De qué valen vuestros llantos,
cuando la loza del sepulcro
no deja pasar las lágrimas.
Nocturno Primero
Nunca tan cerca al corazón
rozó la muerte su guadaña.
Nunca a la pena tocó el dolor
con tal violencia.
Nunca más tu risa indolente
ni tu voz amada
poeta divino.
Nocturno Segundo
Nunca más a mi oído
tus rabietas (niño engreído).
Nunca más el paso lento
de lascivias coéforas imaginarias
recorriendo tus insomnios
amando tu delirio.
Nocturno Tercero
No digas que la muerte
es un adiós eterno,
pues, de saberte un imposible
las palomas en mi alma
de tristeza llorarían.
Nocturno Cuarto
A veces me pregunto, César,
en que momento el infortunio
nos quebró la vida.
(Nuestros labios: oscura soledad
de brumas y vacíos).
Nocturno Quinto
Nuestras voces, César,
perdidas para siempre
en diálogos prohibidos;
frases en ciernes o
noches invisibles
deshojadas en árboles nocturnos
al compás de nuestro canto.
Nocturno Sexto
¿En qué momento de tu vida turbulenta
se apagó la luz brillante
de tus ojos encendidos?
Nocturno Sétimo
¿Por qué pones montañas entre nosotros,
Guillermo?, me preguntas.
Amor indefinible, César,
pero… al fin y al cabo amor.
Nocturno Octavo
El eco de un alma avejentada
traspasada de bosques y de noches
invade mi sueño en poesía.
¿Será acaso, César; que no hay paz
debajo de la tierra?
Venga entonces el fuego
a abrasar mi cuerpo
y que tu canto en una nube
abrase con su rezo
mi desvelo.
Nocturno Noveno
Tu risa: tan sólo mascarada
ocultando el desamor
que te invadía.
Nocturno Décimo
¿Por qué habrán montañas, Guillermo,
que separen los ríos?
me preguntas.
Amor indefinible, César,
Pero… al fin y al cabo amor.
Nocturno Undécimo
¿En nuestras horas de abandono
tus ojos en los míos
colmaron tu alegría?
Tantas respuestas sin preguntas
tantas preguntas sin respuestas
en los labios de la muerte
se silencian.
Nocturno Decimosegundo
Ave libre soy ahora,
viejo Yorick.
Mi corazón insepulto
al lado de tu ausencia incomprensible
arroja para ti sus confesiones.
Ya no tengo la ilusión
de echar tierra sobre tierra:
donde marchitan las ilusiones
se ha empantanado el tiempo.
Nocturno Decimotercero
Nos debíamos, poeta divino, este adiós,
y ahora que transitas con tu encanto
y con tu canto
el espacio y las estrellas,
el corazón, transido en lo sublime,
te brinda una oración
al darse cuenta que te extraña
y que después del silencio
de estos años,
sólo le resta decirte
uniéndose a tu voz:
He vivido sin ti
pero he vivido.
POEMA PARA ALBERTO
Para Alberto Valcárcel,
ausente y fugitivo.
Es duro despertar, y más lo es
la mañana con su prisa,
con esa urgencia que persigue
al hombre y a su sombra.
Luego ese ruido a multitud
que abruma, agobia, aturde;
el bruto que grita entre una
masa informe que se agolpa
en ruedas, calles, plazas
que hieden a sudor, a mugre,
a vértigo.
Vivir se ha vuelto, Alberto,
una forma de morir a plazos
llevando en muerte los bolsillos,
la bolsa en flor de muertos,
la tierra en puño en la cartera.
Una tarde me escribiste que la vida
se arrastra con lluvia, sol o viento;
hoy hay dolor en la memoria
en este anochecer de lluvia ausente,
de viento suave, de sol ardiente
que calcina.
¡Oh, amanecer de sueño frágil,
¡Oh, sed despierta de esperanza,
cautivo soy del desamparo,
sembrando luces, alisando flores.
Te has ido para siempre
y no te has ido;
pena que regresa a curtir la pena;
tú que remontaste el aire
en un poema de amistad
llevabas el color de las auroras
de un sol que nace entre montañas.
¡Oh, soledad transfigurada,
teme dolor en que suspira el alma.
Llevando flores, llevando rezos,
me atrapa la mañana entre ventisca;
bañadas de amistad están mis manos
unidas a la tierra en que dormitas.
Ahora que una rama se ha quebrado
en la soledad infinita de mis tardes,
he besado tus manos transparentes
extasiado en el abrazo que cerró
tus ojos, que apagó tu risa.
¿Fue tu rostro el que llevó
el color de aquel tormento
en que yacías tanto tiempo
confundido?
Duerme, duerme ya, niño provinciano;
niño que soñaste en la amistad del mar,
niño que lloraste en el cielo azul,
niño que jugaste con la nieve de tu infancia,
duerme, duerme buen amigo,
duerme que Dios está esperando
en las heladas de tu lecho.
Te has ido para siempre
y no te has ido.
devuélveme, tristeza,
ese abrazo interminable en que
suelo llorar desconsoladamente.
DURA BATALLA CONTRA LA TRISTEZA...
Dura batalla contra la tristeza
fue su partida.
¡Cuánto lloró ese corazón que la quería!
¡Cuánto dolor acumuló su pena!
¡Clamo tu nombre desde
las sombras, Señor!
todo fue en vano.
Ningún poder de dios
estuvo en su llamado.
PARÁFRASIS DE UNA CARTA ENCONTRADA
(Carta encontrada en el bolsillo de la chaqueta de Igostorlak Korsinsky, caído en el frente de Stalingrado en febrero de 1943. La misiva estaba dirigida a Alena Petrovich, su esposa.)
Espérame como yo espero que volveré,
sólo que nuestra espera sea dura.
espera cuando te invada la pena
mientras veas la lluvia caer y
la tristeza sea la tumba
de las aves enmudecidas
por el fragor de la guerra.
Espera cuando los vientos
borren la nieve y los truenos
retumben sobre las montañas
haciéndonos creer que todo
ha terminado.
Espera en el calor inclemente
cuando los otros hayan dejado
de esperar olvidando su ayer.
Espera incluso cuando mis cartas
amarilladas por el tiempo
sean parte del olvido.
Espera cuando los demás se haya
cansado de esperar;
espera cuando mis hijos hayan
olvidado mi rostro, y mi nombre
sea un recuerdo pasajero que
se mira como un trasto.
Espera aunque el sol se haya ido
y aun cuando en las tinieblas
de nuestra esperanza,
la luna también se ensañe
con nosotros negándonos su luz.
Y cuando aquellos que me conocieron
se sienten junto al fuego a brindar
por mi memoria, espera, no te apresures
a brindar por mi memoria tú también.
Espérame porque volveré desafiando
todas las muertes,
y deja que los que no esperan
digan que tuve suerte;
ellos nunca entenderán, que en
medio de la muerte, tú, con tu
espera, me salvaste.
Solo nosotros sabemos cómo sobrevivir,
es porque esperaste, y los otros no.
TRES MOMENTOS DE UN RÍO
Para Henry Moya Iparraguirre
I
Fuerte el calor,
fuerte el río
que baja
cañada
abajo,
fuerte las rocas
tenebrosas y
los hayales
que el follaje
en brisa moja
y en hojarasca
arrastra río abajo
este tormentoso fluir
de agua, piedra y lodo.
II
Ya la luna
solitaria, brillosa
como los cabellos
de algunas mozas,
ha asomado su rostro
argentino,
luciendo sus lunares:
unos oscuros, otros albinos.
El río apaciguado,
corre tranquilo
como si durmiera,
como un niño que sueña
en una nube de azúcar,
en una roseta de cera,
en una galleta de plata
en una cuneta cualquiera.
III
El río ha despertado
y viene por el sendero
escarchado,
algo azulino, algo encendido,
de añil sus aguas
van cobrando la bravura,
que duerme de noche
y despierta de día;
atronando entre las rocas
brama, salvaje y altanero,
corcel sin brida y sin jinete
sobre la piedra arremete,
roiendo, sacando de raíz
lo sembrado en la mala tierra.
VISIONES DE LA VIDA
He escuchado silbar al viento /
he visto lagos hermosos de una
claridad inmóvil /
he visto calles, bosques, montañas,
carreteras /
he visto al amor pasar ante mis
ojos y a la vida brillar hasta en
los meses de invierno /
He oído cantar a los pájaros en
la claridad meridiana de un
coruscante horizonte /
He vivido veladas interminables
en la apacible quietud de mi
soledad.
LA CANCIÓN DEL
SAUCE
Fui una pequeña
semilla
dormida bajo la
tierra.
El tiempo abrió sus
ojos
y vi la luz del día;
la noche
me lleno de
estrellas, de luna,
de viento suave que
arrulla y adormece.
Bañaron de rocío mis
mejillas;
el agua, la cellisca
y sus cristales
paliaron la sed de
mis raíces.
Un canto transformado
en armonía
mis tardes y mañanas
alegraron;
de plumas y piquillos
fue aquel coro
que en mis ramas se
posaron y anidaron.
Vi a los hombres
cruzando los senderos,
verdear los campos,
buscar mi sombra
refrescante cuando el
sol quemaba los caminos.
Vi las yuntas
arrastrando su tablado,
al boyero clavando su
picana entre la carne
quebrarse la testuz
al duro yugo y la coyunda.
Vibra mi copa, busca
el cielo:
y soy madero, y soy
brisa
y soy poma y soy
follaje
y soy resina y soy
goma.
Mis ramas anidadas
dan sus frutos
como un tenue suspiro
posado sobre un
sauce.
SÓLO LOS SENTIDOS
Para
Sara Sotomayor.
(1)
Cuando no fue posible
materializarnos en el
cuerpo
quedaron sólo los sentidos:
en una mano, en una
voz,
en el aire, en la
rama que cruje,
en el viento que
erosiona la roca
y en el agua que
disuelve la piedra,
en la visión de un
sueño
que es espejo en la
memoria.
(2)
Siempre la memoria
deleitándose en tus
ojos,
siempre un sueño para
huir
y ser azul o ser
nube, o
un guijarro perdido
en un
camino de peldaños
que sube.
Y al viento llamar
y al aura de un
destino
pedirle un ángel
pequeño
que haga de los
sueños
una razón de vivir.
(3)
Sólo en las sombras,
sin ojos, me atrevo a
imaginar
tu cuerpo. El brillo,
una mirada
en la que amar es una
suerte
que no nombras.
Me acerco a la luz
y al rodar y caer
en el abismo de mis
sueños,
no acierto a recordar
ni una letra de tu
nombre.
(4)
Nuestros nombres,
cantos de pájaros sin
cadenas
que vuelan, voces
libres,
piedra en el camino
que rueda sin sentido
en abismos de
tinieblas.
(5)
Tiembla el mar
en el vasto atardecer.
La ola puntual
con su blanca espuma,
con sus bancos de sal
en que salina la
arena.
La luna, blanca,
serena,
redonda de luz y
calma.
(6)
De frío, mi corazón,
se cubrió con tu
ternura.
Rayo a rayo
lo abrasó el calor,
fuego a fuego,
como una tarde
posada en la llanura.
(7)
Tu sangre y mi mano
asidas en el viento
que ahora es cielo,
que ayer fue lluvia
y mañana cielo.
Atrás la inútil lucha
del terrestre suelo
con los cuerpos sin
sentido.
(8)
Ya no tu boca sino tu
voz,
el eco tomado de mi oído,
el flujo de mis venas
que corre sin
sentido.
Yo que he amado
tus sombras y tus
pasos,
soy ahora eternidad
que late en el alba
de tu pecho
adormecido.
(9)
Siento el fuego que
me dice:
ahora, vencida, huyo
de ti como una
soledad
que estando sola
se hunde en el abismo
en que tus manos la
tomaron.
Presa de mis años
me oculto entre el
orgullo
humillado en que
vuelvo
a soñar en ese juego
en que mi piel se
entrega
al mismo engaño.
(10)
Desnudo de tus ojos
te visioné por
dentro.
Mi alma, mi ser todo,
se iluminaron en la
dicha
fugaz, etérea, de ser
el centro
en que escribí sus
nombres
en tu cuerpo.
(11)
La soledad, ausencia
del cuerpo, abrirse
a la mañana, sin
voces,
el recuerdo de un
llamado
inteligible. La fría
realidad
de palpar el aire
toca el rostro en un
espejo.
El vivir tormentoso
en una luz
que baja y sentir el
pasado
en el humo que sube
buscando
unas estrellas que no
brillan.
La indivisible luna
en su forma y su
color
ya no sueña lo
vivido.
(12)
Sentí una mañana
tu presencia como un
hierro candente
avivando
mi carne. Sentí tu
llegada en una confusión
de voces de otros
tiempos.
Mi alma arribó a la
noche
en un velero, mis
pies
desnudos, mi hondo
cielo.
Cruzó el viento
sin pensar de nuevo
que un viejo fuego
avivara su recuerdo.
(13)
En una primavera de
luces
y de formas, tu piel,
deshecha la tarde,
se confundió en las
sombras
de los cuerpos de
otros sueños.
¿Cuáles tus ojos?
¿Cuál tu boca?
Sólo un beso en la
mirada,
un gemido ahogado en
el mar
llega como una brisa
a mi oído.
Toco el cielo en el
atardecer
cuando se quiebran
las horas,
y mis manos se
humedecen
en un frío amanecer.
(14)
En la profunda vida
de una muerte que nos
llama
el tiempo se diluye
como
una luz hialina
sin voz, sin materia,
sin ecos que pueblen
las mañanas y las
tardes
de trinos y de hojas.
(15)
Perdido estoy sin
tiempo,
sin pensamiento,
sin las dos profundas
soledades
en tus manos
olvidadas
en lluvias y
silencios.
Dormido estoy sin
cuerpo
que me abrase, en
noche
ciega, en soledad de luto,
velando entre
tinieblas
la piel desnuda de tu
mano.
AQUELLA EXTRAÑA FORMA DE TRANSCURRIR EL TIEMPO
INVIERNO FRÍO
La
húmeda acera
anuncia
la llegada del invierno;
fugaz,
aterida,
calma
estación que llega
medrosa
a los árboles tranquilos
y
a la verde hierba.
Aguza
sus sentidos
mi
alma a sus latidos.
Desde
el alfeizar miro
en
alegría tanta, tu llegada,
viejo
amigo.
¡oh!
Invierno frío;
la
tenue palidez
de
nubes fugitivas,
cortan
de lleno el suave trino
de
aves ateridas de rocío.
Ya
no ruge, ni silba
viento
alguno, como tú,
dulce
amigo.
El
nisperal de Junio
se
apacigua, se sonríe,
se
desnuda de hojas,
de
frutos, de flores,
de
nostalgia plena
y armonía.AQUELLA EXTRAÑA FORMA DE TRANSCURRIR EL TIEMPO
Volvió a girar la rueda
del año mudadizo.
ROSSETTI
Jamás el tiempo
borrará de mi memoria,
tu andar divino,
ni tu risa, diosa.
No siempre la belleza
es lo que parece
ni el viento forja
camino entre las hojas.
De ti yo he sido
estatua pasajera,
aquellas que reposa
en soy y arena
aquella que no mira
sino el viejo horizonte,
en donde corren presurosos
los años y los días
y cuanto más recuerdo,
más bello me parece
el tiempo transcurrido
que arrastra el corazón.
Camino hacia la muerte,
el alma y el espíritu,
rosa y espina
en los viejos aromas
van llevando.
ESOS RECUERDOS QUE
SILENCIAN LA TRISTEZA
A
veces mis recuerdos
llegan
tristes/
triste
mi casa
y
la voz de mi madre/
triste
la calle
por
donde jugaba/
y
también tristeza
entre
mis palabras.
A
veces mis sueños
llegan
tristes
a
través de una ventana
que
mira hacia el pasado/
entre
un viejo nisperal
que
florece en primavera/
y
la casa natal
salmodiándole
a los santos.
A
veces mis recuerdos
son
sueños y mis
sueños
recuerdos/
ambos
navegando
por
el mismo mar
hacia
puertos diferentes/
las
olas y las palabras
espuman
voces de naufragios/
ayes
de ahogados
que
brotan del silencio/
cuerpos
ateridos de otros mundos
en
sales invernales.
A
veces mis palabras
en
mis ojos cobran vida
y
enmudece mi lengua/
el
tiempo es un cúmulo
de
arena en la clepsidra
cayendo
en una eternidad
de
voces y silencios.
LAS MAÑANAS DE
SÍSIFO
Cada
mañana
damos
de lleno
con
el mundo del ruido
y
del todos mienten.
Cada
mañana
desayuno
conversaciones ajenas,
pulgares
alocados
bajo
miradas perdidas en la nada,
el
caótico hormigueo
de
la plebe que se hacina
hasta
sudar la gota gorda,
la
que hace del vivir
aprisco
de carneros,
cenagal
de cerdos
en
cagadero de gallos y gallinas.
Cada
mañana
nos
golpeamos con el día,
con
la monotonía de la monotonía.
NOCTURNO EN VELA
You know I work all day
to get you money
to buy you things
JHON LENNON
Hoy he corrido las cortinas
y una luz nacarada
ha dado vida a mis ojos
y tu nombre ha caído
como una cascada
en el vacío.
He visto cuadros en la estancia
y sentido tus pasos en un largo camino,
he sentido tu aliento en la vieja cama
donde solías matar el tiempo
viendo envejecer las tardes
oyendo a los pájaros
somnolienta y aburrida.
Esa fue tu vida
y esa mi desdicha.
EL PÁJARO Y LA
PIEDRA
Unidos en la muerte/
volverás a renacer
piedra asesina/
a esperar silenciosa
un nuevo crimen.
TIEMPO PERDIDO
De nada vale
cerrarle los ojos al tiempo;
darle en el rostro
un golpe a la memoria;
pegarle un grito
al sordo oído del pasado:
tu ausencia,
polvo en una tumba
tocando lo invisible.
ORUGA
En germinal amanecer
desciendo por tus muslos
como oruga
que devora hojas.
CELEBRACIÓN DEL
SOLITARIO
La calle de mis ojos
mis recuerdos
(fruto de mis sueños)
y todas mía palabras
como trinar de pájaro,
raudo y fugitivo,
retornando de la vieja
tierra de surcos y añoranzas.
Y dándole el viento
a las hojas de mi árbol querido,
a las tardes
a la lluvia de nostalgia
que celebra con adioses
mis descansos.
LÍNEAS
PARALELAS
¿Sabes qué necesito
para olvidarte?
Una cruz sobre
tu pecho
y otra sobre el mío.
GRAVEDAD
Después
de una ráfaga de reproches
me quedo varado
sobre la tierra seca
sin más sombras
que tus palabras.
Yo y solo yo
aplastado otra vez
por el peso de las palabras.
g