         sin esposo?

Deja, oh viuda, el morir
y torna al pie del altar
         muy lúcida;
vuelve, señora, al vivir del amar,
         que es la vida.

Todo en la tierra es mortal.
¿y ha de ser el luto eterno
         sin consuelo?
¿Siempre velo funeral;
siempre imagen del Averno,
         siempre duelo?

Ofendido amor, reclama
sus derechos naturales
         suspendidos:
amor, señora, te llama
a los festines nupciales
         prevenidos.

Deja, oh viuda, el morir
y torna al pie del altar
         muy lúcida;
vuelve, señora, al vivir;
vuelve al vivir del amar
         que es la vida.

NOCTURNO

José Asunción Silva
Colombiano

Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmedas las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos, esparcía su luz blanca;
y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes de la senda se juntaban.
Y eran una.
Y eran una,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga...

Esta noche
solo; el alma
llena de infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti mismo por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba...

         Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas...
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola, iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida
como en esa noche tibia de la muerta primavera
como en esa noche llena de murmullos de perfumes y
                   de música de alas
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras
                   de  las almas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de
                   lágrimas!


MI ÚNICO AMOR

Benito Zurita Nieto
Español

         Su mágica belleza seducía,
su angelical candor enamoraba,
yo al punto que la vi, ya la adoraba,
 porque en ella encontré la dicha mía.

         Siempre a su lado el tiempo transcurría
veloz, y nuestra dicha continuaba,
porque si yo la amé, ella me amaba
con tal pasión Dante envidiaría.

         Pero la dicha es corta. Axioma cierto.
Así, al vernos feliz llegó la muerte,
y al mover su guadaña en rumbo incierto,

         robó su alma, dejó su cuerpo inerte,
y yo al verla morir hubiera muerto
para seguir los dos la misma suerte.



Culpabilidad,
Remordimiento,
Compasión, Perdón

Los remordimientos se adormecen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos.

                       Jean Jacques Rousseau

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.

                       San Marcos V,7

...la compasión, la limosna de los pobres de espíritu.

                       Máximo Gorki

Porque lo que hay
       entre tú y yo...
será siempre
       el arrepentimiento
después del pecado

                       Guillermo Delgado

LA CANCIÓN COMPARTIDA

José Ángel Buesa
Cubano

Derramarás tus lágrimas, desventurado amante,
como un único llanto y un único dolor,
y en la anchura del mundo siempre habrá, en ese instante,
unos ojos más tristes y una pena mayor.

Abrirás la ventana cuando se enciende el día,
feliz con tu destino. Libre de todo mal,
y en la anchura del mundo cualquiera encontraría
otra ventana abierta y una alegría igual.

Maldecirás la noche viendo pasar el viento,
o crisparás las manos sin saber contra quién,
y en la anchura del mundo y en el mismo momento
ha de haber alguien, siempre, descontento también.

Y un día, cuando escuches el llamado profundo,
la señal para el viaje, la terrible señal,
quien sabe cuántos hombres, en la anchura del mundo
te seguirán los pasos en la sombra final...


ELLA AMARÁ A OTRO HOMBRE

José  Ángel  Buesa
Cubano

Ella amará a otro hombre,
Yo voy lejos, andando hacia el olvido,
Y puede suceder que alguien me nombre,
pero ella fingirá no haber oído.

Ella amará a otro hombre: el tiempo pasa
y el amor finaliza,
y es natural que lo que fue una brasa
acabe convirtiéndose en ceniza.

Aunque nadie lo quiera,
envejecen las vidas y las cosas,
y es natural también que en primavera
los rosales den rosas.

Es natural. Por eso,
ella amará a otro hombre, y está bien.
No se si ya olvidó mi último beso,
ni me importa con quién.

Pero quizá, un día,
oyendo una canción,
sentirá que esa vieja melodía
le cambia el ritmo de su corazón.

O será algún vestido
que yo le conocí,
o el olor del jardín cuando ha llovido,
pero algún día ha de pensar en mí.

O puede ser un gesto,
un modo de mirar,
o ciertas calles, o un botón mal puesto,
o una hoja seca que voló al azar...

Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
escuchando unos pasos en la acera
como los míos al atardecer.

Será en algún momento,
no importa cuándo, o dónde, aquí o allá
porque el amor, por parecerse al viento,
parece que se ha ido y no se va.

Y si en ese momento ella suspira
y él pretende porqué
le tendrá que inventar una mentira
para que nuca sepa por qué fue.

Ella amará a otro hombre, joven, bella,
tiene  que ser así.
Pero aunque él amará más que yo a ella.
¡ella no podrá amarlo más que a mí!   


AL DIOS INVENTADO

Gladys Rossel Huicí
Peruana

Yo te perdono, Dios,
                   yo te perdono
porque presiento en mí
                   tu tímida presencia;
te perdono tu mundo equivocado,
este juego extravagante
                   y raro
que inventaste allende
                   a tu existencia.

Harto duro ha de ser
                   tu aburrimiento,
tu incansable existir
                   en solitario,
que tuviste que armar
                   un caos nuevo,
un planeta complejo
                   y despiadado
que te aburrió jugar
                   en breve tiempo.

Yo te perdono, Dios
porque te entiendo,
fuiste lejos, tan lejos
                   en tu invento
que ahora nadie sabe
                   qué hacer
para darle sentido
                    a lo creado.

Yo te perdono, Dios
                   cada minuto,
porque veo con calma
                   y sin apremio
que este mundo tomó
                   su propio rumbo
sin leyes, sin principios
                   y sin metas,
enrumbando directo y
                   sin remedio
hacia un final oscuro
                   y congelado.


SI PUDIERA VOLVER HASTA TI...
Julio Garrido Malaver
Peruano

Si pudiera volver hasta ti,
ausente en la ausencia
de todos los que somos tus hijos...
Si pudiera volver
a donde contigo y sin quererlo
dejamos nuestras imágenes
que podrían haber llegado a rosas:
¡Con qué humildad de llanto
y claridad
colmaría tus manos creadoras...!
¡Con qué temblor de labios besaría tus ojos!
¡Y tendría palabras de amor para tu oído
como aladas campanas en tus fecundas márgenes
como despiertos cantos durmiéndose a tus plantas!
¡Te daría mis huellas del camino
mis hondas cicatrices mis signos mis heridas
y mis sueños difuntos
y mi esperanza mil veces desmentida:
para que ante el milagro y tu sonrisa
se tornaran en flores de novedad!

¡Y tú, bendita, siempre
en mi diezmado aliento vertirías efluvios
y me destinarías todas tus luces sabias!

         ¡Y al despertar del sueño
         despertaría
         con los brazos tan grandes
         como para abrazar
         la plenitud del cielo...!


CUANDO VUELVAS A MÍ

Aurelia Ramos

Argentina

         Cuando a mi lado vuelvas, triste y desventurado,
yo saldré a recibirte contenta y sonriente,
y apoyando en mi pecho tu rostro fatigado,
con ternura infinita te besaré en la frente.

Yo olvidaré tus culpas y tus iniquidades;
olvidaré las penas que en tu ausencia he sufrido:
callaré mis angustias: callaré tus maldades
y diré: “ !Lo he encontrado cuando estaba perdido”!

         No volveré a acordarme de tu fiero egoísmo:
de tu traición cobarde jamás me acordaré.
Valiente y abnegada, “yo siempre fui lo mismo:
yo te he querido siempre”, contenta te diré.

         Con gran remordimiento, pensando en tu falsía,
preguntarás con pena: ¿Qué pensabas de mí?
Mientras yo te olvidaba. ¿Qué hacías vida mía?...
“ !Amando tu recuerdo, rezaba a Dios por ti! “

         ¿Has sufrido en mi ausencia? –me dirás dolorido-
Tu mejilla marchita, roja y quemada está
¿es que has llorado mucho? ... Y yo ahogando  un gemido,
te diré sonriente: “ ¡Se me ha olvidado ya! “

         Si deseas ternura, te daré mi ternura:
si pretendes cariño, mi cariño tendrás,
y si pasión anhelas, la mía grande  y pura,
igual que la dejaste, igual  la encontrarás.

         Cuando a mi lado vuelvas buscando mi cariño
yo olvidaré tus culpas y tu inicua traición.
Te daré mi ternura si vienes como un niño.
Si vienes como un hombre te daré  el corazón.


EL AMANTE

Sandro - Anderie
Argentinos

Tengo que decirte adiós,
en silencio y sin nombrarte,
pues yo no puedo arrastrarte,
a pagar tan duro precio.
Sabemos que fuimos necios,
que todo fue una locura,
que no pocas amarguras,
llevamos compartidas,
que si lo dictó la vida,
que si fue nuestro destino;
solamente es el camino,
de aquel, de aquel que siempre camina.
Sé que tu amor he quitado,
a un hombre que es tu marido,
y hasta hoy he compartido,
lo que tú me has regalado,
más todo cuanto he  llorado,
en tu ausencia,
en muchas noches,
no son causas de reproches,
porque sabes, yo te quiero.
Que lo abandones, no quiero,
porque esto es causa perdida.
No causemos más herida,
que ya, que ya bastante tenemos,
pues si de hoy en adelante,
te llevo a vivir conmigo,
será pero el castigo,
que la gente nos depare,
pues mujer que se separa
del legítimo marido,
por otro que haya elegido
para darle sus amores,
es causa de mil rumores,
de calumnias humillantes,
aunque siempre por  delante,
la tratarán de SEÑORA.
Te recibirán sonrientes,
te preguntarán tus cosas,
pero sus lenguas curiosas
no preguntarán por mí,
aquellas que te conocen
habrán de bajar las voces,
para que tú no te enteres.
Sobre todo las mujeres
dando a su voz forma oscura,
y envidiando tu locura,
lo gritarán en silencio,
dirán que somos dos necios,
absurdos, crueles, malvados.
Que tú este paso lo has dado, bueno,
porque te tengo hechizada,
y verás eso no es nada,
porque delante de ti,
nunca te hablarán de mí
porque no podrán nombrarme,
tan sólo podrán llamarme
por un nombre que te daña,
palabra que lleva zaña,
que se dice por lo bajo,
que será como si un tajo,
te causaran al oírla,
y que de tanto repetirla,
lo dirán familiarmente,
nunca verás que la gente,
dirá que yo soy tu esposo.
Y eso, para mí es hermoso,
pero nunca lo dirán,
y es más, no me nombrarán,
mi nombre se habrá perdido,
es su marido dirán,
por mí ... El amante...

Por eso voy a dejarte,
manchar tu vida, no quiero,
sin ti, ya sé que me muero,
pero eso es cosa mía,
tal vez, quizás, algún día,
y en forma muy confidente,
a alguna amiga le cuentes
que tuviste un amante.
Mas esto aquí finaliza,
la culpa, fue sólo nuestra,
un botón basta de muestra,
los demás, a la camisa.   


MI CASTIGO

Zoraida Torres Bouroncle de Rivero
Peruana

Tener ansia de altura
y vivir en el llano
querer ser como el águila
y estar como el cordero;
callar todas las frases
de hidalguía, de orgullo
y ser tan sólo un perro
que lame el pie del amo.

Callar humildemente,
es estúpido y bajo,
me desprecio hasta el polvo
por cobarde y rastrera;
preferí lamer cieno
que mirar las estrellas,
me ofrecían altura
y me quedé en la tierra.

Hubo una alma valiente,
que me ofreció la gloria,
de un cariño, un hogar,
una fe y una historia.

Yo rehuí cobarde,
porque en mi alma de esclava
no cabía el consorcio
de lo bueno y lo grande.
Por eso me negué,
lo perdí y me perdí,
hoy tan sólo me queda
un filoso recuerdo
cual puñal zahorí.

Pude ser una reina,
gobernar el más grande
corazón de la tierra.
Subir hasta el parnaso
con su verbo de gloria,
dirigir un hogar,
donde el amor reinara;
creer en una vida mejor,
completa, clara;
y escribir nuestra historia,
con fluido de estrellas,
con pinceles de nácar,
y con frases de gloria.

Y me quedé en el limo,
mendigando cariño,
avergonzada, vieja,
resignada, sumisa.

Y si esta noche escribo
de este recuerdo inmenso,
es porque te he soñado
como eres, como piensas.
¡grande en tus vuelos,
grande en tu cariño excelso!
¡Hombre que me has querido
hasta el confín eterno!

Sé que mi pensamiento
golpeará hoy tu cerebro,
recordarás mi absurdo
mi incomprensión, y al fin
verás, como al conjuro
del dolor que hace sangre
he encontrado la puerta
del amor, aunque tarde.

Jamás verán tus ojos
mi vejez ni mi angustia;
de toda esta divina floración
que tú ansiabas de mí;
tan sólo quedan
un cuerpo que envejece,
un alma torturada,
un cerebro que enferma
y una fe que se acaba.

¡Nuestra Fe! Esa misma
va saliendo de mi alma;
nada que tú me diste
pudo quedar en mi.
Todo fue tan hermoso
porque de ti venía;
pero al tocar mi vida,
se hizo polvo y rodó!

¡Nunca tu bondad ingénita
sabrá de mis torturas
amo sin ser amada,
ruego sin ser oída,
si no fueras quien eres
gozarías sabiéndolo,
pero se que dolor
tu pecho sentiría,
por eso callo, callo,
tus letras no contesto
y ocultando mis cuitas
voy pasando los días!

¡Oh, si vieras mi cara!
¡pero tú que me amabas
no tendrás tal dolor!
Porque, pronto, una tarde
cuando menos lo esperes,
sabrás de mi partida
para un mundo mejor.


LO PASADO

Aurelia Ramos
Argentina

         Me aborrezco a mí misma, porque tú me has querido,
quisiera ni mirarme por no pensar en ti.
Tu amor y tus palabras quisiera echar al olvido,
Y no puedo olvidarte sin olvidarme a mí.

         Aborrezco los labios que tú has mirado tanto,
e hincándoles los dientes los muerdo hasta sangrar,
y al contemplar mis ojos, los cierro con espanto
miedosa de que en su fondo tu imagen encontrar.

         El alma grande y buena de que estaba orgullosa
amando hasta el delirio, en tu alma se fundió,
y hoy execro mi alma porque pienso furiosa,
que no podrá limpiarse del amor que inspiró.

         Quisiera ser de bronce y en un crisol fundirme,
poniendo el ser al rojo, crear un nuevo ser,
y al calor de la llama, valiente redimirme
de la culpa sin culpa de respirar tu querer.

         Me aborrezco a mí misma y anularme quisiera...
Todo en mí misma recuerda tu loco embeleso...
Tengo horror a mis manos, ni las miro siquiera
por no encontrar en ellas, las huellas de tus besos.


YO PECADOR

Abraham Valdelomar
Peruano

         Mi boca fue a manera de un ático panal
do acudieron los besos en lírico tropel,
abejas amorosas que llenaron de miel
mi espíritu sediento y mi carne mortal.

         Ha gravitado en mi alma, sincera y vertical,
la voz inexorable y cóncava de aquel
de testa fascinante que al bíblico vergel
arrancó la manzana con giros de espiral.

         Soy, Señor, de tus siervos, quien más ha delinquido;
el no poder amar fue mi pena más honda,
el no poder besar fue mi mayor tormento.

         Dame, de tus castigos, la acre copa redonda;
y pues soy de tus siervos el que más te ha ofendido,
yo te pido perdón... pero no me arrepiento