lunes, 17 de octubre de 2011

FRESCOS Y GRABADOS



FRESCOS Y GRABADOS
(POESÍA)


[I]

Como tus ojos, el cielo
latiendo está en mi pecho.
En mi pecho, abierto
a las estrellas en un
azul de vuelo.



[II]

Otra vez, pequeña,
regreso hacia el dolor,
a bañarme en la tristeza
de tus ojos grises,
a perderme en ese aire
que se estanca en tiempo muerto,
sin aliento, sin voz,
sin rumor, sin pensamiento.

Negro es el dolor
que sufre y llora,
del amor que vive
y me lleva a ti
en medio sueño,
en medio de la vida
de este corazón
que ya enmudece.



[III]

Fugaz estrella, del viento
enamorada. Doblado el celo,
a él se ha doblegado como
una Diosa fugada del Olimpo;
privado de rubor
y sin sentido,
rasgado está su amor
y su vestido.



[IV]

Mi boca y tus labios
en la noche encendida.
Mi deseo en tu boca,
tu cuerpo en mi deseo.

El alba nos sorprende
ateridos de frío.

Arena y rocío
corroen tu piel,
frente a un mar
que se retira,
entre el aire matutino
de serenas auroras.



[V]

Quisiera ser como yo he sido,
como la tenue sombra
de esperanza en que he vivido,
como el azul de luz
en que mamá alumbró
los fuertes vientos de mi infancia.


Quisiera ser como yo he sido,
o como soy,
o quizá debiera ser
como la rama en que
yace suspendida mi tristeza.


¡Oh, dulce soledad
que el corazón cobija
con pretérita alegría!


¡Oh luz!, ¡oh viento!
¡Oh recuerdos
de mi infancia
en el tiempo suspendida!



[VI]

El niño que lanzó
por la ventana
el mundo viejo,
ahora viejo,
lanza por el mundo
la ventana esperando
el renacer de un
mundo nuevo.



[VII]

Mis lágrimas, en tus ojos,
humedecen mis mejillas

(La lluvia nos llama
 en cada noche,
en cada estrella
en que tu llanto y
mi pena canturrean
bajo el agua).

Mis ojos, bajo tu frente
humedecen tus mejillas.

La lluvia ya no llama,
y tu llanto ya no es canto,
ni agua, ni mejillas,
ni nada.



[VIII]

Te soñé, y al despertar,
te vi; y cuando te vi,
te soñé en una nube
navegando.

Hoy no sueño,
y despierto, siento que
mi amor ha despertado
de su sueño en que
soñaba en una nube
navegando.



[IX]

Nacemos del amor,
en sangre, sudor,
en piel que muda
sensaciones entre abrazos.

Prendida el alma
en fuego que reaviva,
la vena que calcina
enciende en sangre
su deseo...
en cada beso,
en cada amplexo
en que un cielo
se ilumina.



[X]

Escalé a las cimas
del cielo, por una
mirada tuya,
por tu regreso.

Y al no verte regresar,
mis lágrimas lloraron
al ver que no volvías…
y fueron vanas mis palabras
llevadas por un rio
a través de un tiempo
en que ya no sonreías.



[XI]

A veces estoy tan triste
que ignoro cuando río.

Dónde encontraré esas nubes
que den alegría a ese río.



[XII]

Vio el poeta el horizonte,
cerrado  como un libro
que se amarilla y se
enmohece; entonces
preguntó a un pajarillo
que picaba entre la hierba:
¿Cómo se puede soñar con
la esperanza cuando ya es
la muerte la que llega?



[XIII]

Mis ilusiones ya no son
las mismas;
la proximidad de la vejez
va disipando la niebla.



[XIV]

La realidad hiende la
memoria; a pico y escarda
el pasado desprende sus
recuerdos... y otra vez el
rocío bañando el corazón.



[XV]

Me miro en el espejo
del recuerdo,
y guardo la esperanza
de ver un rostro conocido.



[XVI]

El tiempo ha ido borrando
mi rostro, dejando el velero
perdido en la niebla.


[XVII]

La memoria fue perdiendo
la memoria, y en ella se perdieron
también las emociones.



[XVIII]

Ya no puedo volver atrás
sin sentir el temor
de no encontrarte.



[XIX]

Aún en mi corazón
el sol y las estrellas
siguen velando tus sueños.



[XX]

Sigo siendo yo:
en una flor que desflorece,
en una rama deshojada,
en una mosca atrapada
en la tela de una araña.



[XXI]

¿A dónde fue ese tallo esbelto
que al viento resistía?



[XXII]

A través de los días y las noches
van cabalgando las horas,
hacia un confín lejano
donde yace la muerte.



[XXIII]

A la vida se aferra mi
existencia con la dulce
angustia de un alma
conmovida.



[XXIV]

Reposo en mi bosque
como un tronco robusto
de copa frondosa.



[XXV]

Amo la mañana
en soledad,
la noche solitaria,
la luna en su beldad.

Amo la blancura
de tu piel,
de tus manos la ternura,
de tus labios esa miel

con que endulzas
mis palabras,
cuando escucho
que me llamas.



[XXVI]

                SÓLO TÚ, SIEMPRE TÚ

Sólo me guías tú y
sólo tú.
No me interesa la
esperanza, ni la fe,
ni Dios; solo tú
y tu amor incomprensible
a mi razón.

Ese amor tuyo
que tiene tanto del
recuerdo de mi madre

Sólo tú y ese amor;
sólo tú y esa devoción
en que mi corazón se arrulla
como un ave agazapada
en busca de calor.

Sólo tú, sólo tú,
siempre tú.


[XXVII]

Mi corazón te ha de enseñar
a amar como lo hace mi corazón,
con una llama que parece eterna,
bajo un celaje que no se olvida.



[XXVIII]

Mi amor te dará su amor
como sólo mi amor
sabe amar.



[XXIX]

Fui otro desde que te quise.
¿Qué hombre desdeña el amor,
cuando la niebla de la vejez
se aproxima a la ribera?

Si en la primera juventud
no colmé de corazón mujer
alguna, porqué lo haré
en la madurez, cuando
todos los caminos al ensueño
se han cerrado de penas
                       y tristezas.



[XXX]

Un gran ovillo

hecho de hilachas

el Mar.



[XXXI]



                        Desde la mañana

el picaflor orquesta

sobre las flores

su colorida sinfonía.




[XXXII]

La noche
en sus diversas formas
dibuja una penumbra,
y en ella, tú, prisionera
de tus dudad y vacilaciones,
lamentas el fuego de caminos
y deseos encontrados.



[XXXIII]
A veces el amor
tiene esa extrañeza de los sueños
ese misterio embelesador
con que la muerte parece
orillarse con la vida.



[XXXIV]

¿Por qué, madre, se oscurecen
las mañanas en tristezas?



[XXXV]

Un beso de mi madre
lo cambiaba todo,
-      las tristezas, las penas –
¡oh!, sublime recuerdo,
sueños ligero, mágico...
a aquel de los años primeros.



[XXXVI]

Mejor amigo no hay,
que tú, libro.
En cada nota un suspiro,
en cada letra un alivio
a la tristeza.



[XXXVII]

El cielo desgajado en llanto
llora en el vacío de tu sombra,
de amor, un pájaro en su pico
cansado de trinar ya no te nombra.



[XXXVIII]

Alma desnuda y libre.
Feliz inmensidad la de tus ojos,
la de tu boca , la de tu voz
que canta eternidades.



[XXXIX]

Una mujer me dio la vida,
el tiempo, la luz,
el amor el sufrimiento,
las lágrimas el dolor.
¿Para qué me fue dado
el amor?



[XL]

Ten cuidado, mujer,
cuando besas mis labios
estás besando al amor.



[XLI]

¡Siempre!, dijiste
que feliz quedé de mi contento.
Lo que era para mí
la dicha eterna
se ha trocado en vil tormento.
Olvidé preguntarte:
¿Siempre qué?



[XLII]
Me hablas mientras sueño
con un vals de Strauss.
-¿Y, qué dices?, me preguntas
- Cuentos de los bosques de Viena,
Op. 325, te contesto.


[XLIII]
La rosa abre sus pétalos
para escuchar el canto
de los pájaros.


[XLIV]
El tiempo ha despertado,
es hora de cubrir nuestros
cuerpos de pudor.


[XLV]
Mira hacia el cielo, maravillado,
sin imaginarse que las estrellas
lo miran asombradas.


[XLVI]
Viven entre nosotros,
nos ignoran; a veces
en sus oraciones nos
hablan contándonos
sus penas.


[XLVII]
Hablaron de lo que no fue,
ignoraron lo que fue;
solo el sacerdote
tuvo la certeza
de lo que será.


[XLVIII]
              Pájaro sin alas,
sin pico,
sin plumaje,

sin nido… el viento.




g

domingo, 1 de mayo de 2011

ADIOSES, AUSENCIAS Y RETORNOS








Para Raquel Bautista,
entre la magia de sus ojos
y el aire de la tierra en que
mi verso anida; fuego en la
memoria, brizna entre el rocío
que baña el cuerpo que alimenta.






SALUDO AL POETA GUILLERMO DELGADO QUE MODULA CON SUS VERSOS EL CAMINO PARA QUE DOS SEAN MUCHOS.

Querido Guillermo;
Tengo entre manos “adioses, ausencias y retornos”, y su lectura me ha tocado el corazón doblemente.

Un buen libro de poemas significa los ojos y suscita gratas emociones interiores al par que esa tristeza indefinible (los dos caemos en lo mismo) nos engulle en el trabajo, en el café, durante una charla cualquiera o mientras caminamos apurados porque “se hace noche”. Ayer dejé tu hermoso libro (mejor dicho, ya no puedo dejarlo) y mi natural melancolía acrecentada entiende que no está sola, aunque se vuelque con las horas.

La otra razón es que el libro viene de ti, que eres un ser sin duda, como sueño que debe ser un hermano, un amigo, un escritor; gentil, honesto, solidario, ajeno a las llamadas “cofradías del escamoteo” y si abierto a la fraternidad, al juicio sereno, y largo de bondad como se trata de opinar (y escoger) respecto del mundo de la cultura.

Cómo no temblar si interrogas y respondes;
¡Qué es la luz, sino tus ojos!
¡Qué es el viento, sino tus labios!

Pero, el enamorado insomne, limpio, confiado y trémulo anhela;

Que mi voz hecha versos
se disperse en las olas
entre el viento que arrecia
y la espuma del mar.

Y si apostamos por el crepúsculo que nos promete un nuevo amanecer, (una tarde, los dos nos hemos congelado de furor mirándolo) el destino o como se llame ha jugado otros dados y tornas a preguntarte ensombrecido;

¿Por qué ha de llegar siempre
la noche que nos turba;
filo curvo que nos priva del fuego
de estos cuerpos cubiertos de rocío?

Muy poco he aprendido de la vida y ya mi lapso es corto para saber que debo desconfiar en el prójimo desconocido que habito o en el simple aquel tan saludable. Y ahí estás tú, Guillermo, voz tonante en el salón, pleno de fe diciéndole a Ella;

Añoro tu mirada redentora
cuando siento a mi alma prisionera
en duelo, por no tenerte en esta hora
en que el mundo es un rio sin ribera.

Y termino repitiendo; gracias por la hermandad que me prodigas, y gracias también a César A. Ángeles Caballero, literato tan discreto como sabio que nos llegó a juntar en 1997 durante la lectura de uno de tus libros. Con él la mesa familiar es un encanto, una lección que no se pierde... como tu n nombre y la batalla.

Te abraza fraternalmente:
ALBERTO VALCÁRCEL
Lima, 23 de diciembre de 2004.





ABRASA ENTRE TUS LABIOS...

Abrasa entre tus labios
la frescura de mis besos,
y entre tus brazos toma
la pasión del corazón,
no sea que el tiempo
inexorable borre mi mente
tu recuerdo,
y de mi boca tú aliento indisoluble.




A VECES ME POSTRO JUNTO A TI...

A veces me postro junto a ti,
y una nube de recuerdo
me dibuja tu cuerpo desnudo
y te amo;
pero entre gemido y gemido
descubro que mi cuerpo
no es mi cuerpo,
y que mi placer esta llamado
a sufrir en esa catarata irrefrenable
que siempre se suspende en el vacío.



CELOSÍA

Yo soy la mujer que fecundaste
tantas veces/
lujuria derramada
en la leche de mis senos.

La hembra que a pesar de todo
(rencor-pasión, sufrir-deseo)
continúa esperando en la ribera.

¿Por qué los celos habrían de
arrastrarme siempre
a odiar a esas mujeres como yo
 capaces de morir de esa locura
que fue tu vida?




EL FUEGO NO CALCINA TODAVÍA…

El fuego no calcina todavía
la tierna imagen
que en mi corazón perdura,/
y en vano espero
tu regreso en este día
haciéndome un amargo
beber de tu recuerdo.

Prístina la memoria
al corazón acosa
y secos de tu ausencia
mis labios siguen presos/
encerrados en la celda
del recuerdo de tus besos/
o derramando en lágrimas
el hielo que los cubre.




ELEGÍA ÚLTIMA

A Guillermo Delgado Alva,
pellejo duro y buen catador.
In Memorian


Una luz que centellea.

Candil de la infancia
que se vislumbra entre
dos mundos;
dulce y tierno en el pasado.

Primeros pasos, inseguros y
temerosos.
Memoria que se transparenta
como el agua sobre
piedra cristalina.

(¿Será verdad, abuelo que los hombres
viajan en cajas de madera
cuando la piel se arruga y se desgasta?)

Petita dice que los comentas juegan con
las estrellas/estela en escalera/
cola platinada/que en el cielo se congela.

Busco entre los muebles de la casa
y no encuentro ni tus pasos
ni tu aliento.

Donde están tus manos
dónde tu voz
donde tus cansados pasos…

Fuego es la memoria que sangra
calcinando la vida y desprendiendo
en el alma un crespón negro.

Transitaré por las calles de Lima
buscando en rostros el porqué
duele tanto este momento.

O es que hay preguntas que nacieron
sin respuestas
o respuestas que sólo se responden
más allá de la vida
en tránsito a la muerte.

Y ahora, abuelo, que te has hundido
en lo insondable,
mi mano, libre de ataduras
transparente y límpida
se eleva al cielo
para decirte adiós.




OTRA ROSA

Tumultuosa rosa, coqueta o roja
Amante infiel, dueña de lo hermoso.
Celestina de la hembra que deshoja
las manos del amante presuroso.

Orgullosa, tú, rosa. De olorosa
y de belleza, unges ser primera.
Testigo cruel del traje que destroza
un amante iracundo que no espera.

Fidelísima, a una esposa infiel
que me corona, permaneces, rosa
traicionera, en el centro del festín

donde yace Agamenón pleno de hiel,
al pie del lecho en que reposa y goza
la dulce hetaira que le ha dado fin.





BURDEOS

A Miguelito Briones,
en una tarde de vino
poesía en el Carbone.


Tomarte la mano en Burdeos
fue siempre como coger
un remo en el desierto o
un tranoía a las volandas,
o más aún, pedirle a tus
labios lo que a tu confesor
no negarías porque siempre
en su sotana vislumbrabas
el perdón de tus pecados
y los míos.

Tomarte entre mis brazos en
Burdeos hubiera sido como
ver pasar las calles sin
saber porque pasaban o subiese
a un autobús en busca de tu
nombre perfumado entre lirios
escondidos entre labios.

Malagracia fue siempre tu
nombre junto al mío, la
búsqueda de nuestros pasos
perdidos en turbios cafetines
o en bares donde siempre
una copa calmaba los silencios
y mis ansias de marcharme
por las calles.

Cirios que se apagan y se
encienden danzando en
una fiesta prohibida, vaivén
interminable esta soledad
de luz y sombra por las
calles de Burdeos, a la
espera de una verdad que
sólo tú y tus labios sellados
en orgullo, sabrán dar
vida a las estrellas ahora
que en mi corazón mueren
los días.




EN EL MISMO RÍO, HACIA EL MISMO MAR

Un amigo es una mano leal
que se extiende en el aire,
con la fuerza de una rama
que del fondo de un bosque
umbroso,
se eleva al cielo
buscando el sol de la amistad.

¿Un amigo?
Lo más alto, leal y puro:
sosiego a la existencia;
la perla más preciada
en la mar tempestuosa
de la vida.

¿Un amigo?
La perfección perdida
entre las almas:
raíces del árbol
que corroe con su savia
a la hoja el acero
que quiere tumbarlo;
la paz que no se turba
ante el más fiero huracán;
virtud divina
que a la fe no traiciona.

¿Un amigo?
Sacrificio que se ciñe
a la palabra dada:
lazo de acero que el paso
cruel del tiempo
no logra corromper.

¿Un amigo?
Consuelo omnipresente:
aroma de ensueño
que invade el alma
con el candor de un niño.

¿Un amigo?
Felicidad que regocija al corazón:
un don más valioso que el oro;
ángel que abraza al espíritu
sumido en la ternura
de una madre que en sus brazos
contiene a su hijo.

¿Un amigo?
Un amigo eres tú, amigo mío,
amistad y amor
unidos con la fuerza

que el agua da a la vida.




ALESIA

Alesia amanece como una
florecilla matutina/ carrizo que se eleva
en el viento de la tarde

Sus ojos son un misterio
donde el malhumor o la alegría
anida a veces sus mañana/
invadiendo la casa
de muñecas o silencio.

Como dos pececillos de marzo/
Alesia y yo nos buscamos en
la inmensidad de un mar
azul como las venas azulinas
que cruzan bajo sus ojos.

A veces nos contamos cuentos
en los cuales no creemos/
pero la magia de su voz/
ronca / Unida a mi imaginación
nos termina confirmando lo contrario;

Y es entonces, que abrazados
navegamos en un mar de fantasía/
invadiendo como ángeles un
celaje de utopías,
sumergidos en un mundo/
de ilusiones y de amor.




LA SOGA DE LA VIGA

A mi madre

Recuerdo su belleza marchitada
y sus manos aferradas al bouquet;
mudo testigo de sus ilusiones
destrozadas por la arremetida
de la promesa fallida.

Riendo la vi salir; a pasos lentos
abandonó la casa de mis padres
camino hacia la iglesia.

Hija de la desventura; reina
sin trono fue entonces; hija
de la deshonra y la desgracia
ya no verá desvanecerse el
cuarto miserable en que se encuentra.

Dijeron que el carro en
que iba dio interminables
vueltas al Parque Unión,
esperando (virginidad sedienta)
al novio que nunca llego.

Cuando se acabó la gasolina
llenaron el tanque con agua
bendita. Yo la vi llorando.

En silencioso y solitario viaje
acompañe su llanto. Mi último
recuerdo está unido a unos hombres
deshaciendo la soga de la viga.





SOY EL AGUA QUE BAÑA TU CUERPO

Para Raquel Bautista

Tan sólo manantial
de agua fresca,
vengo río abajo
a bañar tu cuerpo
palmo a palmo.

Muslos, pubis, senos…
ansias ancestrales
o río cristalino.

Solitaria lágrima
brota de mi cuerpo
hacia tu vientre infecundo
a mi torrente
mágica muchacha
o hembra errante
ansiosa de placer.

Trigal sediento
que tu boca cubre
al triste canto
de mi llanto.

Embestida quijotesca;
causa de locos
esta pasión
que a mi corazón enciende
tu aliento de mujer
que asoma silenciosa
a enfrentar el mundo,
defendiendo el amor
del filo
que corta la vida
y la esperanza.


Tú y yo, mar o bajel
o viento huracanado
del confín del tiempo
que se lanza contra todo
hacia la nada,
arremetiendo sin clemencia
arremetiendo sin clemencia
a la alegría
para hundirnos
para siempre
y desde siempre
pequeña Raquel
en el olvido.




ADIOSES, AUSENCIAS Y RETORNOS

Solo / entre brumas /
emerjo de mis abismos
buscándote como siempre /
y como siempre / siempre /
doy de lleno en tu rostro
desencajado en tus noches
de abandono.

Ilusiones son las que se queman
en la hoguera del tiempo /
consumidas por el rencor
de no saber dónde terminan
los desvelos.

Pequeños ríos surcan
nuestros rostros
día a día /
despidiendo nuestros días
como una llama intermitente
que sólo ha de apagarse
con la muerte.

¿Por qué tu rencor ha de abrazarse
siempre a mi desprecio?

Navegando siempre entre el
mismo río y hacia el mismo
mar / brotan nuestras venas
entreabiertas por la magia
del amor que nos debíamos.

¿Tu cuerpo ante mis ojos
ha perdido su alegría /
o es que mi alegría
se entristece en el cuerpo
de otros tiempos?

Hojas rendidas al otoño
tus cabellos /
noche que se posa en
tus párpados cansados.

¿Por qué tu risa se aroma
de la vid para decirnos
que estas viva? /
¿Por qué la tarde gualda se
dibuja entre tus labios
para estar provocativa?

Mi amor es un aroma
de manzanos que se posa
en tu piel
rendida al cansancio
de tus danzas sudorosas.

Mi amor es la tierra
que pisas /
el aire que ventila
tus cabellos matutinos /
las calles perdidas
en palabras innombrables /
el sorbo de este vino
que no escancia /
la muerte de mis ojos
abrumados en el hieno
que no suena.

Así de solitario
es el amor del ruiseñor
cuando no canta.

Así son los adioses
en mi boca /
así son las ausencias
de mi espíritu /
así de abrumadores
los retornos de mis celos
que se orillas en la playa.


Así / siempre así /
y sólo así /
podré tener orgullo
que en mi mente se desposa
con la muerte /
y tú / el polvo inerte
en que el fuego de tu amor
ha convertido mis despojos.




FINAL DE VIAJE

Nada espero ya yo de tu vida
y tú de mi vida nada esperes.

Sólo dobleces de la vida
nos ofrece ya el destino,
sólo aridez, penas y amarguras;
en el pasado quedó ya la frescura
de mi amor que pudo ser
y que no ha sido.

En vano lamentamos los fracasos,
aquí todo está muerto, ya no hay vida.
Nada porque luchar,
nada para atesorar:
las joyas de tus labios
se han perdido en otra boca,
otras caricias, otro nido.

Yo ya no creo en tus palabras:
confesiones vanas; yo ya
no velo entre tus sueños:
hay una sombra de desvelo
que me llama.

Hoy, fragantes oleos adornan
una tumba; de dóciles
recuerdos está llena:
en ella reposan nuestros restos
bañados en las lágrimas
de un santo.

Que se apacigüen nuestras voces:
vengan los cantos de sirenas;
ya el odio corroe las cadenas
en que el destino sumió las vidas
de los pecadores y los hombres justos.




ALLÁ TÚ

Ya no veré más tu cabello
alborotado
en los amaneceres
de tu embriaguez.

Allá tu con tus copas
de vino barato
y tus sortilegios
cubiertos de plata
rodeando tus dedos.

Allá tú con tus desenfrenos
y tu rostro desfigurado
en esas noches que no
envejecerán hasta morir
en el fuego apagado
de tus ojos tristes.

Allá tú con tus ritos
de música y lujuria,
ahora que sólo hay cenizas
más allá de tu boca
mi pasión sólo arde
en la dicha de otros
tiempos.

Triste la memoria
cuando al mirar
tu rostro se viste
de pasado.

Ahora que el amor y la pasión
se confunden con el odio
posándose en mi alma
como gaviotas en los barcos
orillados en la playa;

Ya no escucharé tus risas
espumadas en la aurora
ni tu voz monocorde,
ahora que he cerrado
para siempre
todo camino
que me lleve a ti.

Allá tú, allá tú, allá tú.




SOLEDAD DE LOS CAMINOS

La poesía debe tener la fuerza
para remover el alma de
sus escombros.

Yo siento envejecer
aceleradamente/
aun cuando en la aurora
de tu amor/ trino de
un ave matutina/ mi vida/
se regocija en el placer
de verte florecer cual
una rosa.

Que mi alma en ti/
tu comprensión y tu cariño
clama/ es una sentir
el cual yo siento/
aun cuando la tierra
parece no quererme entre
la hierba/ y mi cuerpo/
éter de un ensueño
prisionero/ se regocija
en el azul de una mariposa/
elevada por el viento
hacia la muerte.

Y aun cuando el amor
o la muerte/ reclamen
cada uno la parte
que le toca/ Tú te
has de llevar en una
urna toda mi ternura/
y Ella/ el envoltorio
calcinado en que viví
mi vida.




AQUEL DISIPAR DE LA NIEBLA ENTRE LAS TARDES

Para Alberto Valcárcel,
poeta, desde los mismos
abismos donde resuenan
nuestras voces, con mi
cariño inmarcesible


Junto a ti/ las ilusiones
ya no cuentan ni las horas/
 ni los días/ ni los meses
 ni los años.

Los minutos en tus ojos/
enlutecen sin responso.

Ya mi voz/ cansada de tus pasos/
se ha marchado para siempre
de las nieves consagradas
a tus versos.

Vanas las imágenes
que surcan el confín
de tu recuerdos.

Negrura enmarañada entre
tus labios/ tu decir. / Todo
ruego se congela en tus oídos. /
Aros de connubio en carrozas
de difuntos/ tus promesas. /
Añagazas desnudadas
en hostias consagradas
a los dioses son tus besos.

(Oh, sistros y timbales/
oh, divino oboes y trompetas/
que acallen vuestro gritos
al son de sus gestos y
sus risas/ al son repetitivo
de su vida a la deriva/
faro muerto).

Lo satánico y divino/
caminos que se rozan
en extraños ritos ciegos;/
vino amargo que se debe
sin motivo.

Por amor/ entre tus seños/
he bebido la blancura
de tu hiel.

Amor que yace en un
 desierto/ niño en su
 abandono no querido.

De olvido, fuego y polvo
nuestros cuerpos
van sin rumbo/
sin amor
sin memoria
sin sentido.




EN LOS AMANECERES DE TU DESNUDEZ

Amaneceres con las mismas
sombras que cubren tu rostro
de lirón dormido.

Tu cuerpo/ una isla donde
 me he orillado tantas veces
en busca de una palabra
o un gesto tuyo que calme
esta inquietud desnudada
intermitente.




SON TANTOS LOS CAMINOS

Son tantos los caminos
de mi corazón
que nunca transitaste/
como tantos los de tu
cuerpo
que no conoceré.




EX LIBRIS

Soledad de estos momentos
que llenar no pueden
de amados libros
 infinitas hojas.

Tantos libros leídos
y por leer:
vacíos inaccesibles.

Una palabra tuya,
tierna, dulce, generosa,
y mi corazón de amor
colmaría su sed hasta el hastío.




EL BESO

A gozar invita, húmeda cueva.
Campana roja que a mis labios tienta,
en cada recuerdo su placer renueva
la deseada.

Cálido cráter, llama fulgurante,
deseo apasionado que a mi oído
invoca sus nocturnos cantares
placentera.

En su fuga repentina, bajado de ternura/
es la estela que roja, deja en su paso/
apresurado/
el filo de mi boca./




AHORA COMIENZO

Ahora comienzo
a envejecer sin tu amor
y con la muerte
recogiendo mis pasos.






ESTO ES ACASO LO QUE CUENTAN LOS AÑOS

Hoy he salido a caminar
con pasos de tristeza.

En lágrimas, mis huellas
han buscado la risa perdida
de un pasado que ya pesa.

En cada tramo
de ese viaje solitario,
la noche pena y en calle
alguna nadie espera.

La luna duerme, señera,
y no hay queja que se escuche,
ni rostro que dibuje
una mueca de esperanza.

Quizá debiera regresar
los pasos dados,
contando horas,
contando años
contándole a alguien
que una vieja pena
ha salido a caminar
en esta noche que se aleja.





ESA VOZ EN LAS MAÑANAS
…speak no more;
thou turn’st mine eyes into my
very soul, and there I see
such black and grained
spots as will not leave their tinct.
Hamlet, III,4.

Hay un niño que toca mi corazón
en las mañanas cuando despierta.
Él no teme a la oscuridad
ni yo tampoco.
Sabe vivir entre los muertos
como yo, reír cuando yo río,
llorar cuando yo lloro,
amar cuando yo amo.
Él es quien más sabe de mí,
de mis tristezas y nostalgias
de las piedras amargas que la vida trae
en su breve derrotero,
 de los besos fugaces, de las promesas
frustradas, de mis sueños
perdidos en noches infinitas.

Hay un niño que toca mi corazón
en las mañanas cuando despierta.
A veces juega, brinca, corre,
trisca sobre la hierba como
los pájaros; canta como
el ruiseñor canoro
sabe por qué senderos va mi pluma
cuando escribo; ayuda a mi
pensamiento con su loca fantasía.
A veces lo he sentido llorar
y he llorado junto a él.
Sin que lo sepa.
Hemos vivido siempre en
la misma cáscara de nuez
de la existencia, hemos trajinado
las mismas calles, olisqueado
en las mismas flores
de los jardines primeros,
en los mismos sueños
y en las mismas sombras,
como viejos amigos
condenados a vivir
y a morir juntos.

Hay un niño que toca mi corazón
en las mañanas cuando despierta;
a él regreso día a día, noche a noche,
como un velero que transpone
las oscuras aguas de un río

que va del cielo hacia el infierno.



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