[¡YO SÓLO ESPERO HABLAR DE POESÍA!]
-quien
habla solo espera hablar a Dios un día-;
Yo sólo espero hablar
de poesía,
de Dios conozco sus
promesas falsas,
su vana aureola y su
miseria;
sé que la muerte es
oscuro vacío,
donde mis huesos
calcinados
han de reposar un
viejo día.
Bíblico Edén, falsa
fragancia
de la que vive el
hombre
tocado de ignorancia.
[¡SI DIOS FUERA BONDAD!]
Si Dios fuera bondad
hubiera prolongado
el Diluvio una
eternidad.
Cuántas lágrimas
nos hubiera ahorrado
ese Hacedor de
calamidades.
[¡LA CERA DE LAS IGLESIA!]
La cera de las Iglesias
son un subrepticio
recuerdo
de las infames
hogueras
con que pretendieron
calmar
las ideas de hombres
como
Bruno o Servet.
avivemos el fuego
rebelde
donde arderá el culo
papal.
[¡QUISE CAMINAR UNA TARDE!]
Quise caminar una
tarde
en los tristes
arenales
de San Juan,
y he sentido entre
la brisa vespertina
la risa de los
muertos.
Y he visto a la niña
de otros tiempos
sollozante entre sus
vestes
rodeada de arrebol.
Palmo a palmo
su sonrisa ha
dibujado
entre huesos de secos
encinares,
y la vida me ha
dolido
en duro y blanco mármol.
Este tierno sueño mío
me ha cogido de
sorpresa.
Amanece mi infancia
en imágenes de luz,
en ríos de agua
clara,
despierta, cansada,
ojerosa,
triste, sola y vieja,
llorando en silencio
cogida a su bordón.
[¡POR UNA GOTA DE MI INFANCIA!]
Por una gota de mi
infancia
mi cabellera cana;
por un beso de mi
madre ida
aquello que por vivir
me queda.
[¡PONED UN LIBRO SOBRE MI PECHO!]
Poned un libro sobre
mi pecho
en vez de una
mortaja,
será largo el camino
y tantos que no he leído.
[¿HAY GEMIDO MÁS TRISTE?]
¿Hay gemido más
triste
que el de un niño
abandonado?
-¡Sí!, se oyó una
voz, es la
de un perro que llora
sobre la tumba de su
amo.
[¡ESE MONSTRUO!]
“La
única cosa que me precio de haber
comprendido
muy pronto, antes de
cumplir
los veinte años, es que no había
que
engendrar”.
E.M. CIORAN
Ese monstruo
que llevamos dentro,
libídine desenfrenada
de infecunda de los sátiros,
que ni el Diablo
mismo
quiere mencionar.
[¡HOY ME SIENTO!]
Hoy me siento
tan solo
un suspiro de alivio,
un ganarle a la
muerte
un día más.
[¡QUÉ ALEGRÍA LA DE ESTE DÍA!]
Qué alegría la de
este día,
de lluvia, de gris,
de soledad,
de frio, sin voces,
sin pasos,
sin ruido, sin
huellas.
[¡GIRA EN LA RUECA!]
Gira en la rueca
la araña de la
telaraña,
y en el lago en que
canta la rana,
croa la luna
reflejada en el agua.
[¡COMPAÑEROS!]
Compañero
en amenas charlas,
convivo con mis
libros
entre alegrías y
tristezas
tantas.
[¡COGIDA DE LA MANO!]
Cogida de la mano
de una esperanza
infinita,
viajaste, madre mía
a eternidad divina;
inmensidad de tiempo
celestial
a la cual no puedo,
madre,
coger espina de la
cruel diadema
en que Dios quebró el
primer amor.
Ya eres polvo y solo
polvo
enrarecido en el
espacio,
ese que el sabio mide
en sereno pensamiento
y cabizbajo.
Adiós, madre, con
dolor,
porque de dolor nos
hizo Dios;
en el polvo queda la
vida
como viento sibilante
que rebulle
enloquecido
entre espuma, lodo y
sangre.
[¡A ESTE VIEJO SUEÑO!]
A este viejo sueño
que recuerda
tu sonrisa
que recuerda
tu boca;
a tu boca
que recuerda
tu voz
que recuerda
tu promesa;
a tu promesa
que recuerda
ese bien soñado
con amor
y con tibieza.
A ese viejo sueño
que nunca
se olvida
y es la dicha.
ESE RUMBO ENTRE LAS SOMBRAS
No
sé a qué brazos te empujará
la
pendiente irresistible de tu sino.
CANTOS – PACO BENDEZÚ
De tu boca, a la
palabra,
solo el aire,
la bruma,
esa niebla pegajosa
donde la mentira
despierta
desnuda y sin rubor,
hueca, repetitiva
como un eco entre
montañas;
un hacerse de
espejismos
entre sombras.
Envejece la esperanza
en paredes
agrietadas,
esperando tu voz
la llegada de la
tregua
en turbios cafetines,
en esos que solías
llorar
hablando de Blake
y de amores pasados,
ecos que amargan la
vida
sin desmayo, con hiel
y sin memoria.
AZUL
A Catalino Zamora
Es el mar
que me mira
con ojos serenos,
azules,
refulgentes, alegres
casi diría que en su
mirada
omnipotente se
esconde
una leve sonrisa.
Separado de mí
por una cálida arena,
el mar se me acerca
como una tímida
amante
que se siente
cautivada.
Miles de siglos
oscurecen
la azulada lejanía
en sus aguas
reflejada.
El fulgor dorado
que corta el
horizonte
como una resina
ambarina,
trémula en un vaivén
de espuma de sirenas,
seducido por un
mágico
calidoscopio de
colores.
ESOS TUS OJOS
¿Por qué a otros das
lo que a mí me niegas?
¿Por qué a otros solo miel
y a quien te adora como yo
solo la amarga hiel?
¡Qué he de hacer
para que entiendas,
que con una mirada tierna
vivir puedo en feliz sueño!
Si sois libres de dar amor,
porque no escuchas el
clamor
de este hombre que os ama
con lealtad y con pasión.
¿Es acaso mi angustia
motivo de tu jactancia
¿O es que las fragancias
de estas rosas
que ante ti yo deposito
con fervor infinito,
amargan tu diario vivir,
opacan tu fugaz existencia?
¿Quién entiende de locos
amores?
¿Quién sabe de la mala
suerte?
¿O es que acaso solo la
muerte
sabe de oscuros dolores?
[HE TENIDO FUGACES ESTRELLAS]
He tenido fugaces estrellas
en mis noches de sueño,
a pesar de las duras
jornadas
sin fe y esperanza,
sin una playa
para mis pies cansados.
¡Qué he tenido tu risa
pura y límpida!
¡Qué he tenido tus ojos
a la luz de un ensueño!
No lo niego, no…
¿Pero es posible
besar sin fuego
y abrazar sin ansias?
Dame una luz de esperanza
en esta cruel oscuridad
de desalación y pena,
y volveré a creer en tus
palabras
en la bondad de Dios
y en sus estrellas.
CONTRARIEDADES
1
Toda la noche oyendo tu risa, sin descanso; la
comisura de tus labios dibujando no sé qué reproches. Toda la noche tu voz,
hurgando en el olvido no sé qué imágenes contrariadas donde tú y yo reñíamos
sin saber por qué.
Toda la noche en terribles sueños, en
inacabables escenas de celos; mi voz, más que voz, es un gruñido de fiera
acorralada por terribles recuerdos que no quieres olvidar.
Despierto, sudoroso, temiendo que la noche
arribe nuevamente.
2
Cuánta desilusión y pena se acumula en el
corazón. Cuánto ahogo de infortunio es capaz de soportar la vida. Cuanto añoro
ser la bestia que corta la tierra en grietas desde la mañana hasta la tarde,
calmando su hambre en el seco pienso y su sed en una charca fangosa.
O quizá ser un poeta, esos que sueñan posibles
las causas perdidas, esos que juegan con las palabras como los niños con
soldaditos de plomo.
Como quisiera ser humo y disiparme en el aire
cuando tocas a mi puerta.
[LEÑOS QUE EN EL CORAZÓN
ARDIERON, …]
Leños que en el corazón ardieron,
brasas de amor que a su paso dejaron
el calor florecido en sol primaveral;
aguas que no llegaron
traviesas y monótonas
a la playa sin arena.
ESOS ÁCIDOS MOMENTOS
Un pensamiento como un haz
de luz que perfora la razón,
esa razón inútil que duerme
en breves segundos; el Ulises
que yace bajo un violín polvoriento;
una angustia atrasada en la garganta;
una lágrima seca en el rostro
amoratado; un paisaje muerto
en la ventanilla de un bus; un
cuadro de Van Gogh que se desangra…
aunque sea un traje negro
que le dé sentido a la vida.
CUESTIÓN DE FE
Hoy y mañana
dale sentido a los días.
Espérame sonriendo
y no dejes de reír
aunque las flores huelan mal.
Y no dejes de esperar,
aunque mi recuerdo
sea solo una huella
del pasado.
[NO PUEDO DEJAR DE PENSAR
EN ELLA…]
No puedo dejar de pensar en ella
si no es con amargura…
¡Qué atrocidad!
La triste realidad
ahoga los deseos reprimidos.
[NOS HEMOS AMADO TANTO…]
Nos hemos amado tanto
que hasta el mismo sueño
hemos vivido en sombras
y silencios.
[QUE GANAS DE NADA…]
Que ganas de nada.
Los ojos abiertos y nada.
La boca cerrada en un rictus
de tedio y nada.
Nada en el pensamiento,
nada en el corazón,
inerte la razón
y las ganas de vivir
solazándose en la nada.
Qué estéril la vida a veces
cuando la nada se percibe
hasta en el más mínimo
resquicio de la existencia.
[¿POR QUÉ TUS LAMENTOS…]
¿Por qué tus lamentos
si la luz de apaga entre los ojos
para todos?
¿Por qué tus lágrimas
sobre la loza de una piel reseca
por el tiempo?
¿Qué gemidos esos,
si la ceniza es esparcida
por el viento?
Yo no sé de lozas ni cenizas,
solo sé de
mi silencio,
del paso de
los siglos,
del tiempo
en discreción
en su paso
hacia la nada.
[HEMOS AGOTADO LAS PALABRAS, …]
Hemos
agotado las palabras,
quemado los
recuerdos,
hemos hecho
de Dios
una figura
de cera
hasta
perturbar a los muertos.
Hemos
creado historias
para
mentirle a nuestras vidas
con la
misma rapidez
con que se
olvidan.
Tras gritos
y titubeos,
un rigodón
de fantasmas
en el
silencio de la muerte.
[QUITÉMOSLE AL CARDO SUS HOJAS ESPINADAS, …]
Quitémosle
al cardo sus hojas espinadas,
a la hiedra
su verdor,
a la rosa
sus espinas
y a la
hortaliza su escozor.
Robémosle
al pasado
nuestros
odios,
nuestros
negros rencores,
nuestros
gritos empotrados
en paredes.
Hagámoslo
con la sabiduría
y la
paciencia con la que
hacen el
amor los puercoespines.
[EN ESTE LADO ESTÁ MI INFANCIA.]
En este
lado está mi infancia.
El amor en
esta orilla
sigue
siento un imposible.
[VIENTO PRIMAVERAL, LLUVIA TUPIDA, …]
Viento
primaveral, lluvia tupida,
rosa
presumida.
Suave y
apacible es la mañana
apetecida,
sufrida de
miradas indiscretas
llega la
noche a tu guarida.
El cielo
pinta la bruma plácida
de
fuego,
brotando
leve como el humo en atanores.
Mas luego
el corazón vislumbra
un rayo fugitivo,
cual un
alud que baja,
que
baja, que baja.
LOS VIEJOS ABETOS
Cada tarde
bajo el celaje añil
murmuran sus recuerdos.
Son dos viejos abetos
de ramas quebradizas
y hojas secas.
El tiempo ha encanecido
su camino.
En invierno pasean
brazo a brazo,
como dos niños
perdidos en una multitud
difusa y pegajosa.
Han de partir como parten
las palomas; una, zureando
a la que queda rezagada,
no vaya a ser que la muerte
se aburra de esperar.
[HE REMOVIDO LAS PALABRAS…]
He removido las palabras
desde niño, como un mapache
entre las piedras de un río
buscando un crustáceo varado.
He sembrado silencios,
derramado lágrimas,
ahogado penas
en vasos de ginebra.
He buscado a Dios
para crear nuevas palabras
en los ecos lejanos
de una casa enmudecida.
MEMORIAS DE LOS AÑOS
Viejos compañeros los años,
los meses, las semanas
y los días.
Tanto despertar, tanto dormir,
tanto soñar con los tiempos viejos
y las hojas secas,
con las blancas nubes,
con el cielo azul,
con la gris arena
que se pega al cuerpo
con la yedra.
El tiempo viejo
grabado entre las manos,
curtido entre la piel
y la carne envejecida.
La vida es ya un remanso,
un mar sin olas,
un lago calmo,
un río que baja y baja
y no cesa de correr
hacia la nada.
A LA AURORA IDA Y A LA VEJEZ LLEGADA
“Que al hombre la vejez sorprende niño”
FAUSTO
Goethe.
Viento huracanado que llega
engañoso; graveza de mar
embravecido y tempestuoso.
La basa en que reposas los años
del camino andado, a los ojos
se muestra llano, dulce,
primoroso de sorpresas lleno.
La vejez que ultraja el cuerpo,
machaca carne y huesos
cual una noria moliendo el trigo.
De jóvenes sin seso a viejo sabios,
arrugas y causas aconsejan,
amistad con la prudencia y la cordura
allí donde escasea la ausente fortaleza.
Ese otro arte de vivir que es la vejez,
deja a tras placeres tentadores, dulces vaivenes.
Ni santo tonsurado ni viejo inútil
entregado a cruel destino,
dejo que la bondad y buena voluntad,
en algo borren a fealdad
del cuerpo envejecido.
FRÍA MAÑANA DE AQUEL DÍA
Para Jorge Bacacorzo y
Alberto Valcárcel,
ausencias de cielo y
fraternal mañana.
Hay días que no son días,
sino pesadillas;
noches de insomnio
preceden la fría mañana.
Bebo un café,
mordisqueo una tostada
como quien muele
piedras con desgano.
Releo unas páginas de Hesse,
unos versos de Novalis,
y caigo en la cuenta,
que una leve garúa
humedece las calles.
Es hora de
enfrentar
al mundo: allí la grisura
de la plebe golpea mi rostro,
los perros callejeros en lo suyo,
y yo soñando con los cielos serranos,
con el celaje estrellado nocturnal,
con los bueyes hendiendo la tierra
vigorosa, fragante y generosa.
Camino y camino,
y en cada paso
la ausencia de Alberto y de Jorge
se va haciendo más profunda,
como una quebrada que se abre
rugiente y amenazadora.
Estoy falto de palabras
y calla mi voz
y con ella mis pasos.
Mi andar lento y fatigado
me dicen que ya no más,
ni un paso más
en esta fría mañana.
Regreso a mi cubil
con la esperanza
de un mañana
diferente.
g