lunes, 17 de octubre de 2011

FRESCOS Y GRABADOS



FRESCOS Y GRABADOS
(POESÍA)


[I]

Como tus ojos, el cielo
latiendo está en mi pecho.
En mi pecho, abierto
a las estrellas en un
azul de vuelo.



[II]

Otra vez, pequeña,
regreso hacia el dolor,
a bañarme en la tristeza
de tus ojos grises,
a perderme en ese aire
que se estanca en tiempo muerto,
sin aliento, sin voz,
sin rumor, sin pensamiento.

Negro es el dolor
que sufre y llora,
del amor que vive
y me lleva a ti
en medio sueño,
en medio de la vida
de este corazón
que ya enmudece.



[III]

Fugaz estrella, del viento
enamorada. Doblado el celo,
a él se ha doblegado como
una Diosa fugada del Olimpo;
privado de rubor
y sin sentido,
rasgado está su amor
y su vestido.



[IV]

Mi boca y tus labios
en la noche encendida.
Mi deseo en tu boca,
tu cuerpo en mi deseo.

El alba nos sorprende
ateridos de frío.

Arena y rocío
corroen tu piel,
frente a un mar
que se retira,
entre el aire matutino
de serenas auroras.



[V]

Quisiera ser como yo he sido,
como la tenue sombra
de esperanza en que he vivido,
como el azul de luz
en que mamá alumbró
los fuertes vientos de mi infancia.


Quisiera ser como yo he sido,
o como soy,
o quizá debiera ser
como la rama en que
yace suspendida mi tristeza.


¡Oh, dulce soledad
que el corazón cobija
con pretérita alegría!


¡Oh luz!, ¡oh viento!
¡Oh recuerdos
de mi infancia
en el tiempo suspendida!



[VI]

El niño que lanzó
por la ventana
el mundo viejo,
ahora viejo,
lanza por el mundo
la ventana esperando
el renacer de un
mundo nuevo.



[VII]

Mis lágrimas, en tus ojos,
humedecen mis mejillas

(La lluvia nos llama
 en cada noche,
en cada estrella
en que tu llanto y
mi pena canturrean
bajo el agua).

Mis ojos, bajo tu frente
humedecen tus mejillas.

La lluvia ya no llama,
y tu llanto ya no es canto,
ni agua, ni mejillas,
ni nada.



[VIII]

Te soñé, y al despertar,
te vi; y cuando te vi,
te soñé en una nube
navegando.

Hoy no sueño,
y despierto, siento que
mi amor ha despertado
de su sueño en que
soñaba en una nube
navegando.



[IX]

Nacemos del amor,
en sangre, sudor,
en piel que muda
sensaciones entre abrazos.

Prendida el alma
en fuego que reaviva,
la vena que calcina
enciende en sangre
su deseo...
en cada beso,
en cada amplexo
en que un cielo
se ilumina.



[X]

Escalé a las cimas
del cielo, por una
mirada tuya,
por tu regreso.

Y al no verte regresar,
mis lágrimas lloraron
al ver que no volvías…
y fueron vanas mis palabras
llevadas por un rio
a través de un tiempo
en que ya no sonreías.



[XI]

A veces estoy tan triste
que ignoro cuando río.

Dónde encontraré esas nubes
que den alegría a ese río.



[XII]

Vio el poeta el horizonte,
cerrado  como un libro
que se amarilla y se
enmohece; entonces
preguntó a un pajarillo
que picaba entre la hierba:
¿Cómo se puede soñar con
la esperanza cuando ya es
la muerte la que llega?



[XIII]

Mis ilusiones ya no son
las mismas;
la proximidad de la vejez
va disipando la niebla.



[XIV]

La realidad hiende la
memoria; a pico y escarda
el pasado desprende sus
recuerdos... y otra vez el
rocío bañando el corazón.



[XV]

Me miro en el espejo
del recuerdo,
y guardo la esperanza
de ver un rostro conocido.



[XVI]

El tiempo ha ido borrando
mi rostro, dejando el velero
perdido en la niebla.


[XVII]

La memoria fue perdiendo
la memoria, y en ella se perdieron
también las emociones.



[XVIII]

Ya no puedo volver atrás
sin sentir el temor
de no encontrarte.



[XIX]

Aún en mi corazón
el sol y las estrellas
siguen velando tus sueños.



[XX]

Sigo siendo yo:
en una flor que desflorece,
en una rama deshojada,
en una mosca atrapada
en la tela de una araña.



[XXI]

¿A dónde fue ese tallo esbelto
que al viento resistía?



[XXII]

A través de los días y las noches
van cabalgando las horas,
hacia un confín lejano
donde yace la muerte.



[XXIII]

A la vida se aferra mi
existencia con la dulce
angustia de un alma
conmovida.



[XXIV]

Reposo en mi bosque
como un tronco robusto
de copa frondosa.



[XXV]

Amo la mañana
en soledad,
la noche solitaria,
la luna en su beldad.

Amo la blancura
de tu piel,
de tus manos la ternura,
de tus labios esa miel

con que endulzas
mis palabras,
cuando escucho
que me llamas.



[XXVI]

                SÓLO TÚ, SIEMPRE TÚ

Sólo me guías tú y
sólo tú.
No me interesa la
esperanza, ni la fe,
ni Dios; solo tú
y tu amor incomprensible
a mi razón.

Ese amor tuyo
que tiene tanto del
recuerdo de mi madre

Sólo tú y ese amor;
sólo tú y esa devoción
en que mi corazón se arrulla
como un ave agazapada
en busca de calor.

Sólo tú, sólo tú,
siempre tú.


[XXVII]

Mi corazón te ha de enseñar
a amar como lo hace mi corazón,
con una llama que parece eterna,
bajo un celaje que no se olvida.



[XXVIII]

Mi amor te dará su amor
como sólo mi amor
sabe amar.



[XXIX]

Fui otro desde que te quise.
¿Qué hombre desdeña el amor,
cuando la niebla de la vejez
se aproxima a la ribera?

Si en la primera juventud
no colmé de corazón mujer
alguna, porqué lo haré
en la madurez, cuando
todos los caminos al ensueño
se han cerrado de penas
                       y tristezas.



[XXX]

Un gran ovillo

hecho de hilachas

el Mar.



[XXXI]



                        Desde la mañana

el picaflor orquesta

sobre las flores

su colorida sinfonía.




[XXXII]

La noche
en sus diversas formas
dibuja una penumbra,
y en ella, tú, prisionera
de tus dudad y vacilaciones,
lamentas el fuego de caminos
y deseos encontrados.



[XXXIII]
A veces el amor
tiene esa extrañeza de los sueños
ese misterio embelesador
con que la muerte parece
orillarse con la vida.



[XXXIV]

¿Por qué, madre, se oscurecen
las mañanas en tristezas?



[XXXV]

Un beso de mi madre
lo cambiaba todo,
-      las tristezas, las penas –
¡oh!, sublime recuerdo,
sueños ligero, mágico...
a aquel de los años primeros.



[XXXVI]

Mejor amigo no hay,
que tú, libro.
En cada nota un suspiro,
en cada letra un alivio
a la tristeza.



[XXXVII]

El cielo desgajado en llanto
llora en el vacío de tu sombra,
de amor, un pájaro en su pico
cansado de trinar ya no te nombra.



[XXXVIII]

Alma desnuda y libre.
Feliz inmensidad la de tus ojos,
la de tu boca , la de tu voz
que canta eternidades.



[XXXIX]

Una mujer me dio la vida,
el tiempo, la luz,
el amor el sufrimiento,
las lágrimas el dolor.
¿Para qué me fue dado
el amor?



[XL]

Ten cuidado, mujer,
cuando besas mis labios
estás besando al amor.



[XLI]

¡Siempre!, dijiste
que feliz quedé de mi contento.
Lo que era para mí
la dicha eterna
se ha trocado en vil tormento.
Olvidé preguntarte:
¿Siempre qué?



[XLII]
Me hablas mientras sueño
con un vals de Strauss.
-¿Y, qué dices?, me preguntas
- Cuentos de los bosques de Viena,
Op. 325, te contesto.


[XLIII]
La rosa abre sus pétalos
para escuchar el canto
de los pájaros.


[XLIV]
El tiempo ha despertado,
es hora de cubrir nuestros
cuerpos de pudor.


[XLV]
Mira hacia el cielo, maravillado,
sin imaginarse que las estrellas
lo miran asombradas.


[XLVI]
Viven entre nosotros,
nos ignoran; a veces
en sus oraciones nos
hablan contándonos
sus penas.


[XLVII]
Hablaron de lo que no fue,
ignoraron lo que fue;
solo el sacerdote
tuvo la certeza
de lo que será.


[XLVIII]
              Pájaro sin alas,
sin pico,
sin plumaje,

sin nido… el viento.




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