jueves, 21 de octubre de 2010

Cuarta Parte: CANTO AL AMOR

AL BESO

                                      Justo es que al beso alabemos
los que del beso nacimos;
pues al beso le debemos
lo que en nuestros padres fuimos
y en nuestros hijos seremos.

                José Canovas

En la mejilla es bondad,
en los ojos ilusión,
en la frente majestad,
y entre los labios pasión.

                Ramón de Campoamor

Un inútil ruido
que siempre deja mil dudas
en quien lo ha recibido:
del que a Cristo le dio Judas.

                Manuel Osorio Bernard



HISTORIA DE UN BESO

Juan de Arona

Peruano

         Ansié besar sus ojos o su boca,
La punta de sus dedos o su trenza,
Y siempre, lo confieso con vergüenza,
La hallé más inflexible que una roca.
         No por esto mi espíritu se apoca;
Aunque a ceder mi pretensión comienza,
Y pues no hay argumento que la venza,
Pedí lo que por bajo el suelo toca.
         Movióla acaso mi actitud de hinojos,
Y al fin, de una princesa con la calma,
Su mano de cristal dio mis antojos.
         Yo la  volví por la sensible palma,
Y como por la boca o por los ojos,
Creí beber todo un raudal de su alma.


HISTORIA DE OTRO BESO

Juan De Arona

Peruano

         Era un beso que andaba peregrino,
Y muerto de una hurí por los pedazos,
La seguía a pesar de sus rechazos,
Buscando de sus formas el camino.
         Pidió posada al seno alabastrino,
Al rostro, al cuello y los redondos brazos,
¡ Y no la halló ni en los distantes lazos,
ni en los ardores de su busto fino!
Negáronle  hasta el ínfimo hospedaje
Que pidió de un mendigo con la instancia,
Siquiera a las orillas de su traje;
         Y al fin cual picaflor a la distancia,
Libaba en sus ardientes embelesos,
La dulce flor de unos soñados besos.


EL BESO

Federico Barreto
Peruano

         Con candoroso embeleso
y rebozando alegría,
me pides morena mía
que te diga: ¿qué es un beso?

         Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.

         Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.

         Un beso es... no seas loca
¿por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!


NOS BESAMOS

Andrés De Piedra Bueno
Cubano

         Nos besamos, ---¿ recuerdas?----- una tarde
En el espejo azul de la bahía.
La gaviota del beso aún vibra y arde;
¡no ha plegado las alas todavía!

         Nos besamos, ----¿recuerdas? y el poniente
sangró la primavera de sus ramos...
Luego el poniente se agolpó en tu frente,
cuando otra vez, y muchas, nos besamos...

         Y yo te dije la palabra viva
en la fuga ideal de tu mirada...
(Aún tengo el alma de tu amor cautiva,
pero tú ya no estás enamorada...

         Ahora, lejos de ti, te besaría
en la melena luminosa y bruna,
mientras rueda el azul de la bahía
la cándida gaviota de la luna...


UN BESO NADA MAS

Manuel M. Flores
Mexicano

         ¡Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía;
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría.

         ¡Un beso nada más!... Ya se perfuma
en mi alma derramándose la embriaga,
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impacientes vaga.

         ¡Júntase con la tuya!... ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos.
¡Pronto, dame tus labios; tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!
         Hay un cielo, mujer en tus brazos;
siento de dicha el corazón opreso...

¡Oh... sostenme en la vida de tus brazos
para que no me mates con tu beso!


TU BESO EN MI MEJILLA...

César Gallardo y Guido
Peruano

         ¡Tu beso en mi mejilla: tu flor, leve chasquido
de infinito... Soledad de un beso que no
cesa, que se queda. Leve sueño de una gota de
rocío...

         ¡Brilla, brilla tu beso, niebla de mí
vida... Beso tuyo, punto de luz, lucero de tu alma
que me dejas para siempre en el amor...

         Pero, ¡Déjame!, es la brisa del mar quien
acaricia la inconclusa rima de sueños
de tu eterno solitario beso.



EL BESO PURO

López de Molina
Español

He deseado a todas, lo confieso,
pero a ti solamente te he querido.
Contigo solamente fui vencido
bajo el arma triunfante de tu beso.

         Mi deseo sensual, es embeleso
de las bellas se queda poseído,
en la lujuria irrefrenable ardido,
como un león en una trampa preso.

         Pero por cima de las tentaciones,
por cima las obscuras seducciones,
por cima de los besos que he robado,

         a ti te quise y hoy te quiero
¡ y aún en mi boca permanece entero
el beso puro que a ninguna he dado!


El BESO

Julián Marchena
Costarricense

         Sintiendo la piedad de tu mirada,
la humilde florescencia del ribazo
a la menuda huella de tu paso
moría de una muerte perfumada.

         Cuando tu juventud amedrentada
por caricia y sostén buscó mi brazo,
la tarde se detuvo en el ocaso,
como una mariposa fatigada.

         En la profunda paz de aquel  retiro,
la táctica elocuente de un suspiro,
le dio a mi amor su comprensible clave,

         y al recibir tu beso, tibio y blando,
toda mi alma se quedó temblando,
como la rama en que se posa un ave.


FLIRT

José Martínez Jerez
Español

         Es absurdo, señora, que os enojéis por eso,
yo os juro que no tiene tanta importancia un beso
        
         para que perpetuéis esa ojera afligida
y creáis deshojada de pudor nuestra vida.

         No exige el accidente represalias ni agravios:
un beso es una rosa que se exprime en los labios,

         es como una palabra más grave y expresiva,
es como una mirada más intensa y más viva,

         pero que en el armónico mecanismo social,
sólo tiene un efímero valor sentimental,

         y al  cabo de una charla distinguida y galante,
puede perderse un beso como se pierde un guante.

         Es absurdo, Señora, que os enojéis por eso.
No es grave la inquietante mordedura de un beso

         y aunque inflame los labios (y el alma) su escozor,
ni se muere de pena, ni aún se enferma de amor.

         Pero si fue el ultraje tan ruin y tan villano,
y tan grande la herida de aquel beso tan chico,

         por qué dejáistes presa vuestra mano en mi mano
y sonreís ahora detrás del abanico?


TU BOCA
Miguel Rasch Isla
Colombiano

         Escollo de buriles y pinceles,
es tu boca una vívida granada
que pide, tentadora y encarnada,
un beso audaz que la disuelve en mieles.

         Cuando a la risa abandonarte sueles,
difunde en rededor  tu carcajada
el grato olor a fruta sazonada
que hay en la intimidad de los vergeles.

         Es abreviada gruta de frescura,
constreñido paréntesis de flores,
animado jardín en miniatura.

         La besaría con férvido embeleso
para sentir, muriéndose en amores,
la eternidad en lo fugaz de un beso


EL ÚLTIMO BESO

Felipe Sassone
Peruano

Tu boca hecha de amor y de ambrosia,
donde bebí de amor el rojo vino,
sobre tu rostro pálido y divino
una mancha sangrienta parecía.

Yo iba a partir y tú con ansia loca,
Estrechándote a mí, sensual y ardiente,
En un beso juntaste largamente
La fiebre de tu boca con mi boca.

Hoy nada  me interesa cuando existe:
pero aunque la nostalgia me tortura
al recordar tu amor y tu hermosura,

voy cruzando la vida menos triste,
porque llevo en los labios la dulzura
de aquel último beso que me diste.


TUS LABIOS

Felipe Sassone
Peruano

         Yo no sé lo que siento, que al mirarte
tiemblo y dudo pensando que te quiero,
pues no sé si es que vivo para amarte,
o si es por adorarte que me muero.
         Tu boca es una flor y es una herida,
y no sé si en tus labios de escarlata
bebo una esencia que me da la vida,
o un pérfido veneno que me mata...

         Tus labios pecadores y benditos
me sugieren  ternuras y delitos,
y mientras te acaricio se me antoja

         que son tus labios suaves y crueles,
porque tiene la boca dulce y roja,
así como  las sangres y las mieles.


ROMANCE A LA VENGANZA

Alfonsina Storni
Argentina

         Cazador alto y tan bello
como en la tierra no hay dos,
se fue de caza una tarde
por los montes del Señor.

         Seguro llevaba el paso,
listo el plomo, el corazón
repicando, la cabeza
erguida, y dulce voz.

         Bajo el oro de la tarde
tanto el cazador cazó
que finas lágrimas rojas
se puso a llorar el sol...

         Cuando volvía cantando
suavemente a media voz,
desde un árbol, enroscada,
una serpiente lo vio.

         Iba a vengar a las aves,
más, tremendo, el cazador,
con hoja de firme acero
la cabeza le cortó.

         Pero aguardándolo estaba
a muy pocos pasos yo...
lo até con mi cabellera
y dominé su furor.

         Ya maniatado le dije:
--Pájaros matáisteis vos,
y voy a tomar venganza,
ahora que mío sois...

         Mas no lo maté con armas,
busqué una muerte peor...
lo besé tan dulcemente
¡que le partí el corazón!

         Cazador: Si vas de caza
por los montes del Señor,
teme que a los pájaros venguen
hondas heridas de amor.


METAMORFOSIS

Luis G. Urbina

Mexicano

                   Era un cautivo beso enamorado,
de una mano de nieve que tenía,
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.

                   Y sucedió que un día
                   aquella mano suave,
de palidez de círio,
de languidez de lírio
de palpitar de ave,

         se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas con voluble giro,
huyó la mano hasta confín lejano,
y el beso, que volaba tras la mano,
rompiendo el aire se volvió suspiro.


ESPERANDO

Laura Victoria
Colombiana

         En mis labios ha tiempo madura
este beso que no has de exprimir,
este beso que muere de fiebre
o se torna en veneno sutil,
y me tiñe los ojos de sombra
y las ondas ojeras de añil.

         Maduraron los ramos de dátiles,
el espino tornóse más gris,
se enturbiaron las ondas del río
con las lluvias tenaces de abril...
Se negrearon mis ojos de noches,
Avivando la llama febril.

         Me cambiaste, insaciable, por otra
que la carne te hiciera sentir:
no bebiste en la copa de sándalo
leche y mieles que yo te ofrecí,
se enjoyaron mis manos de grana
en la angustia de verte partir.

         Vuelve el sol a tenderse en el río,
el maizal a tornarse marfil,
vuelve enero a enfermarse de luna
y el granado a cuajar un rubí...
vuelven roncas las grises cigarras
a prenderse en el tronco senil.

         Solamente en mis labios perdura
este beso que no te ofrecí,
que ha brillado a la luz del relámpago
o en el trueno ha podido dormir,
que fue nieve en la flor de otros labios,
¡porque nunca lo habrás de exprimir!



Odio, despecho, venganza,
queja, lamento, ingratitud
reproche, desprecio

                                      No honres con tus odios a quien no
podrás honrar con tu amor.

               Friedrich Hebbel
La venganza es siempre el placer de
un alma pequeña, débil y mezquina.

               Juvenal


Ingrato es quien niega el beneficio recibido;
ingrato es quien lo disimula; más ingrato
es quien no lo devuelve y el más ingrato
que todos es quien se olvida de él.

               Séneca


AL SEPARARNOS

Federico Barreto
Peruano

         Mañana, cuando llores sin consuelo
la juventud que pasa y no regresa,
y adviertas con dolor y con sorpresa
hebras de nieve entre tu pelo negro...

         Mañana, cuando sientas tu alma herida
y rueden sobre el polvo de la vida
las hojas secas de ilusiones...

         Mañana, cuando al fin una pena honda
te haga sufrir tormentos no sufridos,
y gimas, y nadie oiga tus gemidos
y llames sin que nadie te responda.

         Mañana, cuando caigas fulminado
al golpe de tu saña desmedida,
y me oigas pronunciar tu nombre santo
 con el último aliento de la vida...

         Entonces, ¡ay! Entonces estoy cierto
de que al fin te hará falta mi ternura,
y llorarás con intensa amargura
y tendrás compasión del pobre muerto...

         y desolada, inconsolable y triste
me llamarás con ánimo cobarde,
y yo desde la tumba que me abriste,
“ya es tarde ingrata” te diré, “ya es tarde”,
y al ver tu dicha y tu esperanza trunca,
exclamarás transida de quebranto:

         ¿ Por qué Señor, por qué no lo amé nunca,
si era tan bueno, si me amaba tanto?
y  sin tener quien te oiga ni te aguarde,
irá al cielo a perderse tu plegaria:
y yo desde mi tumba solitaria:
“ya es tarde ingrata” te diré, “ya es tarde”  


TU CASTIGO

Federico Barreto
Peruano

         Después de tu traición no he vuelto a verte.
Te ocultas porque temes que algún día
exclame en voz alta para perderte:
¡Esa mujer que pasa ha sido mía!

         ¡No temas nada!  Soy hidalgo y fuerte
y en  mi honradez de caballero fía.
Guardaré tu secreto hasta la muerte.
¡Antes que divulgarlo moriría!

         No seré yo, que fui feliz contigo,
quien salpique de lodo tu semblante.
Tendrás el desengaño por castigo...

         Algún día llorando como loca,
me llamarás a gritos, y tu amante
las manos viles te pondrá en la boca...



ANTES QUE TÚ

Federico Barreto
Peruano

         Sonríes al pasar, con ironía
Porque me juzgas un rival vencido...
¡Imbécil! ¡La mujer que has elegido,
antes que fuera tuya, ha sido mía!

         En sus labios de rosa bebí un día
La esencia del licor apetecido.
¿Y tú de qué te ríes? ¿Qué has bebido?
¡Las sobras en la copa de ambrosía!

         Ella probó en mis brazos la ventura.
Para mí fue flor de su hermosura.
Yo fui  --- sábelo bien --- su primer hombre!

         ¿Hoy la posees? No me causa enojos.
Cuando la besas tú, cierra los ojos
Y, bajando la voz, dice mi nombre...


VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS

Gustavo Adolfo Bécquer
Español

        Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
Y otra vez con el ala a sus cristales
                   Jugando llamarán.

         Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestro nombre...
                   Esas... ¡no volverán! 

         Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar,
Y otra vez a la tarde, aún más hermosas.
                   Sus flores se abrirán,

         Pero aquellas cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y Caer como lagrimas del día...
                   ¡Esas no volverán!

         Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar,
Tu corazón de su profundo sueño
                   Tal vez despertará,

         Pero mudo, absorto  y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido... desengáñate,
                   ¡Así no te querrán!


VARIANTE DE UNA CANCIÓN ANTIGUA

José Ángel Buesa
Cubano


En el tronco de un árbol voy a grabar tu nombre,
pero con mi capricho, vulgarmente galante,
dejaré satisfecha mi vanidad de hombre,
acaso más profunda que mi orgullo de amante.

En estas letras toscas que grabará mi mano,
tu nombre sin ternura crecerá hacia el olvido,
pues, fatalmente, un surco que ha florecido en vano
es cien veces más triste que  el que no ha florecido.

Y pasarán las nubes sobre el árbol que ignora
que hay amores fugaces como sus primaveras...
Y un día, al ver el nombre que estoy grabando ahora,
Me encogeré de hombros, sin recordar quién eras.


CARTA A USTED

José Ángel Buesa
Cubano

Señora: Según dicen, ya usted tiene otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante...
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa
se resigne a ser viuda sin haber sido esposa,
ni pretendo tampoco discutirle el derecho
de compartir sus penas, sus goces y su lecho;
pero el amor, señora, cuando llega el olvido,
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón, si es que la hiere mi reproche; perdón
aunque sé que la herida no es del corazón...
Y, para perdonarme, piense si hay más despecho
en lo que yo le digo que en lo que usted ha hecho;
pues sepa que una dama, con la espalda desnuda,
sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda
--pero no, como tantas, de un difunto señor--,
sino, para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor --¿recuerdas?--, fue un amor diferente
(al menos, al principio; ya no, naturalmente):
Usted era el crepúsculo a la orilla del mar,
que, según quien lo mire, será hermoso o vulgar.
Usted era la flor, que, según quien la corta
es algo que no muere o es algo que no importa.
O acaso, cierta noche de amor y de locura,
yo vivía un ensueño... y usted una aventura.

Si; usted juró, cien veces. Ser para siempre mía;
Yo besaba sus labios, pero no lo creía...
Usted sabe –y perdóneme--- que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante,
a quien  quizá le jure lo mismo en este instante.
Y como usted, señora, yo, con sed o sin sed,
nunca pensaba en otra cosa si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo, si le digo estas cosas,
pero ni los rosales dan solamente rosas;
y no digo estas cosas por usted ni por mí,
sino por los amores que terminan así...
Pero vea. Señora, que diferencia había
entre usted que lloraba, y yo, que sonreía,
pues nuestro amor concluye  con finales diversos:
Usted besando a otro; yo, escribiendo estos versos...


AL PERDERTE YO A TI...
Ernesto Cardenal
Nicaragüense

Al perderte yo a ti
tú y yo hemos perdido.
Yo porque tú eras
A quien yo más amaba.
Y tú porque  yo era
El que te amaba más.

Pero de nosotros dos
tú pierdes más que yo
porque yo podré amar
a otra tanto como te amaba a ti,
pero a ti nunca te amarán
como te amaba yo.


DESPUÉS DEL OLVIDO

Evaristo Carriego
Argentino

         Porque hoy has venido, lo mismo que antes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

         ¿Te acuerdas?... Recuerdo de noches lejanas,
aún guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñaste imitar, a ratos
no sé si a Lucía no sé si a Graciela.

         Y aquel abanico,  que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? Trasunto
de aquel apacible, distante verano...

         Y aquellas memorias que escribiste un día!
---un libro risueño de celos y quejas---.
¡Rincón asoleado!  Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...

         Pero no hay los versos: ¡Qué quieres!... ¡Te fuiste!
---¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!—
la nieve incesante del bárbaro hastío
¿No ves? Ha quemado mis líricas alas.

         ...¿Para qué añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios...
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
Que pone un rayito de sol en mis tedios.

         Y porque al fin vuelves, después del olvido,
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
una pobre loca borracha de luna!



A ...
Manuel José Cortés
Boliviano

Paso triste la vida
         porque la suerte
lejos del bien que adoro
         me tiene ausente.
Lucho con la desgracia
         sin esperanza
de hallar el bien que busco
         con tantas ansias.
De día mil pesares
         mi pecho agitan
y de noche redoblan
         su atroz porfía.

Aun en medio del sueño
         tu imagen bella
bañada en triste lloro
         se me presenta.
Tus lágrimas me corren
         por las mejillas;
mas despierto y conozco     
         que son las mías.


Cual planta que mudaba
         a suelo extraño
se marchita, así muero
         sin tu regazo.


CASO

Rubén Darío
Nicaragüense

         A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,

         que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: “Quedará sin vida”
si se pretende sacarle
el venablo de la herida.

         Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió
con el acero clavado,
el caballero murió.
         Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía,
con el venablo moría,
sin el venablo también.

         No comprendes Asunción
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?

         Pues el caso es verdadero:
yo soy el herido ingrata,
y tu amor es el acero:
¡si me lo quitas, me muero,
si me lo dejas, me mata!


LÁGRIMAS DE AMOR

Diego Dávalos y Figueroa
Español

Lágrimas que aumentáis el mar ondoso,
suspiros que crecéis el vago viento,
sollozos donde habita el descontento,
ansias en quien jamás hallo reposo.

Dolor intenso, fuerte y riguroso,
do yo perezco y vive el pensamiento,
falta de amor, adonde mi tormento
nasció, y asiste como poderoso;

dejad de atormentar esta alma triste
y dejad de afligir a este afligido
pues no os conviene apresurar mi muerte,

que quien causa mi mal y do consiste,
quiere que viva porque así rendido
esté para mostrar su rigor fuerte.


HOMBRES NECIOS

Sor Juana Inés De La Cruz
Mexicana

         Hombres necios, que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
         Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
         Combatís su resistencia,
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
         Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
         Queréis, con presunción necia,
hallar a la  que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
         ¿Qué humor puede ser más raro
que el que falto de consejo
el mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?
         Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.
         Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
         Siempre tan necios andáis,
que con desigual nivel,
a una culpáis con cruel,
y a otra por fácil culpáis?
         ¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
  si la que es ingrata ofende
y la que es fácil ofende
y la que es fácil enfada?
         Más entre el enfado y pena
que vuestro gasto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
         Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas,
las queréis hallar muy buenas.
         ¿Cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga 
o el que paga por pecar?
         ¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual la hacéis
O hacedlas cual las buscáis.
         Dejad de solicitar
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de las que os fuere a rogar.
         Bien con muchas armas fundo,
que lidia vuestra arrogancia:
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


LA CASA SOLA

Guillermo Delgado
Peruano

Triste tu rostro, opaca tu mirada,
la casa vacía yace sola
sin nosotros, los mismos
de la morada solitaria
que hoy dejamos.

Confín de mis tristeza es la tuya,
acusadora indesmayable
de este corazón de piedra adolorida
que te adora
y a cuya sombra embriagadora
está un niño que hoy te ve con alegría.


ROPAJES
Washington Delgado
Peruano

Este ropaje tuyo
cartas, oraciones
mariposas,
te ha dejado desnuda.

Ha bebido la sal
húmeda de tu alma,
y apagó el universo
de estatuas armoniosas
que vacía sin sombra
en tu mirada.

Te contemplo
como una  habitación
abandonada, como un recinto
perdido para el tiempo
y los hombres.

Te contemplo limpia
ausencia, vacío.

Alma blanca, tú no
quieres vivir
 no quieres respirar
los anchos, los poblados,
los terribles
aires del amor.


LOS IRRESPONSABLES

Joaquín Dicenta
Español

         De un hogar rico y dichoso
disfrutaban por igual,
un marido cariñoso,
un amante venturoso
y una mujer desleal.
Ella, de instinto liviano:
él, modelo de candor.
El amante era un villano
de esos que nos dan la mano
y nos roban el honor.
Lo quiso así la impiedad
por capricho de la suerte:
formando esa trinidad
que construye la maldad
y que desata la muerte.
Para el marido engañado
vivió el crimen rodeado
del misterio más profundo.
No dudaba: el hombre honrado
cree que lo es todo el mundo.
¿Cómo lo supe? No tiene
valor. Un rastro, un indicio...
Nube que el rayo contiene,
pasa y cumple con su oficio
sin decir de dónde viene.
Vencí mi angustia mortal,
con esfuerzo sobrehumano,
y fui al encuentro del mal,
acariciando un puñal
entre mi convulsa mano.
No quería que el fragor
de un tiro mi deshonor
contara en mi desventura:
el hierro es arma segura
y calla, ¡y mata mejor!
Hasta  la casa llegué:
nadie me veía, entré,
una escalera subí,
la puerta en silencio abrí
y en el cuarto penetré.
Marchaba con precaución,
con miedo, con turbación,
acobardado, sombrío.
Iba a recobrar lo mío
y parecía un ladrón.
Con planta e incierta
cruzo una estancia desierta...
Suena un beso más adentro.
Avanzo, empujo una puerta
y mi deshonor encuentro.
Poca luz, la que bastaba
para la deshonra mía.
Aquella luz alumbraba
a una mujer que reía
y a un  hombre que la abrazaba.
Verlos, trocarse en locura
mi odio, y su furia en espanto,
fue muy poco  lo que dura
en los felices en llanto
y en los tristes la ventura.
La mujer lanzó un gemido.
El hombre, irritado y fiero,
se vino a mí, decidido
a salvarla. ¡Aquel bandido
era todo un caballero!
Luchamos, a no dudar,
como lo saben hacer,
aquel que quiere salvar
la vida de una mujer
y el que la quiere matar.
Del miserable duró
poco el insensato anhelo:
mi arma en su pecho se hundió
y su cadáver rodó
por el alfombrado suelo.
Por el cadáver salté,
y ciego de rabia fui
a aquel sitio en que la vi
ocultarse, y no la hallé: 
la infame no estaba allí.
No estaba, no. Había huido
aprovechando el instante:
es tan vil, que no ha sabido
ni respetar al marido,
ni morir con el amante
Huyó, y al mirar que huía,
vi que en el fango se hundía
la dignidad de mi nombre.
¿Sin ella, de qué servía
el cadáver de aquel hombre?
De nada, porque al matar
yo pretendía librar
mi honor en su infame huella.
¡y mi honor se fue con ella...
y no lo pude salvar!


AMORES RUTINARIOS

Jorge Eslava Calvo
Peruano

La mujer que acuesta al hijo, el transeúnte
que fuma apacible por tu calle, un rumor
dudoso de automóviles o playa
y las trampas urdidas serenamente para el día
que tal vez has de temer, llegan despacio
y sensual como un placer prohibido; tocan
tu rostro grave, las crines castañas
del caballo de barro que sostiene los libros
el viejo pájaro tallado;
refocilan entre sus barbas de oliva, en la dura
silla donde almuerzas, por el blando cuerpo
adormecido. Acabas de gozar vanas
sensaciones y has leído con asombro
de una biblioteca destruida hace siglos
al otro lado del planeta, crees
entonces que todavía hay tiempo para que te apartes
tu piel como una caída de guirnalda
en el desierto de la seducción ardiente del sueño.


SÚPLICA

Ángel Falco
Uruguayo

         ¡Ten franqueza de una vez! ¿Por qué el engaño
si tus ojos diciendo estás que mientes?
Si nunca amor sentiste, ni lo sientes,
¿a qué agregar la burla al desengaño?

         Si he sido para ti, yo siempre extraño,
¡dímelo por piedad!, ¡pero no alientes,
con protestas que quieren ser ardientes
este  sueño imposible que es mi daño!

         ¡Si supieras mujer! ¡Te quiero tanto!
¡Mil veces me he propuesto aborrecerte,
mas siempre acaba mi furor en llanto!

         Maldigo entonces de la impía suerte,
que me tiene a tus pies, como un encanto...
¡Y te odio, mas no dejo de quererte!


TU NO SABES AMAR

Julio Flores
Colombiano

         Tú no sabes amar: acaso intentas
darme  calor con tu mirada triste?
El amor nada vale sin tormentas,
¡sin tempestades... el amor no existe!

         ¿Y sin embargo, dices que me amas?
No, no es amor lo que hacia mí te mueve:
el Amor es un sol hecho de llamas,
y en los soles jamás cuaja la nieve.

         ¡El amor es volcán, es rayo, es lumbre,
y debe ser devorador, intenso,
debe ser huracán, debe ser cumbre...
debe alzarse hasta Dios como el incienso!

         ¿Pero tú piensas que el amor es frío?
¿Qué ha de asomar en ojos siempre yertos?
¡Con tu anémico amor... anda, bien mío,
anda al osario a enamorar los muertos!


LO ETERNO

Nelly Fonseca Recavarren
Peruana

 El día que llegaste, con tu ofrenda de amor,
una voz, que surgía de mi mundo interior,
susurróme, muy quedo: “He aquí un nuevo dolor”

         Otros aclaman y ruegan, con fiebre en la mirada.
Yo te besé en los ojos y no te pedí nada.
Sólo  ansiaba el deleite de la dicha callada.

         Me juraste cien veces un amor sin olvido.
Mas la voz, al compás de mi propio latido,
murmuraba: “Estas frases ya las hemos oído”

         Y volvieron los éxtasis, los suspiros, el beso...
Y la voz que insistía, con un ritmo de obseso:
“Corazón, no recuerdas en que acaba todo eso? ...

         Hoy si busco tus ojos, tu ternura tu risa,
 sólo encuentran mis manos un montón de ceniza:
el rescoldo de un ascua que en la sombra agoniza.

         Ya la voz misteriosa me repite: “El amor
es rosal de otros climas, que no alcanza a dar flor...
Sólo existe algo eterno: el dolor... ¡el dolor! ” 


EL AMOR

Manuel González Prada
Peruano

         Si eres un bien arrebatado al cielo,
¿por qué las dudas, el gemido, el llanto,
la desconfianza, el torcedor quebranto,
las turbias noches de febril desvelo?

         Si eres un mal en el terrestre suelo,
por qué los goces, la sonrisa, el canto,
las esperanzas, el glorioso encanto,
las visiones de paz y de consuelo?

         Si eres nieve, por qué tus vivas llamas?
Si eres llama, por qué tu hielo inerte?
Si eres sombra, por qué la luz derramas?

         ¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres  vida, por qué me das la muerte?
Si eres muerte, por qué me das la vida?



ELLA

Heinrich Heine
Alemán

         Se amaban con amor profundo y tierno,
eran ambos ladrones, gente impía;
él forjaba ganzúas, y ella, en tanto,
tendida sobre el lecho,  se reía.

         Pasaba el día alegre, y por las noches
en sus brazos gozaba. Más un día
se lo llevaron preso, y ella, ella
asomada al postigo, se reía.
         “Oh, ven conmigo, ven, no me abandones!”
él en su desventura le decía;
“vivir sin ti no puedo”. Mas la ingrata
meneaba la cabeza y se reía.

         A las ocho lo ahorcaron; a las nueve
bajaba al fondo de la tumba fría;
a las diez... a las diez su idolatrada
apuraba champaña y se reía.


LA ESCLAVA

Laura Holberg de Bracht
Argentina

Tú vives en mi mente, clavado entre mis sienes,
no sé si en galardón o no sé si en castigo.
Pero porque me rindes, mil veces te maldigo,
para luego no hacer sino lo que me ordenes.

¡Cuántos años van ya, cuántos, que así me tienes!
Sin saber lo que hago, ni saber lo que digo.
Te quiero y te aborrezco, te odio y te bendigo...
Soy para ti el juguete con que más te entretienes.

Si te fueras de mí tal vez yo me muriera;
si te quedas en mí yo bien sé que me matas.
Con el nudo gordiano de tu capricho me atas,

que en hacerlo bien recio tu espíritu se esmera...
¡así voy por la vida, tu imagen en la frente,
como una iluminada, o como una demente!


DESPECHO

Juana de Ibarbourou
Uruguaya

         !Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,
tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
tanto, que este rictus que contrae mi boca
es un rastro extraño de mi risa loca.

         Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(como en los retratos de viejo abolengo),
es por la fatiga de la loca risa
que en todos mis nervios su sopor desliza.

         ¡A, que estoy cansada! Déjame que duerma,
pues, como la angustia, la alegría enferma
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre ahora me viste?

         ¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto,
Es por el esfuerzo de reírme tanto...


AMOR ESTÁ HECHO DE NUBES

Martha Isarra
Peruana

Amor está hecho de nubes.
Algodón de feria
dibujando una cascada
de fieles enrojecidos
a buen despecho
de la gentileza cartesiana.

Amor está hecho de agua.
Un largo y riente espejo
de cielo trashumante,
dócil morada
de los caprichos de tales
terrígeno y acuático.

Amor de todos los santos
que se extraviaron en el cielo.

Amor está hecho de fuego.
Discutibles formas
en alabanza de flama
ennoviada con la noche.
Un mar de marionetas calcinadas,
ingenuas cenizas
siempre preñadas de hoguera.

Silencio, protégete
de tantas palabras por decir.

Amor está hecho de grito.
de gacela lentísima
         y liebre mal aderezada.
De caracolas terrestres.
         Sombra, piedra y lodo.
De mentiras por consenso
         y verdades por alivio.

Amor está hecho de rabia
de grillos lunáticos
         y cereales impuros
de mastines infieles,
de libros displicentes
         y mariposas enlutadas.

Habremos de aceptar que

Amor está hecho de amor
y  nunca nos será suficiente. 


CANCIÓN DE FLORA

Lorenzo de las Llamosas
Peruano


Del amor, del dolor, de la queja
que ofreces humilde, que doces atento
escucha si quieres la paga que puede
darte hoy a tu pena sin culpa mi pecho.
Si el fervor, la ternura y el alma
rendiste a mis ojos los años primeros,
también en los tuyos fijó mi cuidado
el susto amoroso y el blando sosiego.
Si el pincel ha soñado en sus sombras
fijarme en el bronce, mentirme en el lienzo
te juro a mi vida que nunca he dejado
me entablen cristales, me adulen espejos.
Si es el temor de que esos pastores
me rindan amantes corteses alientos,
si yo ni aun lo escucho, ¿qué culpa me imputas
pasando por fino a amarme molesto?


SEPA LA CRUEL MELISA

Mariano Melgar

Peruano

Sepa la cruel Melisa,
Si a mi clamor se niega,
Que el que sin fruto ruega
Consigue aborrecer.

Entienda si con risa
De mi se burla altiva,
Que a mí no me cautiva
Quien me hace padecer.

Sepa que bien advierto
Que aunque el Amor hermosa
Me la pinte, y preciosa,
No es más que una mujer.

Por eso, aun siendo cierto
Que es beldad atractiva,
A mí no me cautiva
Quien me hace padecer

Conozca que el amor
De la esperanza vive,
Y muere si concibe
Que no hallará placer.

Y así porque un rigor
De esperar más me priva,
A mi no me cautiva
Quien me hace padecer.

A otro su frenesí
Los degrada cuando hace
Que un rigor los abrace
Y un mal los haga arder.

Conmigo no es así;
No me encanta una esquiva,
A mí no me cautiva
Quien me hace padecer.


ELEGÍA I

Mariano Melgar
Peruano

¿Por qué a verte volvía, Silvia querida?
¡Ay triste! ¿para qué? ¡Para trocarse
mi dolor en más triste despedida!

Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
me presenta más dulce el bien que pierdo;
¡Ay!,  ¡Bien que va tan pronto a disiparse!

¡Oh, memoria infeliz! ¡Triste recuerdo!
Te vi... ¡qué gloria! Pero ¡dura pena!
ya sufro el daño de que no hice acuerdo.

Mi amor ansioso, mi fatal cadena,
a ti me trajo con influjo fuerte.
Dije: “Ya soy feliz, mi dicha es plena”

Pero ¡ay! De ti me arranca cruda suerte,
este es mi gran dolor, este es mi duelo,
en verte busqué vida y hallo muerte.

Mejor hubiera sido que este cielo
no volviera a mirar y sólo el llanto
fuese en mi ausencia todo mi consuelo.

Cerca del ancho mar, ya mi quebranto
en lágrimas deshizo el triste pecho;
ya pené, ya gemí, ya lloré tanto...

¿Para qué, pues, por verme satisfecho
vine a hacer más agudos mis dolores
y a herir de nuevo el corazón deshecho?

De mi ciego deseo los ardores
volcánicos crecieron, de manera
que víctima soy ya de sus furores.

¡Encumbradas montañas! ¿Quién me diera?
la dicha de que al lado de mi dueño,
cual vosotras inmóvil, subsistiera?

¡Triste de mi! Torrentes, con mal ceño
romped todos los pasos de la tierra,
¡piadosos acabad mi ansioso empeño!

Acaba, bravo mar, tu fuerte guerra,
isla sin puerto vuelve las ciudades;

y en una sola a mí con Silvia encierra.

¡Favor tinieblas, vientos, tempestades!
pero vil globo, profanado suelo,
¿es imposible que de mi te apiades?

¡Silvia! Silvia, tú, dime; ¿a quién apelo?
No puede ser cruel quien todo cría;
Pongamos nuestras quejas en el cielo.

El solo queda en tan horrible día,
único asilo nuestro en tal tormento,
él solo nos miró sin tiranía.

Si es necesario que el fatal momento
llegue... ¡Piadoso Cielo! En mi partida
benigno mitigad mi sentimiento.

Lloro... no puedo más... Silvia querida,
déjame que en torrentes de amargura
saque del pecho mío el alma herida.

El negro luto de la noche oscura
sea en mi llanto el solo compañero,
ya que no resta más a mi ternura.

Tú, Cielo Santo, que mi amor sincero
miras y mi dolor, dame esperanza
de que veré otra vez el bien que quiero.

En sola tu piedad tiene confianza
mi perseguido amor.... Silvia amorosa,
el Cielo nuestras dichas afianza.

Lloro, sí, pero mi alma así llorosa,
unida a ti con plácida cadena,
en la dulce esperanza se reposa,
y ya presiente el fin de nuestra pena.

VUELVE, QUE YA NO PUEDO...
Mariano Melgar
Peruano

         Vuelve, que ya no puedo
         vivir sin tus cariños:
         vuelve mi palomita,
         vuelve a tu dulce nido.

Mira que hay cazadores
que con intento inicuo
te pondrán en sus redes
mortales atractivos,
y cuando te hagan presa
te darán cruel martirio:
no sea que te cacen,
huye tanto peligro.

         Vuelve mi palomita
         vuelve a tu dulce nido.

Ninguno ha de quererte
como yo te he querido,
te engañas si pretendes
hallar amor más fino.
Habrá otros nidos de oro,
pero no como el mío:
por quien vertió tu pecho
sus primeros gemidos.

         Vuelve mi palomita,
         vuelve a tu dulce nido.

Bien sabes que yo, siempre
en tu amor embebido,
jamás toqué tus plumas,
ni ajé tu albor divino;
si otro puede tocarlas
y disipar su brillo,
salva tu mejor prenda,
ven al seguro asilo.

         Vuelve mi palomita   
         vuelve a tu dulce nido.

¿Por qué , dime te alejas?
¿Por qué con odio impío
dejas un dueño amante
por buscar precipicios?
¿Así abandonar quieres
tu asiento tan antiguo?
¿Con que así ha de quedarse
mi corazón vacío?

         Vuelve mi palomita
         vuelve a tu dulce nido.

No pienses que haya entrado
aquí otro pajarillo:
no, palomita mía,
nadie toca este sitio.
Tuyo es mi pecho entero,
tuyo es este albedrío;
y por ti sola clamo
con amantes suspiros.

         Vuelve mi palomita,
         vuelve a tu dulce nido.

Yo sólo reconozco
tus bellos coloridos,
yo sólo sabré darles
su aprecio merecido,
yo solo así merezco
gozar de tu cariño;
y tú sólo en mi puedes
gozar días tranquilos.

         Vuelve mi palomita
         vuelve a tu dulce nido.

No seas, pues, tirana:
haz ya paces conmigo:
ya de llorar cansado
me tiene tu capricho.
No vuelvas más, no sigas
tus desviados giros;
tus alitas doradas
revuelvan, que ya expiro.

         Vuelve, que ya no puedo
         vivir sin tus cariños,
         vuelve mi palomita,
         vuelve a tu dulce nido.


NO ENTENDIÓ

María Monvel
Chilena

         No entendió mi cariño,
que era un amor de madre
y era un amor de niño.
No entendió mi ambición,
que si le hurtaba el cuerpo,
le daba el corazón.
No entendió mi locura,
que le abrasó las manos,
sedienta de ternura.
No entendió mi martirio:
buscar, buscar un alma
con singular delirio.
No comprendió mi amor,
diamante bien pulido
con llamas de dolor.
¡No me comprendió nunca!
y así fue como entonces
quedó mi vida trunca...
Cuando busqué sus labios,
me mordieron sus dientes,
infiriéndome agravios.

Cuando busqué sus ojos,
me hirieron sus miradas
como dos dardos rojos.
Cuando busqué su pecho,
me asaltó el deseo
como huracán deshecho...
No me entendió... Partimos
por sendas diferentes
y... ¡ni adiós nos dijimos!




ROMANCE DE LO ACABOSE

José Antonio Ochaita
Español

         Aquello puede acabar
como mejor te convenga;
yo estoy dispuesto a ponerme
en el pescuezo una piedra,
y echarme de noche al río
sin que tú misma lo sepas.
Yo estoy dispuesto a cargar
con la pólvora más negra,
un “cachorrillo” de hierro
y que las sienes me muerda.
Yo buscaré un escorpión
de uña retorcida y seca,
y dejaré que en el pecho
toda su ponzoña vierta.

         Aquello puede acabar
del modo que tú quieras,
ésta tarde o ésta noche
o después cuando amanezca,
sólo con que tú lo digas:
---se acabó la historia aquella--;
pero lo que no podrás
es que acabemos a medias;
que en amistad troquemos
lo que fue pasión deshecha,
que tú vengas por la calle
y yo por la calle venga,
y nos digamos adiós
como amigos que se encuentran;
que tú pienses: ¡Aquel tiempo!
Que yo diga ¡Aquella fecha!
y  que los besos sorbidos
boca a boca, vena a vena,
no se nos pongan de pié
como aguas bayonetas;
que nos claven por cobardes
contra la cruz de una reja.

         Amantes fuimos los dos
que amarse no da vergüenza,
comimos el mismo pan,
pisamos la misma yerba,
y las paredes calladas
huelen, al que oler lo sepa,
a vida que hicimos juntos
unidos cara con cara.

         Amantes fuimos los dos:
el fuego tú, yo la yesca;
tú la soga, yo el caldero,
tú el aire, yo la veleta.
¡Años enteros unidos
en la misma cadena
de sobresaltos y besos
de conciencia  y de inconciencia!
¡Ay Dios, que si lo barruntan!
¡Ay Dios, que si lo comentan!
¡Ay , que si me ven contigo!
¡Ay, que contigo me vean!
¡Ay que tu madre y la mía!
¡Ay, que tu pena y mi pena!
Besos entre sobresaltos,
Entre amarguras, promesas.
Saber engañar a todos
teniendo la verdad nuestra.

         Y estar por dentro casados
con alianzas secretas.
Casado estuve contigo,
aros fueron las estrellas,
y en el libro de la vida
quedó por siempre una fecha:
que era junio y era un día
que olía a cosas eternas.

         Amantes fuimos los dos,
que amarse no da vergüenza.
Amantes fuimos de llanto
amantes de complacencia,
amantes porque me diste
todo lo que yo te diera.

La vida tuya fue mía,
la mía tú te la llevas.
Hasta ayer , y ayer, y ayer me has dicho
claramente por las buenas
que nos conviene acabar
con aquella historia... ¡Aquella!

         Eso no nace pronto,
no lo improvisas a ciegas,
eso es razón razonada,
agua que viene de alberca.
Crees que quien te tuvo en brazos
y saboreó tu boca, y
hundió la almohada contigo junto a tu misma cabeza,
puede ser el amigo ese
que cuando se le tropieza
se le dice... ¡Adiós amigo!
Y se sigue la vereda...?

         ¿Pero quién te ha trastornado
que te  ha dado esa ceguera?
¿Qué amor se puede acabar
en amistad sin ojeras?
Amantes y amigos son
como dos varas gemelas,
de las que se corta una
cuando la otra se seca.
El amor, cuando es amor,
Sólo tiene dos certezas;
Odio, que es verdad de sangre,
O muerte, certeza negra.
         Que vamos a acabar?, bueno
como mejor te parezca.
Pero amigos ¡nunca! ¡nunca!
primero te quiero muerta,
y muerto, ¡muerto sí!
Pero sin amor a medias.
Si tú quieres llámame,
que acudiré sin esperas.
Hazme un nudo corredizo,
haga yo el nudo a tu cuerda,
colguémonos como Judas
de las ramas de una higuera,
y acabemos esta vida
que por tanto amor
te pesa... 



PORQUE UNA HERMOSA EN MÍ QUISO VENGARSE....
Francesco Petrarca
Italiano

Porque una hermosa en mí quiso vengarse
y enmendar mil ofensas en un día,
escondido el Amor su arco traía
como el que espera el tiempo de ensañarse.

En mi pecho, do suele cobijarse,
mi virtud pecho y ojos defendía
cuando el golpe mortal, donde solía
mellarse cualquier dardo fue a encajarse.

Pero aturdida en el primer asalto,
sentí que fuerza y tiempo le faltaba
para que en la ocasión pudiera armarme,

o en el collado fatigoso y alto
esquivar el dolor que me asaltaba,
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.


MISTERIOS DEL CORAZÓN

Aurelia Ramos

Argentina

         Quiero verte sufrir, me gustaría
que el pesar te marcara con su sello,
que el dolor enturbiara tu alegría
que dejara en tus ojos el destello.

         Quiero verte llorar, que de  tus ojos
las lágrimas resbalen silenciosas,
que conozcas del mundo los abrojos,
que no haya en tu camino sólo rosas.

         Que tu frente impasible y altanera
  la señalen las penas con su arado,
que el gozo de tu vida placentera
quede por el dolor purificado.

         Quiero que sufras, que el placer añores;
que humille tu altivez el sufrimiento,
que sepas las batalla interiores
que riñen el deber y el sentimiento.

         Quisiera verte envuelto en mil horrores,
quisiera que de pena agonizante
y, consuelo buscando a tus dolores
solamente los míos encontrarás.

Pero quisiera más: desearía
que llorando tus penas como un niño,
todas las amarguras, ¡vida mía!
las sufrieras por mí, por mi cariño..

¡Corazón, corazón, qué malo eres!
¿Por qué anhelas que sufra, si lo quieres?


EL DUELO DEL MAYORAL

  Ovidio Rincón
Colombiano

¿Qué cómo fue aquello señora?
Como son las cosas cuando son del alma.

Ella era muy linda, él era muy hombre.
Pero ella me quería,
yo la adoraba,
pero él, hecho sombra se interponía,
y todas las mañanas junto a su ventana
manojo de rosas fragantes había,
y rojos claveles y dalias de nácar.

Cuando por la tarde
la sombra cubría la casa
y en el ancho cielo brillaba la luna
desde las palmeras brotaba su canto
que como una flecha llegaba a la casa,
 y cómo brillaba en él la alegre guitarra,
y yo detrás de las palmeras
con rabia le oía,
y él entre canto y canto
brotaba una lágrima, lágrima de hombre,
no crea otra cosa señora
que los hombres lloran como las mujeres
porque tienen débil como ellas el alma.

No, no pude evitarlo,
la pena es muy negra,
la envidia de amor
es mala consejera,
y cuando la sangre se enrrabie en las venas
no hay nada que pueda calmarlas.

Una noche lo esperé allá abajo,
junto a la cañada,
retumbaba el trueno, llovía
y el frío al igual que en mis venas
hinchado bajaba.

Al fin lo alcancé a ver,
allí entre las sombras
venía cantando sus locas esperanzas,
bajo el brazo la alegre guitarra,
colgado al cinto un machete,
se acercó hasta mí, sereno, tranquilo,
me clavó en los ojos su fiera mirada,
y me dijo: “me esperabas!”
y entonces yo le contesté: “sí!”, te esperaba.

Y ya no nos dijimos más,
ni una sola palabra,
que era bravo el mozo!,
y los hombres machos no hablan, pelean.

Su machete me dijo sus ansias, sus amores,
su pecho hinchado respiraba,
en cada tajo ponía su alma,
pero más que el amor y los sueños
pudieron el odio y los celos.
Y al fin lo dejé tirado
junto a un charco de sangre,
y me dijo: “Quiérele que es buena!”
“Quiérela que es santa!”
“Quiérela como yo la quería,
que aunque me muero por ella
la llevo metida e el alma!”
y no pudo más.

La sangre cegó mis pupilas,
el machete temblábame
con rabia en las manos
y lo hundía una y mil veces
buscándole el alma
porque en el alma se llevaba a mi hembra.
Tuve celos señora ... tuve celos
que aquel muriéndose
se llevaba a mi hembra
y yo no quería que se la llevara.


CARTA A MARÍA TERESA

Juan Gonzalo Rose

Peruano

Para ti debo ser, pequeña hermana.
el hombre malo que hace llorar a mamá.

Yo me interrogo ahora:
¿por qué no he amado sólo
las rosas repentinas,
la mareas de junio,
las lunas sobre el mar?

¿Por qué he debido amar
la rosa y la justicia,
el mar y la justicia,
la justicia y la luz?

Fui un niño como todos.
También mi infancia
la atravesaba un río
y tenía una hora misteriosa
en la cual las palomas
a mi alma obedecían.

Pero me preguntaba:
¿por qué en mi calle
la alegría es un viento
fugaz e inesperado?
¿por qué no siembran trigo
también sobre mi pecho
si aquí en mi corazón,
todas las noches,
se desbordan los ríos?

Por eso fue una noche
el rostro de mi madre,
astro de cera y llanto
en el cielo apagado de mi celda;
por eso me negaron
el Perú en mi desvelo,
y vanamente grito:
devolvedme mi patria,
devolvedme mi escuela de palomas,
mi casa frente al mar,
devolvedme su calle más pequeña,
su lámpara más rota,
su más ciego lugar.

A pesar de todo esto,
para ti debo ser pequeña hermana,
el fantasma que vuelca
la sal sobre la mesa,
el mal hado que rompe
las puntas de los días:
y es que a ti te hace daño
ver llorar a mamá.

Mas una tarde, hermana;
te han de herir en la calle
los juguetes ajenos;
la risa de los pobres
ceñirá tu cintura
y andando de puntillas
llegará tu perdón.

Cuando  esa hora suene
es que amarás las rosas,
las mareas de junio,
el jardín de diciembre
donde los niños van;
es que amarás mis sueños
y mis cosas,
¡sabrás por qué se rompe
fácilmente
por la mitad el pan!

Cuando esa hora suene
y se empadrine en padre mi orfandad,
iremos de la mano
por las calles de Lima,
en trinidad de gozo:
la risa de mamá. 


ZETAZUL

Gladis Rossel Huicí
Peruana

... Y ya no vuelvas,
contigo se fue tu cama,
ciempiés de cuatro patas,
contoneando la  única huella
                   que dejabas:
tu estela de veneno.

Y partieron también
tu ausencia, tu talento inventado
y tantas esperanzas
                   llovidas
desde miles de noches podridas
                            en desvelos.

... Y ya no vuelvas,
aunque te pese el azul
                   o las quimeras
o se te fueron las ganas
de odiarme a gritos
porque el lápiz no escribe
                   entre tus dedos
y la tinta se niega a darte
                   sus secretos.

Aquí la vida sigue su nostalgia
por tanto inútil sentimiento,
pero no habrá un ahora
borrando lo que has hecho,
la rutina y el dolor no crecen
                            sólo: crezco.

Tú escogiste partir
hacia lo más perverso,
nada valió la pena
y ya es tarde,
                   muy tarde
para pedir recuerdos.

La puerta que cerraste
no existe en mi memoria,
tu tintero está roto,
te aguarda otro sendero
de vómitos, de esperma al paso
                            y de silencio.

Aquí no queda nada
Que espere tu regreso.

Aunque adivino
que entre vasos de cerveza
y rituales obscenos,
detrás de tu cinismo
                   y tus mentiras,
siempre estará flotando
                   ante tus ojos
desde tu espejo oscuro
la sombra dorada
                   de mi espectro.  
          

INGRATITUD

Rosario Sansores
Mexicana

         Yo fui para tu sed límpida fuente
y para tu desnudez, manto de lino;
para tu soledad, choza caliente,
y luz para alumbrarte en el camino.

         Quise unir con el tuyo mi destino
y ofrecerte la miel de mi ternura,
porque en tu paso trémulo y cansino
comprendí tu dolor y tu amargura.

         Pero cuando las fuerzas recobraste,
sin volver la mirada, te alejaste
y echaste a caminar firme y risueño.

         Yo te miré partir sin un reproche;
después, bajo el embrujo de la noche
volví a tejer mi luminoso sueño.


LAS DOS HERMANAS

Alfredo Tensión

Inglés

         Éramos dos hermanas y ella la más hermosa
-El viento enfurecido  gime en el torreón---
La abrazó entre sus llamas la pasión borrascosa,
y falta de  energías, cedió a la tentación,
porque era bello el conde como bella canción.

         Con su fuego la culpa borró la ardiente hoguera.
--Sigue bramando el viento con insensato ardor—
No tuvieron piedad para su primavera
y diéronle la muerte tras vergüenza y dolor.
Yo tenía el deber de vengarla. ¡ay! Y era
el conde más hermoso que un ensueño de amor.

         Dias, semanas, meses aceché con paciencia.
--El viento enfurecido ruge en el torreón---
Preparé una gran fiesta, le llamé a mi presencia
y  después en mi lecho le embriagué de pasión...
¡Fue un delirio insensato de amor, odio y demencia!...

         Me levanté en la noche taciturna y silente.
--enloquecido el viento brama en el torreón—
Sus labios entreabiertos besé con beso ardiente,
y cogiendo un puñal, sin temblar de emoción,
lo clavé tres veces en su pecho inconsciente,
aunque era bello el conde como una canción.


DOBLE BALADA

Francois Villón
Francés

Por eso, amad cuanto deseéis,
seguid reuniones y fiestas,
al final, no valdréis más
y no conseguiréis sino romperos la cabeza;
locos amores embrutecen a la gente:
Salomón cayó en idolatría;
Sansón perdió los ojos.
¡Muy feliz es quien no tiene nada!

Orfeo, el dulce ministril
que tocaba flautas y gaitas,
estuvo en peligro del asesino
Can Cerbero, de cuatro cabezas;
y Narciso, el buen honrado,
se ahogó en el profundo pozo
por un caprichoso amor.
¡Muy feliz es quien no tiene nada!

Sardana, el noble caballero,
que conquistó el reino de Creta,
quiso convertirse en mujer
e hilar entre las doncellitas;
el rey David, sabio profeta,
olvidó el temor a Dios,
al ver lavar muslos bien hechos.
¡Muy feliz es quien no tiene nada!

Amón quiso deshonrar
- fingiendo comer tortas-
a su hermana Tamar y desflorarla,
lo que fue un incesto deshonesto;
Herodes, y no son cuentos,
decapitó a San Juan Bautista,
por danzas, saltos y cancioncillas:
¡Muy feliz es quien no tiene nada!

De mí, pobre, quiero hablar:
fui golpeado como trapo en río,
completamente desnudo, no quiero ocultarlo.
¿Quién me hizo masticar esas grosellas
sino Catalina de Vaucelles?
Noel es el tercero que estuvo allí:
Que lo celebre de modo semejante...
¡Muy feliz es quien no tiene nada!

Pero, ¿debía el joven muchacho
abandonar a las muchachitas?
¡No! Aunque lo quemaran vivo
como a quien cabalga escobas.
Le son más dulces que cibelinas,
y, loco, siempre se fió de ellas
fueran blancas, fueran morenitas.
¡Muy feliz es quien no tiene nada!    

MANDOLINATA

Leonidas N. Yerovi

Peruano

         Titina, Tina, tontina,
la de la voz argentina
y el aliento de jazmín,
sal a tu ventana ingrata,
y oye la mandolinata
que te doy en el jardín.

         Oye la trova que roba
con su dulcísima coba
la calma del corazón,
descorre la celosía
y acoge, princesa mía,
los ecos de mi canción.

         Soy el bardo decadente
del númen incandescente,
que ama sin saber a quién:
el de las japonerías
y ritmos y melodías
aprendidas a Rubén.
        
         Con mi cantata nocturna
quiero perfumar la urna
sacra de tu corazón,
y aquí tengo en la petaca,
oro, incienso, mirra y laca
que me ha prestado Fiansón.

         Tu cabello es blonda seda:
tu pura frente remeda
blanca  faja de marfil
luminarias son tus ojos,
cerezas tus labios rojos, de medallón tu perfil.

         Tu seno es tibia almohada,
tu cintura una monada,
tu cutis es de surah,
tu cuerpo un jarrón de Sevres
modelado por orfebres
amigos de tu papá.

         Dos almendras son tus manos:
no hay pie, entre los pies enanos,
más menudo que tu pie...
y eres en fin, por belleza,
por frescura y gentileza
un botón de rosa-té.

         Titina, Tina, tontina,
siendo, como eres, divina,
siendo como eres, así,
¿por qué no asomas, ingrata
y  oyes mi serenata
y no te fijas en mí?

         ¿Será cierto que hay un viejo
que por paternal consejo
tu viejo esposo será?
¿Es posible que te vendas?
¿Qué no aceptes más ofrendas
que las que el viejo te hará?

         Titina, Tina, eso es feo:
no es decente y no lo creo
¡venderte al mejor postor!...
Una señorita honrada
no debe acatar por nada
más ley que la ley del amor.

         A ti lo que te hace falta,
según a la vista salta
no es un viejo rico, no
es un trovador amante,
es un poeta que cante
como un mirlo ...  como yo.


         Es un bardo decadente
que te ame, y que te alimente
el alma en primer lugar,
que los demás apetitos
sólo son prosaicos gritos
del estómago vulgar.
        
         Medítalo, pues tontina,
la de la voz argentina
y el aliento de jazmín:
no desestimes, ingrata,
la prudentísima lata
que te doy en el jardín.

         Mas si no oyes mi consejo
y crees hallar en el viejo,
por su dinero, tu bien,
¡anda y que Luzbel te tiente
y que el viejo te reviente
y te dure un siglo, amén!