viernes, 24 de septiembre de 2010

LAS MALAS CONCIENCIAS


LAS MALAS CONCIENCIAS


Poesía
GUILLERMO DELGADO




Para Martha Isarra, compañera de innumerables batallas, ahora y siempre, con un tierno, dulce
y doloroso adiós.
          
“Fuerte es el peso de la propia conciencia”
Cicerón, De natura deorum, lib. III

Il sole piange fra le fonglie morte.
Vestiti di  scuro
gli alberi, triste becchini,
assistono al funerale
del tramonto autunnale.
Si sono chiuse le porte
del cielo.
C’é un velo
di nebbia sui fiumi
Gli altari della cittá
scintillamo di lumi.
E i portici, tra muro e muro,
malinconici baldacchini,
s’inarcano sull’umanitá
che accompagna in processione
il féretro della stagione.

                “Funerale”
Giuseppe Villaroel, da “Stelle Sugli abissi”


PALABRAS DE CONCIENCIA

Guillermo Delgado insurge en el ámbito de la poesía peruana en la llamada “Promoción del 80”, pero sus dos obras anteriores: Desde un palco a oscuras (1991) y Contracanto (1993), aparecen una década después, como una respuesta necesaria y urgente a una visión muy personal de temas tan antiguos como la aparición del hombre sobre la tierra; me refiero al amor, a la muerte y a la soledad. Y claro, esto no es una novedad, pues nadie puede sentirse ajeno a estos parámetros que más bien parecen ser los síntomas representativos del contexto humano en pugna por la esperanza y por conquistar una voz propia. Delgado es consciente de este hallazgo personal, pero su alternativa no por mesurada a nivel del lenguaje es menos  densa a nivel de contenido. En los libros indicados y en las malas conciencias, palpita un excelente denominador: la presencia de lo humano con todos los matices que pueden desprenderse de y desde la perspectiva de amar y soñar, por eso recurre al diálogo, también al monólogo y hace al mar su confidente, su compañero secreto. Pero, sin duda, detrás de cada verso, palpita, a veces o más de las veces, dolorosamente su sensitiva y aguda humanidad.
Delgado es uno de nuestros poetas más representativos; pareciera que su vida se hunde en el vacío, en el exilio y tal vez en la muerte. Este último poemario, que conforma una hermosa trilogía con los dos anteriores, acentúa su temblorosa mirada del amor, pulsa la tensión del olvido y lo irremediable, nos habla de una partida irreversible que lamenta su desencanto. El elemento rosa, por su fragancia, belleza y sutileza es comparada a la mujer, y a la inversa, con la excepción de que ésta no se deshoja sino desaparece de una realidad que mas prefiere la ensoñación que la presencia. Por cierto, no es la “rosa” esquiva de Martin Adán, es una rosa que puede, incluso, desde el exilio y la melancolía, llevarse clavada en el alma, pero su aroma es mortal.
Hay en los poemas de Delgado, un inmenso valor de sinceridad, una muestra de virilidad ante la angustia irremplazable. El amor y la muerte, lo cautivan. La soledad y el llanto parecía que le acompañan desde siempre, pues en el fondo de las palabras descubrimos también un niño solitario y silencioso. Sin embargo, creo, finalmente, que su poesía que ha salvado largamente la barrera de la improvisación, ha de salvar al hombre en toda su dimensión de poeta auténtico.

Sol de Ica, agosto de 1998.
 JESUS CABEL.



POEMA PRIMERO
Seca  quedó una rosa en tu joyel,
fúnebre flor que enturbia al mediodía:
aroma que se pierde en el vergel
sin luz de nuestro amor que ya moría.

Seca quedó la rosa en tu regazo,
marchita flor que yace en la penumbra:
la que antes renacía en el ocaso
muerta está en el fulgor que ya no alumbra.

Y ahora que se han ido tus encantos
a morir en las alas del olvido,
es la rosa la que ha vuelto a renacer.

En las tenues salmodias de los santos,
dejando en una estela lo vivido
y lo inerte en camino a florecer.

                             
 POEMA SEGUNDO
Si no hubieran tantas cosas
en el alma
que no se pudieran decir...


POEMA TERCERO
Sabes mejor que yo
que hay un momento de la noche
en que no se le puede
mentir al amor.


POEMA CUARTO
Para Ítalo Porvi

Me veo en esa lucha interminable
que del ocaso al alba
me persigue, inclemente y desnuda.

Mis ojos yacen en la penumbra
de la muerte, como esperando
el vacío, sin paredes ni fondos
que detengan mi caída.

Mis manos como mis palabras
parecen no alcanzarme.

En el instante en que escribo
estos versos me he llamado,
pero mi voz no se ha posado
en mí, como si un mal augurio
me anunciara que no estoy.


POEMA QUINTO
Ahora que me ha tocado tu voz,
descubro que mi corazón latía aún,
y que la imagen que tu alma
reflejaba era mi rostro.


POEMA SEXTO
De mi corazón por ti,
logró mi amor salir
cual dos pasiones
que se enfrentan.

En guerra y paz,
en vida y muerte.

Cenit y nadir...
como dos ríos lejanos
que se encuentran.


POEMA SÉTIMO
A veces soy el viento
que te turba,
la ortiga hostil,
la mala hierba
del  jardín de tus ensueños;
la barca solitaria que naufraga
en este mar embravecido de infortunio
que es la vida.

Y en la palabra enmudecida
de estos versos, es a Dios a quién pregunto:

¿Por qué tú eras el mar que yo buscaba,
y yo el velero en que mi amor se iba?


 POEMA OCTAVO
Navego caminos intransitables
para llegar a aquel
que danza entre las sombras.


   POEMA NOVENO
Porque mi vida con el mar
va más allá de la espuma
que abraza mi cuerpo.

Sigo, velero errante,
en busca de un lugar
en la playa
donde poder morir.



POEMA DÉCIMO
Prisionero de mis propias palabras
voy  por este mundo
a recoger mis muertos.


   POEMA UNDÉCIMO
Espinosa rosa,
roja y zalamera.
Desconfía, poeta,
de aquella rosa,
que siendo roja,
no es la rosa
que deseas.


      POEMA DUODÉCIMO
Para Charo Murriel
En cuántas comidillas
se hablará de mí.
De mi virilidad,
de mi fuga repentina
con los pantalones a medio subir.
(huyendo.... ratón apresurado)

Mi primera experiencia, frustrada
por el arribo inesperado
de tu casta hermana.

En cuantas comidillas
se seguirá hablando de mí,
de mi ropa interior
que cambia de colores
en risas y recuerdos,
en mofas y carcajadas.
Mientras aquí,
mi amor inmerso en el pasado,
persiste en socavar estúpidamente
el fértil volcán de tus quince años.


POEMA DECIMOTERCERO
Cautiva entre hojas blancas
yaces
inacabablemente sola.

A la sombra triste de tu mirada
me voy desvaneciendo
como el fantasma oculto
de los versos escritos.

Sin magia, sin sueños, sin ilusiones,
sin una estrella que justifique
la llegada de la noche,
me muevo entre tu lecho
abandonándome a ti.

Y cuando el alba se posa
sobre mis ojos,
me alejo cobardemente
dejándote cautiva
entre hojas blancas
inacabablemente sola.


POEMA DECIMOCUARTO
Todo lo que irradia juventud
ante mis ojos avejentados
se me presenta hermoso
y me vislumbra.

Trágico fin el que me espera
ahora que mi juventud
yace en la penumbra.

¡Oh, Polack, Polack,...!
recoge tus despojos
y deja a tu corazón en paz
para que siga llorando
a través de tus ojos...
y no tientes a los dioses
una vez más.

POEMA DECIMOQUINTO
Si yo hubiera bebido
en tus brazos
la ternura de tus quince años,
habría posado en ella
la esencia de mis sueños
como se posan en las rosas
las gotas del rocío.


  POEMA DECIMOSEXTO
Te dejé una rosa...
y al partir,
olvidé posar
en tu rostro
las manos que la arrancaron;
y en tu boca,
los labios
que la desearon.


 POEMA DECIMOSÉTIMO
Cada vez que tú hablas
mis labios se alejan
y mi ser sufre
la soledad de estos días.

Yo no sé cómo haces
para golpearme en el alma
cuando vivo un ensueño
cuando pienso en un niño
cuando sueño despierto...
lo que vivo dormido.


POEMA DECIMOCTAVO
Mi vida es un rio ya gastado
en cuya orilla la muerte parpadea.

El astro que en mis aguas
amarilla y centella
la ve mirarme con desdén.

(con cruel indiferencia
mi alma pide)

Brilla el azadón
en un vaivén amenazante,
y en un paraje oscuro
la veo...

ya cansada, ya aburrida
de este rio que a morir no se decide.


 POEMA DECIMONOVENO
Hoy simplemente
no hay nada qué decir.

Ni tiempo.

Ni un instante nos permite
la tristeza
que lo invade todo...
que todo lo invade.

Los niños son bellos
pero no hay tiempo
para sus juegos.

La vida se lo lleva todo:
las ilusiones del alma
los juegos de los niños
y hasta la tristeza
que lo invade todo.


POEMA VIGÉSIMO
Hasta ahora me pregunto
de qué tamaño era tu amor;
cuál el origen de tus besos,
tus caricias, tu pasión.

Lo que no perdonó el amor
no lo ha de redimir la muerte,
ya que sólo conocí
la magnitud de tu rencor.


   POEMA VIGESIMOPRIMERO
Yo iré buscando como antes
los caminos nuevos.
Tú irás buscando como ahora
los caminos nuestros.

En cada paso mío
afirmaré mi olvido.
En cada paso tuyo
se posará mi ausencia.

Y en cada noche triste,
como aquella en que se
cerraron las puertas de
tu casa para siempre,
nos llegará una voz
– para decirnos suavemente –
que al son de maldecir mi vida
maldecirás tu suerte.


POEMA VIGESIMOSEGUNDO
Parece que olvidaras
o quisieras olvidar;
que la aureola del destino
ensombrece, día a día, mi camino;
como el rio, que en su largo derrotero,
deja un fango cenagoso
como el vino.


LAS AVES
Las aves ya no surcan
la eterna soledad
de este camino.

Alas pasajeras que buscan
otros vientos
ajenos a esos campos
donde están.

(vientos que vienen en alas angelinas,
ángeles que vienen en alas que se van)

Hastiadas de batir
inútilmente estos senderos,
donde el amor y el odio
juntaron nuestras vidas,
aquellas alas maltratadas
van partiendo hacia la mar...
dejando en el olvido su dolor.

(alas que se pierden en nubes blanquecinas,
aves pasajeras que no cesan de llorar)


OTOÑO
Cuando las hojas de los álamos
se abandonen al otoño,
el tañer de una campana
te hablará de mi.

La risa olvidada de un niño
te llenará de dicha
y una sed de madre
humedecerá tus labios amargamente.

Cuando sientas unos pasos
llamar a tus oídos
escucharás el llanto de ese niño
que dejaste en mi.


   SINFONÍA DEL DESAMOR
Yo amo la blancura de la rosa
porque es hermosa como tú,
y más aún,
la blanca seda que en tus pies se posa,
tu ausencia, tu silencio que lo es todo.

Si he de sufrir tu cercana lejanía,
tus desdenes, tus querellas, tus reproches:
nada importa, nada temo.

(dulce sinfonía son tus ironías
en mis tristes noches)

Para qué quiero la vida
si no tengo tu amor,
tu risa, tus ofensas, tu embeleso,
(tus encantos en los cuales gozo), tu calor.

Quizá sea mejor morir, apresurar la ida...
cerrar los ojos
y esperar ansioso tu regreso.


NOCTURNA CONFESIÓN
Para ti debo ser
la hembra que sumisa espera
velando tus vestidos
o bordando tus encajes.

La hembra prisionera
de un cuerpo equivocado,
que en las noches de luna,
se abandona a tus caricias
buscando  entre tinieblas
tus encantos.

Callé una vez... y me costó tu amor.


LOS MUERTOS
 Retomar lo ya vivido... ¿En dónde?
No hay isla, ni mar, ni un ave siquiera
que acompase nuestro vuelo. Esconde
el Sol su fina y áurea cabellera.

Llamas de amor, amor que no responde.
Si el Sol enceguecido ya no viera
la vida triste y solitaria, por donde
ha ido nuestro amor, tal vez quisiera
abrir sus rayos nuevamente hacia
este mundo de sombras. ¡Oh!, rubicundo
es el lamento que tú, astro, auscultas.

¡Oh! Sol ensombrecido, divina gracia:
los muertos andan solos por el mundo,
andan solos como almas insepultas.


EPITAFIO I
En vano  te me acercas mortal,
pues, si en vida no te conocí,
menos lo podré hacer ahora
que ya estoy muerto.

 EPITAFIO II
...foundlees and bare the lone level
 sands stretch for away.
SHELLEY (Ozymandias)

De qué valen vuestros llantos,
cuando la losa del sepulcro
no deja pasar las lágrima




    SINFONÍA PRIMERA

Yo tan solo quería
tu pecho junto al mío,
tus labios en los míos
de mañana.

Yo tan sólo añoraba
el canto de tu voz,
el rubor de tu rostro
una mañana.

Yo tan sólo a Dios pedía
que me dieras un momento,
que me dieras el aliento
una mañana.

Y  hoy tan sólo...
me has dicho que me vaya
que ya  me has olvidado
que el canto de tu voz
será de otro,
será de otro, otra mañana.


SINFONÍA SEGUNDA
Silencia el canto,  el cielo azul,
que en tus ojos ensombrece;
ave que va, viene o vuelve...
y, en cada ir y venir,
mi vida se estremece
en ese canto

cielo

o esperanza
que a morir vuelve a tus ojos.


    CADA NOCHE UN LADRÓN

Cada noche un ladrón
se arrastra hacia tu lecho
a recoger tus suspiros...
y regresa sobre sus pasos

victorioso.

Un álamo emerge agresivo.
Te aferras, lo deshojas con tus labios.
Una lluvia esperada lo hace florecer
y se sacude impetuoso

dejándote envuelta

entre hojas blancas.


CAMINO DEL OTOÑO
En qué parte del camino
quedaron las alegrías,
las blancas palomas que
volaban en los campos,
aquellos viajes intermitentes
de noches estrelladas
con árboles anidados
de luces incandescentes.

Parece que hubiera nubes
en las cuales el tiempo
no echa raíces.

(Amores crepusculares
que fecundan en el alba.
amores seculares
que se pierden en el tiempo).

¡Ay! Dios, que nunca he visto
pero que he sentido.
¿Qué fuerza divina
tiene el querer
para copular en el corazón?

(gris es la tristeza
que tiene el mar
cuando besa la arena;
blanca la espuma
que en las noches
de luna se serena).

Y ahora que envejecemos
nos damos cuenta,
que la alegría con que la vida vino
es la misma tristeza con que el amor se fue.


GÉNESIS
Repartieron entre si mi vestimenta y
sobre mis vestidos echaron suertes.
(Salmos 22,19)

Cuando el labrador de barba cana
terminó de sembrar la última semilla
sobre la tierra,
había ya transcurrido
el sexto día.

Y fue en la mañana del sétimo
– que cansado como estaba –
echóse sobre la hierba
quedándose sumido
en un sueño profundo.

Miles de siglos lo inundaron
remeciendo todo su ser.
Vio chamuscarse su cosecha toda,
volverse la tierra estéril,
ensombrecerse los cielos
donde él había hecho luz,
liberarse los vientos
esparciendo por doquier
el fuego incandescente
que devoraba su reposo.

Un miedo aterrador
lo invadió súbitamente
– y aún somnoliento –
trató vanamente de deshacerlo todo.

Pero se dio cuenta que todo su poder
no sería suficiente
para hacer en un segundo
lo que le había llevado tanto tiempo.

Al presentir lo inevitable,
el labrador tomó su arado
y se perdió en las sombras.


LA CASA VACÍA

El silencio de los niños
ha hecho de esta pequeña casa
una casa tan enorme
que cualquier rico envidiaría.

Traspasando la lluvia
dejó atrás las calles
solitarias.

Todo en esta casa es quietud.

Los libros muertos en eterno sueño.

Una mosca aburrida me acompaña,
sintiendo compasión hacia el solitario.
Juego con ella, la espanto,
me escondo bajo la mesa
y me persigue.

Pasados unos minutos,
parece como si se diera cuenta
que no soy buena compañía.

De seguro está escondida
entre los libros
esperando que me muera.


ROSAMAR

Al partir muy de mañana
en tu lecho sembré una rosa.

Fue una rosa de pasión;
de aquellas que sin quererlo, Rosamar,
se adueñan del corazón
de la piel en que se posan.

Hoy que han pasado los años
he vuelto por mis amores,
y como ladrón perseguido
por la jauría, solo y herido,
me he escondido en tu regazo
a ver la rosa de tus dolores.

Vanamente entre las sombras
mis manos la buscaron,
como si un olor extraño
su fragancia reemplazara.
(dejé a un lado la algazara
que me trajo hasta tu lado)

Al darme por enterado
que a otra flor has escogido
donde yo te amé con fruición...
he llorado, amargamente, Rosamar.

Mas no creas que tú has sido
la causante de esta pena que me mata.
Este llanto lastimero que me ahoga,
es el fruto de haber visto marchitarse
a la rosa que yo amaba.

Rosa pura y encarnada,
tan igual a la primera
que en tu lecho yo sembré
al partir muy de mañana.

Blasón de amor y pasión,
son aquellas que sin quererlo, Rosamar,
se adueñan del corazón
de la piel en que se posan.


AUTORRETRATO
Yo tengo la cara
de un hombre triste,
de un hombre que ha sufrido,
de un hombre que ha llorado
y ha mentido.

Yo tengo la cara
de un  hombre malo,
de un hombre que ha golpeado,
de un hombre miserable
que ha hecho daño.

Yo tengo los mil rostros
de la vida,
yo tengo los mil rostros
de la muerte;
y ahora doy lo que siempre
he recibido,
y ahora recibo
lo que siempre he dado.

Yo tengo la cara
de los hombres,
yo tengo en la cara
muchos nombres,
espejo de la vida
es nuestro rostro,
espejo que se rompe
con la muerte.


RETORNO

1
Tú sabes que mi vida
es una ola interminable
que no quiere dejar el mar.

¿Por qué he de llegar a la  orilla
como la espuma o como los peces
ya cansados de nadar?

2
Si aquí en el mar
siempre hay estrellas
que no se van,
y una noche interminable
donde la luna siempre está.

Aquí todo es silencio, paz y amor.

La paz del solitario que deambula,
la paz que sólo da la soledad.

3
(yo ya conozco la tierra de los hombres,
la estéril compañía que se dan)

4
Yo soy un pez,
soy la marea que baja y sube eternamente,
el pez que pica en el anzuelo
de un cansado pescador
que me devuelve siempre hacia la mar.

5
Yo soy un náufrago
en la inmensidad: sal, gaviota, musgo,
cetáceo, galeón, coral.

Cuando veas pequeña niña
mi cuerpo inerte bajo el sol,
Has con él una fogata
y devuélveme a la mar.


I
Hoy qué bien que has olvidado
que el beso que ayer me diste,
fuiste tú quien lo pediste
y no el hombre que has dejado.

II
Hay noches en que presiento
que solo me voy quedando,
pues, tú te vas alejando,
¿ Será tu amor como el viento?

III
La rosa que yo quería
ni era blanca ni era roja,
tan sólo una flor hermosa
lo que mi amor pedía.

IV
Espinas, sangre, venenos,
suave dolor que me destroza,
son de mi boca ansiosa
las rosas que hay en tus senos.

V
Tardé tan sólo un instante
solías decir ayer,
en saber que lo importante
no es amar sino querer.

VI
Aquí se me va la vida,
aquí te dejo mi amor.
Amor puro y sin heridas
pues, yo me llevo el dolor.

VII
 Serena el aire azul
la beldad triste y segura,
de un traje de suave tul
recuerdo de tu hermosura.
VIII
El ave canta ligera
al saber de tu partida,
pues, sabe que no hay manera
de mi alma curar la herida.


SI YO HUBIERA SIDO CANTOR
Si yo hubiera sido cantor
te hubiese dado una canción,
pero sólo he sido un poeta
que te ha causado dolor.

¡Qué hermoso que hubiese sido
que yo te pudiera cantar,
mas ahora que tu amor se ha ido
quien lo pudiera alcanzar!

Ingrato ha sido el amor,
perverso contigo y conmigo,
cruel infierno el del destino
que con fuego sembró el desamor.


TU MIRADA
Tu  mirada,
lacerante y atenta,
perdura en mis pensamientos,
hace huir mis sueños,
acrecienta mi vigilia.


ENTRE EL SILENCIO...
Entre el silencio
de estos muros
donde se confundieron
el amor y la angustia
quedaron tus pisadas.


TUS HOMBROS ARDEN...
Tus hombros arden
de lujuria mientras el celo
atiza mi tortura.
Un silencio sigiloso
me espanta,
y el follaje de los álamos
trae hasta mi,
unos gemidos inocentes
que son de un desliz de Dios.


HAY UNA ALONDRA...
Hay una alondra,
que confundida en los alisios,
llega hasta las mieses
en busca del reposo merecido;
empero, un cuervo la hostiga

y la hace huir.


HOY HE VUELTO COMO LOS MUERTOS...
Hoy he vuelto como los muertos
a recoger mis pasos.
Y he vuelto nuevamente
a llorar en silencio
sobre mis zapatos.


HAY NOCHES TAN GRAVES COMO ÉSTA...
Hay noches tan graves como ésta
en que se quiebra mi alma
en un instante.

Hay noches tan graves como ésta
en que niego a Dios
qué tristeza.


OFELIA
Me asusto como un niño
perdido en la noche
de un bosque infinito,
cuando mi mirada,
y el brillo de tus ojos,
claro como la bruma del estío,
me anuncia que mañana
te habrás ido...
Y que tierna es la noche
– que sella el beso inerte –
que en tu partir dejaste.


CANCIÓN PARA UN VIAJERO ETERNO
Para Gabrielle

Es que no quise ser...
el eterno viajero
el que olvidó tu infancia
el hombre irascible
que todo censura.

Es que no quise ser...
El que atropelló tus juegos
el del silencio eterno
el que marchita las flores
el ogro feroz
de tus pequeños cuentos.

Es que no quise ser...
la sombra entre nosotros
el mar entre la tierra
el alma avejentada
el que vive de prisa
el árbol añejo
el ave de paso
la isla solitaria.

Pero, hijo, mis ojos sordos
y mis oídos ciegos
se perdieron para siempre
en ese eterno viajero.

Mas aun así...
amo tus manitas blancas
tus grandes orejas
tu  mal comportamiento
tus graciosos dibujos
tu alma de niño
tus fingidos suspiros
tus falsos dolores
tus angelitos blancos
tus diablillos rojos
el calor de tu cuerpo
cuando yaces dormido.