Para ti, Gabrielle,
este Contracanto
que es el envés
del amor y de la vida.
En la tierra como
en el cielo…
y en mi corazón siempre.
PRÓLOGO
En mis años deportivos de veloz adolescente fui un buen aficionado al futbol. Concurría, infaltable, a la tribuna sur del Estadio Nacional, hincha como es natural del Alianza Lima.
Iba a ver los firuletes de mis bienamados héroes de entonces. No me imaginaba que más tarde, al paso de los años, haría amistad con el hijo de Guillermo Delgado, aquel extraordinario back – centro aliancista, más conocido en la cancha como “el león del José Díaz” (“a los bravos y dañosos / que león”). De aquellos tiempos han quedado en la memoria, como esculpidos en bronce, los memorables duelos entre Guillermo Delgado y Alberto Terry, dúo de oro que la hierba recuerda y que difícilmente volverá a florecer.
Guillermo Delgado – hijo es también un hacedor de figuras como su padre, sólo que aquél los bordaba en el césped y este joven poeta las burila en la página en blanco. Bien formado e informado, como pocos poetas de las últimas promociones. Se la pasa nervioso y agitado entre libros. Es editor y promotor. Gran lector de los clásicos y empeñoso conocedor de la preceptiva literaria y del rigor métrico. Cesar Calvo ha dado ya el play de honor a su poesía luminosa prologando con ojo agudo su libro Desde un Placo a Oscuras.
Ahora, Guillermo, ágil y repentino, íntimo y germinal vuelve a conmovernos, con esta nueva entrega poética, libro que aviva mi entusiasmo, aunque un poco envidioso de su juventud y del hálito, fecundo de su fantasía.
“- Nuestro fuego terreno, sean cuales sean su furia y extensión, tiene siempre una zona limitada; pero el lago de fuego del infierno no tiene límites, ni playas, no fondos. Se dice que una vez el mismo diablo, preguntado por cierto soldado, se vio obligado a confesar que si toda una montaña fuera arrojada en aquel océano hirviente seria consumida en un instante como un pedazo de cera. Este terrible fuego no aflige las almas de los condenados solamente por fuera, sino que cada alma será un infierno dentro de sí mismo, abrasada por aquel fuego devorador en sus mismos cetros vitales. ¡Oh, cuan terrible es la suerte de aquellos miserables seres! La sangre bulle y hierve en sus venas, los sesos se les abrasan en el cráneo, el corazón se les quema en el pecho como un ascua, sus intestinos son una masa rojiza de ardiente pulpa, sus tiernos ojos llamean como globos candentes”.
James Joyce
“Retrato del artista adolescente”
Porque la vida después de todo...
Porque la vida después de todo
no es más que un ir y venir;
un contracanto
de dolor y esperanza.
Hoy he vuelto a renacer...
Hoy he vuelto a renacer
de las cenizas,
en la que me postró
la indiferencia de los hombres
cuando sonó mi llanto;
y he vuelto a sentir
la fría soledad de estos muros
entre las migas de pan.
No encuentro camino más bello...
No encuentro camino más bello,
digno y soportable
para expresar mi sentir
que las palabras.
Porque mi verso brota
de la palabra simple
de flor en flor
de rama en rama
de hoja en hoja.
Preguntar quiso la luna...
Preguntar quiso la luna
del por qué
de mi silencio,
del candoroso reír
de un momento de tarde
al arrivo de la noche,
oscila la vida, encaprichada,
entre el querer
y el no poder.
La nostalgia me ha traído...
La nostalgia me ha traído
ahora que ya eres
muerte
hedor
polvo
olvido
Y yo tan sólo
para ti
silencio
ausencia
nada
Surgió una voz...
Surgió una voz
embravecida
entre la piedra,
y el hombre hundió
su mano en la tierra
y se lleno de vida.
El tiempo, el tiempo, el tiempo...
El tiempo, el tiempo, el tiempo.
Dicha eterna
la del hombre primitivo
sin tiempo y sin angustia.
Me aferro a tus brazos...
Me aferro a tus brazos
buscando enceguecido
el frio de la muerte.
Aspiro profundamente
entre tus senos,
y plácidamente
me dejo caer
sobre la tierra.
Se avecina un vendaval...
Se avecina un vendaval,
acuoso;
pasión irrefrenable
que en tu cuerpo
da de lleno.
Lamo, sobo, aspiro, huelo,
el hedor de un cuerpo remecido
que afrodita los sentidos.
Te sacudes,
te contraes,
te estremeces,
te doblas y desdoblas
a la vez que te alargas
en mil formas.
Instante tuyo...
Instante tuyo
donde tu soma
asoma
atento a la embestida
de mil hombres
que en mi mente te poseen.
Garras de fiera
son ahora
las dulces manos,
otrora por tu cuerpo
tan queridas.
Redimido y devorado
gimo, aulló, bufo, grito…
pues, ya llega el vendaval
que en tu cuerpo
da de lleno.
Al verte sacudida...
Al verte sacudida
por un temblor interminable
mis ojos se pierden
en un gemido profundo
que nos adormece.
Hay un tiempo para esperar...
Hay un tiempo para esperar
un tiempo para decir lo siento.
Hay un tiempo para el amor
un tiempo para el amor un tiempo para el silencio.
Hay una parte en ti y en mí
que dejó a un lado el silencio
que se entregó al amor
y se olvido del tiempo.
A veces quisiera...
A veces quisiera
perderte en mis silencio;
encerrarte en un libro
ya leído;
esculpir nuestras almas
en un verso;
profanar mi soledad
(amada y bella)
tan sólo un momento
y que vivieras en ella
reflejada para siempre.
Aflora en mi verbo...
Aflora en mi verbo
un canto celestial;
solitario
Y en él llega tu voz
tu voz que ya es dolor;
olvido
Yacen yertos, yacen muertos
los antiguos olivares;
quedaron
Verde sauce, aún aquí
en mis pupilas;
lágrimas.
Tú mujer, yo un niño
pero más pudo el deseo;
pasión
Olvidaste recordar
olvidarte de mi amor;
lamento
En el follaje de los álamos...
En el follaje de los álamos
te han de llegar los gemidos
de un niño
que es la negación de Dios.
Cómo tener un mundo...
Cómo tener un mundo
entre las nubes,
bello y profundo
para poder amarte,
rendirme a tus caricias
mientras subes
y la noche esperar
para adorarte.
Como tener otra vez
la juventud perdida,
impetuosa, febril,
la alegría del niño,
la fortaleza del hombre sin herida,
sin el frio corazón que el pecho ciñe.
Cuando huyes de mi lado...
Cuando huyes de mi lado
parece que olvidaras
que sin ti…
no seré nada.
Como un cabo de vela...
Como un cabo de vela
que agoniza en la noche
mi amor se fue apagando
poco a poco en silencio,
suave brisa, triste despertar
que va anunciando,
sombras escondidas de esperanza.
He visto pasar el amor...
He visto pasar el amor
en alas de una gaviota.
Tres clavos...
Tres clavos
la sangre estallo en ira
y humedeció la tierra.
Un grito horrendo enfureció
los cielos
y marchito el olivo.
Once ovejas retornaron al redil;
una… se quedó en el hombre.
Si con una mirada tuya...
Si con una mirada tuya
puedo ser feliz
no me quites la alegría
de vivir en ella
para siempre.
Hay un ser que se espuma...
Hay un ser que se espuma
en la mar de tu cuerpo
y que me espera.
Carne o polvo
fuego o ceniza
en rio voy.
La rosa roja que en tu boca asoma...
La rosa roja que en tu boca asoma
en vuelo está de mariposa en fuga,
pétalo púrpura a mi lengua toma
cual húmedo cristal, cual ramo de uva.
Frena tu ímpetu badajo airado
que en mi boca yace un ardiente amante,
fiero, paladín, pegaso alado,
porte, figura, llama fulgurante.
Fuego de tu fuego soy ahora y,
al rictus arrogante de tu boca,
siento que mi cuerpo se estremece
Pues no es a mí a quien tus labios toca
– marchite el alma a quien tus labios bese –
ni cristal ni uva sólo amor te di.
Solo te pido...
Solo te pido
mentirle a mi corazón
una vez más.
Dile que es tarde
que alguien te espera
que tienes que irte
que regresarás mañana.
Yo sé que él entenderá
porqué te has ido…
aunque yo sepa en el fondo
que no regresarás.
Ya voy llegando a donde tú me dejas...
Ya voy llegando a donde tú me dejas
partiendo voy de donde tú te has ido
llanto, dolor, miseria, olvido,
lo mismo da si tu de mi te alejas.
Porque lo que hay...
Porque lo que hay
entre tú y yo…
será siempre
el arrepentimiento
después del pecado.
El amor en ti...
El amor en ti
es como una hostia,
insípida e inerte.
Tu amor es la rosa...
Tu amor es la rosa
que de mañana en mañana
va apagando su risa
va opacando su canto.
Triste destino
el de tu amor y la rosa
cuando pierden su encanto.
Al verme ante el espejo...
Al verme ante el espejo
marchitarme poco a poco,
mi alma sufre, mi pena crece,
y no puedo olvidar que me has amado.
A veces vago entre la sombra
de una calle incierta
y tengo miedo,
me acurruco en un rincón
buscando el calor
que tú me niegas, y así,
desesperado y solo
regreso a casa
y mi esperanza como ayer
está desierta.
Hasta cuando he de fingir...
Hasta cuando he de fingir
que estoy sereno,
y que en torno a ti todo es azul,
que todo es luz,
que nada me preocupa;
esconder esta amargura, esta tristeza,
el nefasto aroma de un veneno
que en mi sangre anida
anunciándome la muerte.
Sólo espero...
Sólo espero
que la muerte airosa.
sufra la derrota
que has de darle
por haberme arrebatado
de tus brazos.
Como cadáver insepulto...
Como cadáver insepulto
mi cuerpo se resiste
a no vivir
Duro precio he de pagar
por un amor:
sonrisa fácil, rostro lisonjero,
débil de alma, perverso,
traicionero.
Para enterrar mi gran amor
te daré algo más que un funeral.
Si yo hubiera sabido...
Si yo hubiera sabido
que tu amor era
como el de los marineros,
de aquellos que día a día
cambian de nombres
como sus naves de puerto.
Hay una forma tan simple...
Hay una forma tan simple,
labial,
de decir ¡Te amo!
que me aterra.
Y yo que viví pensando...
Y yo que viví pensando
que el amor es bello
que existen los amigos
que los hombre eran buenos
que tú eras la rosa
que una vez amé.
Hubiera querido eternizarme...
Hubiera querido eternizarme
en tu mirada para
toda la vida,
hubiera querido gemir
entre tus brazos
como siempre,
hubiera querido
fundir mis huesos con los tuyos
y burlarme de la muerte;
hubiera
hubiera
hubiera;
mil veces hubiera…
mas en el silencio tuyo
y el de esta noche
se me ha ido la vida
en tu mirada.
LA CASA SOLA
Triste tu rostro, opaca tu mirada,
la casa vacía yace sola
sin nosotros, los mismos
de la morada solitaria
que hoy dejamos.
Confín de mi tristeza es la tuya,
acusadora indesmayable
de este corazón de piedra adolorida
que te adora
y a cuya sombra embriagadora
está un niño que hoy te ve con alegría.
CANCION PARA TI
Si muriera la rosa
que con cálidos besos
sembrara en tus labios.
Si olvidaras un día
aquel beso añorado,
para darle a otro hombre
el amor que hice mío.
Ahogarías por siempre
el deseo insistente,
de buscarte y decirte
que el amor eres tú.
CANTO DE ALONDRA
No me digas adiós,
que una alondra
con el ala herida
se posó en mi hombro
y muy despacio,
sin prisa…
me anunció que me dejabas.
CANCIÓN DEL VAGABUNDO
Echa tu mensaje al viento.
él navega en los mares
sin velero;
se eleva entre las cumbres
desalado;
fecunda los campos
sin semillas.
Es la voz del tiempo.
CANCIÓN DEL SOLITARIO
Aunque solo en sueños seas mía,
y con mano certera aplaque
el fuego que devora
el barro desnudo
que sujeta mi alma;
la inquietud que en mí provocas
ha de apagarse al fin
en un vaivén sonoro
de placer; euforia y llanto.
Mas no será mi canto
el que a tus oídos llegue lastimero
cual un pobre pordiosero
que a su guarida arrastra
el cuerpo hediondo que posee.
Ha de ser el canto triunfador
del ave prisionera que abrigo mi mano,
ave, que ahora libre,
abandona para siempre
el cuerpo de su amo.
CANTO DEL CAMINANTE
Caminando, caminante,
fueron los niños creciendo.
Caminando, caminante,
la vida va envejeciendo.
Como queriendo cansar al olvido
como queriendo atraer a la suerte
caminas a paso lento
apurando a trancos la vida
retardando a ratos la muerte.
Pasos que pasan, penas que vienen,
risas que parten, llantos que quedan.
Caminando, caminante,
caminando se va la vida,
caminando hacia la muerte
a la muerte que está esperando.
LA CANCIÓN DEL CISNE
Cuando estés sola
en el camino
podré mirarme en el espejo
hundir mis labios
humedecer la hierba.
Cuando estés sola
en el camino
podré confiarle al viento
que fuiste un cisne
que navego en mi cuerpo.
Cuando estés sola
en el camino
podré mirarme en el espejo
hundir mis labios
humedecer la hierba
confiarle al viento
que fuiste mía
que fuiste un cisne
que navego en mi cuerpo
que abrió sus alas
...que se perdió en el tiempo.
CANTO DIVINO
De una lira caída
de las manos del Dante,
se agitaron las cuerdas
y dijeron un nombre.
Se perdieron sus notas
en un valle infinito,
y las cuerdas vibraron
en la noche encendida.
¿Qué decía?...No sé.
¿Qué dijeron?...Quién sabe.
No te alarmes querida
no te inquietes tesoro,
fue quizá una estrella
fue quizá un ruiseñor.
o tan solo un suspiro
o un bostezo de Dios.
CANCIÓN DEL RUISEÑOR
Calla el ruiseñor
su trino de alborada,
al pie de la ventana
en que arrastrando voy
– amada mía –
mi sombra enamorada.
Su trinar melodioso
anuncia mi presencia,
sigilosa y ansiosa
del amor en que estoy
– amada mía –
preso en tu inocencia.
Cascabel emplumado
que acudes presuroso,
no retardes tu vuelo
no detengas tu paso
que he llegado por fin
– amada mía –
a lugar tan hermoso.
CANCIÓN DE LAS FLORES
Eres lirio,
clavel,
rosa,
azucena,
orquídea,
fucsia,
girasol,
jazmín,
polen, estambre, color y cáliz,
la flor más bella entronizada en mi:
un reino de colores
donde la humanidad ausente,
no siembra sus dolores
alrededor de ti.
TRIXUS
Hoy me has dicho te amo,
hoy me has dicho te quiero,
y hoy he ahogado en silencio
un suspiro de amor.
Siempre, sólo tú, lo que tú quieras.
Trilogía de amor
que se pierde en las sombras
de estas cuatro paredes
donde vago desnudo,
sin saber ni de dónde
me ha llegado tu voz.
CONTRACANTO
Juntos andaremos aún
el trecho inacabado
del espinoso sendero
que sin rumbo
viene y va.
Camino incierto
que amenazador asoma
nuevamente,
como si no fuera suficiente
el que juntos comulguemos
ante el cáliz infantil
que cayó de nuestras manos.
Juntos ante la hostia amarga
que a recibir nos apuramos,
como tratando vanamente en esa prisa
apaciguar en algo
nuestra culpa.
Juntos, siempre juntos,
llevando a rastras el madero
que unió nuestras vidas
y que hoy,
después de la tempestad sin clama
que azota nuestras almas,
nos condena a la eterna soledad
de vivir juntos.
Juntos veremos
ocultarse al sol
sin esperanza.
Juntos recordaremos
lo que queremos
olvidar.
Juntos como dos extraños
conoceremos al fin
el rostro envejecido
del amor ante la muerte.
Juntos siempre juntos,
porque estamos condenados
desde siempre,
a vivir y a morir juntos.
Quedará un silencio...
Quedará un silencio
impenetrable tras mi muerte,
para que mi alma errante
cual celosa cancerbera
proteja mis cenizas de la suerte
que tu y los otros puedan darle.
Retornaré a mis hijos como un ciego:
en el viento
en el mar
en el aire
en la sangre de los suyos,
para que tú ni nadie
profanen su sosiego.